Han habido días calurosos, pero cuando nace la noche comienza el frío, es tan helado que me arden los ojos, pero hay algo cálido que acoge mis mejillas, e incluso me da de beber, no es algo muy delicioso es salado e inclusive amargo, esperen, ¿qué hacen? ¿por qué son tantas? ¿por qué me ahogan?
Recostada en el sillón recuperándome de aquel percance con ese líquido que fluía por mis mejillas desde mis ojos, desganada y pensativa, algo comienza a arder en mi pecho, no sé qué es, pero cada vez aumenta más aquello, es como si algo en mi pecho y en mi garganta estuviesen conectados, como si también llegará hasta mis ojos y mi cuerpo entero, mis piernas tiemblan, creo que necesito ayuda, mis brazos han comenzado a hacerlo también, el ritmo cardiaco está acelerado, algo no me permite tragar bien mi saliva, otra vez ese líquido que fue acogedor en algún momento comienza a fluir de manera salvaje, ¿por qué me haces esto cuerpo? ¿que he hecho mal? ¿necesitamos ir al doctor?
Recostada por fin en cama, mirando el tic tac del reloj para después mirar hacia el techo, hay algo que me preocupa pero aún no se con certeza, estoy completamente desnuda, las sábanas han comenzado a dar picazón en todo mi cuerpo, la almohada me está impidiendo respirar libremente, el ventilador sigue su ritmo y yo solo sigo mirando hacia el techo, un sonido dentro de mi oreja, vuelve el ardor del pecho, continúa aquel líquido fluyendo, tengo a mi almohada que aunque no me permita respirar me protege, ¿qué haces? ¿por qué te has vuelto fría? ¿es por aquel líquido?
Es tarde, estuve esperándote y no llegaste, los párpados comenzaron a pesar y la cabeza comenzó a punzar, la respiración se agitó y por fin dormí; otro día más, sin ti, no quisiera mirar atrás y verte sonriendo con alguien más, he estado estos últimos días pidiendo un milagro, una señal, una ayuda, y no ha venido nada. Te he necesitado demasiado, mucho más que antes y estas ausente, volviste a repetirme que siempre estarías ahí para mí, pero no te encuentro, ¿quién apagó las luces?