Capitulo 3

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Marinette llegó a la oficina de su padre y entró; ahí estaba, revisando algunos papeles.

-Te pierdes la fiesta -decía la peliazul acercándose a su escritorio.
-Me imagino que es como las otras -decía escribiendo algo en un libro-. Mañana me voy de viaje, hija.
-¿Qué? P-pero si acabas de volver del último -decía Marinette soltando un triste suspiro-. ¿T-tienes que marcharte?
-Serán unos meses... -decía tratando de ponerle minoría al asunto-, ¿qué quieres que te traiga? Las hijas de la Sra Tremaine me pidieron parasoles y... encaje... ¿y tú? ¿Qué quieres, amor?
-Ehhh...Tráeme la primera rama que toque tu hombro cuando salgas.
-Que curioso deseo -decía sonriendo su padre.
-Bueno, tendrás que cargarla durante tu viaje, y cuando la mires me recordarás. Y cuando me la obsequies, sabré que tú volviste. Y es... lo único que deseo... Sólo que vuelvas... -Marinette estaba apunto de llorar-... No importar qué...

Su padre la abrazó tratando de comprender porqué esas lágrimas salían de sus ojos.

La Sra Tremaine salían con una sonrisa del salón se hiba dirigiendo a la oficina de Tom, cuando escuchó la conversación que tenía con su hija Marinette.

-Marinette, durante mi ausencia quiero que seas buena con tu tutora y sus hijas, aunque a veces puedan ser... un tanto... difíciles -decía a Tom sosteniendo la mano de su hija.
-Lo prometo -decía con voz entrecortada su hija, Marinette la cual se notaba que había estado llorando.
-Te lo agradezco. Siempre dejo una parte de mi contigo, Mari. No lo olvides. Tu madre sigue aquí aunque no te des cuenta. Ella, es el corazón de este bello hogar, y por eso, honraremos esta casa siempre por ella.
-Todavía la extraño... ¿y tú?
-Mucho, mi cielo.

Los dos se abrazaron tratando de ocultar sus lágrimas aunque no lo lograron.

La Sra Tremaine vió todo, su sonrisa se volvió un gesto neutro. Y aunque no se podía ver su cara por el velo que llevaba puesto ese cambio de emociones se notó drásticamente.

• • •

Tom se subió a la carreta mientras que Marinette no soltaba su mano, no quería que se fuera pero no podía hacer nada al respecto.

-¡No olvides el encaje! -gritaba Lila desde la entrada​- ¡Es muy importante!
-¡Y mi parasol! -gritó Chloé-. ¡Para mi colección! ¡También así le dicen al cutis!

La Sra Tremaine solo se despedía con un pequeño pañuelo.

-¡Adiós! -Marinette llegó hasta la salida y esperó a que esa carroza ya no estubiera, quería estar con su padre hasta el último momento.
-¡Adiós, Mari! -gritaba su padre desde la carreta volteando a verla.
-¡Te quiero!
-¡También te quiero!

Cuando se desapareció la carroza entre los árboles, la Sra Tremaine se volteó para entrar a la casa sin decir ni una palabra. Chloé y Lila la siguieron, dejando a Marinette en medio de la carretera y con algunas lágrimas en su rostro.

Cuando Marinette entró a la casa estaba decidida a ir a su cuarto, cuando una voz la interrumpió de sus pensamientos.

-Marinette, querida -decía la señora con el velo la cual estaba sentada en un sillón.

Marinette retrocedió un poco y se obligó a secarse las lágrimas, pero se nota que no alcanzó a disimular su llanto porque la mujer la estaba esperando en el sillón con los brazos abiertos.

Marinette llegó y la Sra Tremaine la abrazó sentándola a su lado; a la peliazul no le importó tanto ya que sus pensamientos no la dejaban reaccionar en ese momento.

-Ya, ya. No más lágrimas -decía la Sra secándole las lágrimas con su pañuelo.
-Si, señorita Tremaine.
-Ay, deja de decirme así. Con Madame bastará -decía con un tono arrogante.

La Cenicienta •Miraculous Ladybug• [AU] CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora