Capitulo 4

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A veces, al final del día, hacía mucho frío en el ático como para pasar la noche y Marinette se recostaba junto a las tenuas brasas de la chimenea para entrar en calor.

Las campanas resonaron por toda la casa.

Ya era el siguiente día, y Marinette se había levantado tarde. Sin importar su sueño se dirigió rápidamente a la cocina para preparar y servir el desayuno.

• • •

La Sra Tremaine suspiró molesta.

-No está preparado el desayuno -decía acomodándose el velo.
-Ya está, Madame -decía en la sala en frente de la chimenea la peliazul -. Sólo avivo el fuego.
-¿En el futuro podrías no llamarnos hasta que hayas terminado? -decía al mismo tiempo en que se dirigía hacia la mesa para tomar asiento. Lila y Chloé ya se encontraban sentadas.
-Lo que desee -decía Marinette dirigiéndose a la cocina por los platos.
-Marinette, ¿qué tienes en la cara? -decía Tremaine cuando la chica regresaba con los platos.
-¿Madame? -dejó los platos en la mesa y la miró confundida.
-Son cenizas de la chimenea en forma de puntos -decía burlándose Lila.
-¡Si! ¡Y aparte su cara está muy roja!-dijo Chloé continuando la burla mientras reía.
-Vé y aséate ahora mismo -le ordenó la del velo.

Marinette cogió la toalla avergonzada y se limpió la cara.

-Llenarás la mesa de ceniza - decía Lila asqueada-, y el té también.
-¡Oh! Le tengo un nuevo nombre -decía la rubia emocionada-: Cara de mariquita.
-¿Y por qué de mariquita? -preguntaba con un tono arrogante la castaña.
-Porque aparte de estar roja, la ceniza en su cara tienen forma de motas ¡Como las de una mariquita! -Chloé comenzó a reír.
-No, no. Yo tengo uno: ¡Bichito!

Las tres muchachas sentadas rieron.

-¡Ladybug! -decía contenta la rubia-; es tu nombre desde hoy.
-Ay, niñas qué cosas inventan... -decía Tremaine con una sonrisa en su rostro.

Marinette no dijo nada. No sabía si tomárselo a broma o como ofensa

Claro que, en el fondo, sabía perfectamente lo que era.

Cuando la peliazul puso su plato y estaba dispuesta a sentarse, la Sra Tremaine la interrumpió.

-¿Y este plato? -señaló el plato de Marinette- ¿a caso olvidamos a alguien?
-Ahm, este es mi plato -decía tratando de sonreír Marinette.
-Ay... Para mi sería inaceptable que prepares la comida, la sirvas y te sientes con nosotras -decía neutra la del velo-, ¿no te gustaría desayunar cuando termines tus tareas, Marinette?; o te gustaría Ladybug - dijo levantando el tono.

Marinette recogió su plato y bajó las escaleras hacia el sótano, donde almorzaba todos los días.

Cuando bajaba las escaleras se podía escuchar aún las risas arrogantes de las tres muchachas de arriba.

La peliazul solo soltaba lágrimas; ya no le importaba llorar ni le importaba que tanto le dijeran esas tres mujeres de arriba, sus llantos eran más frecuentes y habían perdido la esperanza.

Ladybug, esos nombres tienen poder... Como los hechizos...

De pronto, le pareció que su nueva familia realmente la habían transformado en una pobre criatura de ceniza y pena.

• • •

Marinette salió en su caballo hacia el bosque, no tenía rumbo ni un hogar a donde ir, sólo quería darse un respiro y pensar. Al llegar al centro del bosque, su caballo frenó inesperadamente lo que casi la hace caer; un ciervo lo había asustado pues estaba en posición de batalla.

-Owowowow, tranquilo...-decía tranquilizado a su caballo.

Marinette no dejaba de ver al ciervo, ella sentía que éste se sentía igual que ella: acosado, triste, perseguido...
A lo lejos, se escucharon trompetas y gritos.

La Cenicienta •Miraculous Ladybug• [AU] CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora