La hora gris

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En la cafetería, estaba apunto de terminar por tercera vez mi libro, que encontré recientemente y me ha gustado tanto que lo he releído, usualmente no suelo releer libros que acabo de terminar de leer, pero sucede algo con estos párrafos, hay algo en este libro que no desea que lo suelte para tomar otro. Y allí está ella, de pié justo en frente de mi mesa mirándome con el ceño fruncido y una cara de confundida, pero realmente dudo que esté mas confundida que yo y la pregunta del millón de dólares es; ¿Que hace aquí?
Y aquí estoy mirándola, observándola y creo que en el rostro se me nota la confusión, se me hace difícil comprender por que me mira de tal manera como queriendo explicaciones que no le daré, de ninguna manera, ha pasado ya un año desde que recibí aquel mensaje de texto, todavía desconozco el remitente aunque esta este chico que se llama Cody que siempre que nos cruzamos en el pasillo baja la mirada y hace como que no me estuviese mirando, creo que no se ha dado cuenta de que yo lo noto. Vuelvo a mi realidad donde sigue esta chica mirándome de pié pero ahora en su cara noto algo distinto, tristeza tal vez...

-Vete

Le dije a grace con repugnancia

-No merezco esto, sabes que no lo merecemos, ya ha pasado un año.

Me quede observando con desdén y respondí

-Es cierto aquel dicho, cada quien cava su propia tumba.

Me levanté de mi mesa guardé mi libro y me retiré a otro lado donde pudiera terminarlo en paz, una persona que interrumpe la lectura de alguien mas se merece lo peor.

Estaba cruzando la puerta de salida cuando miro hacía mi derecha y veo a alguien sentado solo en un banco, llevaba puesta una sudadera azul marino con capucha, tenía un libro en su regazo y por la manera en la que se encontraba sentado no debía ser muy alto, pero hubo algo más, el me miró también, notó mi imprudencia y volteó a verme, me quede mirándolo fijamente, sus ojos eran negros, pero no cualquier negro, era de ese negro que te succiona a otro mundo otra realidad y eso fue precisamente lo que sucedió.
No me di cuenta que seguía caminando hasta que sonó la bocina de un auto, ya estaba cruzando la calle. Desorientada miré a todos lados buscándolo tal vez pero él ya no estaba.

La hora grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora