Mamá, discúlpame por todo lo que me diste y no supe valorar, por todas las veces que te desee algún mal después de algún regaño, aquellos momentos de tu soledad en los que más te abandoné, todas tus lágrimas derramadas a causa de mi estupidez.
Papá, perdóname infinitamente por no saber apreciar todo el arduo trabajo que hiciste día y noche con tal de mantenerme feliz, no escucharte cuando un consejo me dabas, o simplemente ignorar tus necesidades.
Hermano mayor, ten clemencia sobre todos mis errores, no acepté lo que realmente fuiste para mí, siempre fuiste especial, más de lo que imaginas, no estuve en tus peores momentos y aún así me permitiste estar en los mejores.
Hermano, absuelve de ti todos tus malos recuerdos sobre mí, no hay día que no piense en la manera que te hice mal, que te hice mirar el cielo gris y aquellos momentos en que no valoré tus miradas de ternura o tus sonrisas de angustia.
Hermana, quita todo lo que nunca hice por ti, todas las veces que no te supe escuchar o apoyar, te dejé cuando más me necesitaste y nunca te pedí volver aunque siguieras aquí después de que te abandoné.
Niños, permítanme redimir todo el caos que pude causar en ustedes, todos los malos recuerdos y vagas angustias, todo aquello por lo que no quise que pasaran lo hicieron y todo por mis errores.
A pesar de todo aquello son las personas que más puedo amar en esta vida, y si hay otra vida quisiera poder tenerlos en aquella también, no hay cosa más fría y más cruel que el sentirme tan sola teniéndolos a ustedes sosteniéndome de la mano, han estado tanto para mí que quizá su estructura se ha ido debilitando, me siento desmesuradamente mal al saber que no puede ser mutuo, es donde le encuentro menos sentido a la vida y sigo preguntándome que hago aquí si solamente les hago más daño, quisiera poder sanar las heridas con tan solo una sonrisa, tristemente ni siquiera me alcanza la vida para sonreír.