VI: Una Noche Fría

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Te estuve llamando, tal vez en voz baja

Pero quería preguntarte

¿Cuál es el camino, para llegar a casa?

Es decir, veo muy nublado o quizá es mi perdida vista.

Era de madrugada. El silencio rondaba por las calles y las gotas de lluvia se habían debilitado.

Cille se despertó, la cara de Pete estaba frente a ella. Con sus suave y cálida mano, tocó la mejilla derecha de Pete. Ella se levantó de la cama, la habitación estaba oscura debido a que ninguna lámpara estaba iluminando, hasta que Cille decidió encender una pequeña. Se iluminaba muy poco, un color naranja muy bajo alcanzaba a iluminar su vestimenta.

Ella era un ángel incluso en la peor vestimenta que pudieras encontrarla, no importaba si era pijama o un traje elegante, ella era el brillo de cada día. Caminó lentamente por el suelo alfombrado, llegando a la ventana. Aquella que estaba empañada por el frío que se presentó durante la noche, a causa de la lluvia.

Los grandes pinos de enfrente, se movían provocando un ligero sonido que solo podían oír, los elegidos.

Tal vez es por eso que Cille podía escuchar esa melodía cantada por esos enormes pinos.

Con su mano limpió la ventana, humedeciendo la manga del abrigo que se había puesto, ella quería ver con claridad allá afuera. Pero el cristal de la ventana se volvía a empañar. Cille tuvo una idea y en su inocencia, ella creía que tal vez ahora ese cristal ya no se empañe. Pasó su dedo índice, dibujando dos líneas rectas y finalizando con una curva debajo de las líneas. Una carita feliz.

El movimiento que hizo Pete al moverse, distrajo a Cille, ella volteó a verlo, él seguía dormido. Su cabello sin forma y largo, su cara marcada por la almohada donde plasmó su sueño, la camisa con el olor de Cille.

Ella no pudo evitar sonreír, esa sonrisa que marcaba un hoyuelo en su mejilla izquierda pero no en la derecha. Una sonrisa llena de ternura y que al verla, solo con verla, el mundo de un hombre se ponía de cabeza. Unas pequeñas gotas bajaban por sus mejillas, y desde su quijada, caían, sin hacer ningún ruido, ningún sollozo.

CILLE COMENZÓ A LLORAR EN SILENCIO.

Ella Es CilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora