Realmente te quise como jamás me imaginé querer a alguien, incontables eran las noches en las que dormía abrazada de una almohada imaginándote cerca de mí con la calidez de tus brazos rodeando mi cuerpo, recordando tus grandes ojos cafés con esas perfectas pestañas tupidas, tu respiración lenta, tú sonrisa grande y perfecta, tus cabellos ondulados ligeramente desacomodados realmente me volvían loca, jamás me deje guiar por los comentarios negativos, cosa que tú sí hiciste y tal vez ese fue nuestro mayor error, escuchaba a las personas expresarse acerca de ti, de tu persona, habían miles de comentarios negativos tanto como positivos, yo principalmente me deje guiar por mis pensamientos, mi mente estaba desequilibrada al igual que el ritmo de mi vida, probablemente me era necesario un empujón a la realidad para alejarme de mi cuento de hadas, de eso te encargaste tú haciendo añicos mi mente de una manera perversa, sentía la necesidad de hablar contigo todos los días, de estar mirando tus ojos por un largo tiempo, aún el silencio era cómodo cuando de ti se trataba, pero la vida dio una maquiavélica vuelta aclarándome él paisaje, no sabía lo que tenía y mucho menos lo que quería, agradecía a las constelaciones el haberte puesto en mi camino pero ese fue Dios, le reproché tanto a Él y les agradecí tanto a ellas que mi mente lunática explotó dejando un hueco vacío obstruyendo lo positivo y anhelando lo negativo, son tantas las teorías de la creación del universo como tus ganas de estar conmigo, muchas tienen lógica pero ninguna es realmente comprobada, los astros se quedaban cortos cuando de mis ojos hablábamos cuando te veían sonreír y triunfar, siempre estuve para ti sin darme cuenta de que tú no eras para mí, tampoco me fijé que tú no me querías de la manera en la que yo lo hacía, pero tú me hiciste hacerlo, fuiste lo que es el polvo cósmico para las estrellas y los planetas en mi mundo infeliz, te marchaste sin decir adiós y no dejaste ni siquiera una nota, una última despedida y ni siquiera el único "te quiero" sincero que pudo haber salido de tus labios, he aprendido con el paso del tiempo que nunca será lo que uno quiera si el destino no lo quiere así, y aunque las enseñanzas duelen, permanecen.