X: El Amor Es Eterno

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— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS PETE!

Era la escandalosa pero dulce voz de Cille despertando a Pete. Hoy se celebra un año más de vida de él y no hay mejor manera, que despertar viendo su hermoso rostro.

—Buenos días —dijo Pete despertando —. Que hermosa estas hoy.

—Bueno, hoy es un día muy especial así que pensé en ponerme lo más bella posible para ti.

— ¿Bella? Hahaha —soltó una carcajada Pete —. No princesa, así eres desde que naciste.

Las mejillas de Cille se tornaban rosadas, comentarios como esos la sonrojaban tan fácil.

—Levántate, quiero darte una sorpresa.

Cille salió corriendo de la recámara. Pete tuvo que despertarse, pensó en ponerse una vestimenta decente. Nadie recibe su cumpleaños con la mujer de su vida y estando en pijama.

En su torso se puso una camisa de manga larga de color blanca y con un estampado de la letra M. Salió de la recámara y lo primero que encontró, fueron muchos globos flotando y adornando completamente el techo, en las paredes había fotografías de sus mejores momentos, felices y divertidos, como aquella, a un lado de la ventana principal, donde Pete tiene dos velas en sus fosas nasales. Mira esa, Cille en bikini, en la playa Verónica, en Dridar. También está aquella foto en la esquina, donde se están besando al parecer en un concierto, vaya manera de abrazarla.

—Son las ocho de la mañana Pete, debo volver por desgracia a las seis de la tarde —dijo Cille un poco desanimada.

—Lo sé, es por eso que tú y yo pasaremos juntos todo el tiempo antes de que regreses a casa. Disfrutaré cada segundo que pase —contestó Pete acercándose a ella para besarla.

Estuvieron juntos todo el tiempo, ordenaron pizza y la hora de la comida, se convertía en hora de juego. Ella batía un poco de queso en la cara de Pete, y él derramaba condimentos en el cuerpo de Cille.

Las sonrisas y carcajadas eran tan fuertes, se podía sentir las ventanas vibrar, la gente que pasaba cerca solo volteaba a ver la casa, asustados. Es decir todos conocen a Pete, todos en la calle.

— ¿Quieres que ponga un poco de música? —preguntó Cille cambiándose de ropa.

—Por favor, esto sería aún más divertido —contestó Pete limpiándose la cara.

Cille se dirigió al estéreo. Tomó un disco de Jericho y lo comenzó a reproducir.

La primer pista le daba momentos únicos a Pete, en su memoria llegaba el día en el que le habló por primera vez. Le llegó el recuerdo más hermoso e inolvidable que tendrá de Cille, su primer beso. Aquel que se dieron cuando esa pista llamada "Acariciando las Estrellas", comenzó a escucharse.

Pete pasó una toalla por su cara, se dirigió hacía Cille quien sólo vestía ahora un short muy corto y un abrigo suave de color blanco. Su mirada chocaba con la de él, como aquella primera vez cuando se vieron frente a frente, cuando pudieron tomarse de las manos y decirse "Te Amo"

Tomaron nuevamente sus manos, unieron sus frentes como solía ser costumbre. Comenzaron a bailar al ritmo de las notas suaves del bajo eléctrico. Sus ojos se cerraban en un solo segundo, no les bastó decir ni una sola palabra para transmitir lo que sentían ambos ahora, la esencia se sentía en el aire simplemente, por estar juntos.

—Estoy enamorado de ti. Jamás me sentí así, incluso hasta este momento. No me imagino una vida sin ti porque sabía que no existiría. Tú eres mi vida —dijo Pete en voz baja para Cille —. Si tan solo pudiera empezar otra vez a un millón de kilómetros lejos, si tan solo tuviera el tiempo, te diría que no me arrepiento de haberte conocido, te repetiría lo tanto que te amo y lo que me cuesta no decaer, pero siempre estuviste para mí.

—No digas nada, Pete. Tan grande es mi amor por ti, que seguiría haciendo esto por toda la eternidad, estar a tu lado. Tú me viste cuando nadie más lo hizo, me estrechaste tu mano, una delicada mano. Tú me querías tanto como yo, no fueron tus palabras o tus acciones, fue tu ser, tu alma, el verdadero sentir que provocaba al estar a tu lado.

Con lágrimas en los ojos, ambos seguían bailando esa melodía.

—Si llegas a pensar, ¿Cuáles son mis sentimientos cuando estoy cerca de ti? —dijo Pete levantando la cara de Cille —. Oye Ángel, ahora ya no tengo ninguna excusa más.

—Después de casi tres años —contestó Cille.

—Aprendí a ya no ahogarme entre mis sábanas, a nadar de ola en ola. Aprendí a ya no culparme más. Te Amo.

Los globos que flotaban comenzaban a moverse debido a la corriente de aire que pasaba por las ventanas abiertas.

Comenzaron a reírse, recordando cada momento, juntos desde el día en el que se conocieron. Pasaron años compartiendo las mejores cosas de su vida, desde las peleas hasta los momentos más tristes, desde bromas hasta llantos de alegría, desde un simple "Te Quiero" hasta un fuerte "Te Amo".

El reloj marcaban las cinco en punto. Ya era hora de que Cille volviera a casa, pues no podía quedarse más tiempo con Pete.

Cille se vistió con un pantalón muy hermoso de color blanco al igual que su camiseta.

Subieron al auto y antes de encender el auto, Pete le dio un vistazo a su amada, la admiraba de pies a cabeza.

Comenzaron a iniciar un largo viaje por las calles de la ciudad. Ella no dejaba de verlo, aun conduciendo era el chico más hermoso y sensible del mundo, él disfrutaba de cómo se veía mientras estaba distraída viéndolo.

Después de un recorrido largo, Pete estacionó el auto en un pequeño espacio que daba la entrada a un precioso jardín, adornado con una fuente y muchos pinos hermosos y en buen estado. Ambos bajaron del auto, tomados de la mano, comenzaron el recorrido. Cruzaron una puerta de madera con detalles de lujo. Caminaron entre los pasillos y todos eran decorados por rosas y árboles, una magnitud sorprendente de hermosa vegetación.

Llegaron a una pequeña puerta a comparación de la puerta que estaba en la entrada.

Ambos se miraron de nuevo a los ojos.

—Cille —dijo Pete —. Quiero que sepas algo. Te Amo más de lo que amo a alguien, y si tienes que irte... y si por mí, tú sigues despierta, solo ve.

— ¿Estás seguro Pete? —preguntó Cille con lágrimas en los ojos.

—Tan grande es lo que siento por ti, que ya quiero que tú estés bien, sin preocupaciones, yo lo estaré gracias a ti —contestó Pete limpiando las lágrimas de los ojos azules de Cille.

—Nunca te vayas de mi corazón. Promételo Pete.

Pete besó la mano izquierda de Cille. La miró a los ojos, le regaló una enorme sonrisa llena de tranquilidad y contestó:

—Te lo estoy jurando aquí... frente a tu tumba.

Rápidamente se volvieron a unir en un beso. El último, donde Pete entregó todo lo que quedaba de su amor, su alegría. Pete le estaba dando todo a Cille en ese beso.

Los recuerdos más hermosos pasaban de nuevo por su mente, porque este fue el amor más verdadero.

Cuando dieron las seis, y su beso terminó, con las frentes unidas, abrieron los ojos. De nuevo Pete veía esos hermosos ojos azules y esa sonrisa que daba esperanza y felicidad.

Mientras el viento soplaba. Pétalos de color rosa que se juntaban en el Jardín Funerario, chocaban con la silueta de Cille, ella comenzaba a desvanecerse. Él sonreía al igual que ella, y poco a poco, dejo de sentir el contacto físico con Cille, para comenzar a sentir el contacto espiritual, el amor. Pete cerró sus ojos mientras la dulce voz de ella, sonaba en su cabeza.

EL AMOR ES PACIENTE Y SERVICIAL. NO ES ENVIDIOSO, NO PRESUME NI SE ENGRÍE, NO SE IRRITA, NO BUSCA EL PROPIO INTERÉS, NO SE ALEGRA DE LA INJUSTICIA, SINO QUE SE ALEGRA CON LA VERDAD. TODO LO PERDONA, TODO LO CREE, TODO LO ESPERA, TODO LO SOPORTA. EL AMOR ES ETERNO.

—Descansa en Paz, mi amor .


Ella Es CilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora