Capítulo 4

962 99 63
                                    


Todo acabó en un solo movimiento cuando Hibari apuntaba a Gokudera con un arma tomada de algún subordinado. Reborn se hallaba siendo detenido por Yasu, quien con esa risa demente sangraba, pero que daba pelea



—kamikorosu – gruñó y Tsuna al ver aquello, forzó su cuerpo a moverse

—maldito Hibari – bufó la tormenta que escupía la sangre de su boca – te confiamos la protección del décimo y lo has mancillado – escupió con rabia manchando la mano cercana del azabache que sostenía el arma

—ustedes son el problema... y lo voy a arrancar de raíz – su mirada oscurecida por la ira no se despegó de los ojos esmeraldas de la tormenta, quien ni en ese punto dejaba de ser furiosa y altanera – muere, herbívoro

—por favor... Ya no – Tsuna se había movido, corrido, al menos intentado hacerlo y aun cayéndose en ocasiones, lo logró. Temblaba al estar en frente de Hibari, interponiéndose en la ruta de la bala que saldría del cañón – Kyoya... por favor

—décimo, no lo haga – susurró Hayato, pero no podía siquiera acercarse los pocos pasos. Tenía una herida en el costado y un tobillo roto en totalidad – ¡décimo, no haga eso! – gateó un poco, arrastrándose intentando llegar hasta su cielo

—ya basta... No lo mates.... Porque iré contigo – Tsuna cerró sus ojos al decirlo. No podía simplemente dejar que su familia fuera asesinaba, se resignó a lo que estaba a punto de decir a pesar de que no fuera verdad – Porque te amo, Kyoya – lloraba lleno de pánico al ver la sonrisa de Hibari

—hum – emitió aquel sonido satisfecho por las palabras del castaño

—por favor... iré contigo... no los dañes

—¡décimo!

—¡calladito te ves más bonito! – añadió un castaño golpeando el rostro del peliplata caído. Yasu hizo que la mejilla de la tormenta tocara el suelo y lo hizo callar – Hibari-sama... vámonos. El castaño ya es suyo

—no lo dañes – rogó Tsuna e iba a detener a Yasu, pero el agarre de Hibari lo detuvo

—sólo mírame a mí – susurró el azabache jalando a Tsuna hasta tenerlo de frente. Le acarició las mejillas, limpiando las lágrimas, lo besó con ternura que solo mostraba con el cielo... su cielo y el de nadie más

—lo haré – Tsuna tembló al sentir el apretón en su hombro y en su cabello, cerró los ojos y soltó el aire en un sollozo

—pero debes aprender – los ojos de Tsuna se abrieron instantáneamente – me obedecerás, porque solo yo puedo mantenerte a salvo y seguro – Kyoya apretó su puño y lo incrustó en el vientre de Tsuna – solo quiero tu bienestar... porque te amo

—¡TSUNA/DÉCIMO/SAWADA/BOSS/VONGOLA/TSUNA-NII! – fue el grito grupal lleno de pánico al ver la agresión. Tsuna esperaba un hijo y Hibari lo sabía, ¿cómo pudo hacerle eso?

—Hiba... ri – susurró Tsuna al sentir el segundo golpe y el dolor surcar todo su cuerpo. Sus lágrimas volvieron – yo... estoy... — un duro golpe más y esas llamas esparcirse por su cuerpo

—¡un castigo! – Yasu estalló en risas y pateó lejos a la tormenta – ¡ese es el Hibari que amo!

—ATAQUEN – Reborn dio el grito de mando. Voz potente y dura, promesa de muerte en un solo alarido – traigan a Tsuna – habló con dolor al escuchar el primer gemido lastimero de su castaño alumno y su cielo eterno



Intentaron impedir que se lleven a Tsuna de inmediato. Acabaron con los enemigos que aún estaban en pie. Corrieron presurosos, pero se toparon con una barrera llamada Yasu. Lo ignoraron en un principio para correr donde estaba Hibari, quien cargaba a un Tsuna que lloraba y sollozaba debido al dolor de lo que empezaba. Un calvario causado por el proceso de aborto forzado por los golpes precisos que recibió. Pero se detuvieron al escuchar el grito de Lambo y ver el destello verdoso de esas llamas. Yasu había atacado al avión, con ello no solo Lambo, los tripulantes y cercanos, estaban en peligro, sino... Mai. Y la bebita tenía prioridad por, sobre todo, porque era el legado de Tsuna

Mitad de ellos a salvar a la siguiente heredera de Vongola. Heredera que, junto con su hermano mayor, al que dejaron con Bianchi, Nana e Iemitsu en la mansión, debían vivir sin problemas. La otra mitad a salvar al décimo capo secuestrado por años, para devolverle al puesto que le pertenecía y que temporalmente lo ocupaba Xanxus. Varia, desde Italia, se hacía cargo de todo en la familia, pero en Japón estallaba el caos. El avión estaba en llamas, Lambo corría con Mai en brazos, los enemigos eran destrozados por Nagi... y Yasu dejaba el camino libre para que Hibari se llevase a Tsuna




—seremos felices, Tsuna – Kyoya besaba a Tsuna a quien cargaba en sus brazos – nadie nos separará... ni siquiera tú mismo

—por favor – susurró Tsuna tocándose el vientre con desesperación y sintiendo aquella vida diminuta en su interior, morir poco a poco – salva a nuestro hijo – suplicó agarrándole de la camisa

—no – Tsuna se quedó mudo al escuchar esa respuesta dura, sin emoción, sin nada — Porque estás castigado. Nunca debiste escapar –

—no – gimoteó con desesperación ante tanta crueldad – por... favor... no lo haré más... por favor

—el único que me interesa eres tú, Tsunayoshi

—pero son tus hijos – gimoteó ya sin fuerzas y sintiendo la inconsciencia llegar

—tendremos otro... se puede reemplazar

—eres... cruel – susurró antes de girar su rostro y a lo lejos ver a su antiguo tutor, quien con arma en mano se abría camino – por favor – susurró y lo último que vio fue a Reborn... Tsuna, con la mirada, suplicaba que lo salvaran



Pero eso no fue posible. Hibari salió de allí con un cielo inconsciente, con Yasu protegiéndole las espaldas a balazos, ilusiones, carcajadas y demás. Tomaron un auto con tranquilidad y se fueron. Los Vongola sufrieron de una derrota más, agravada cuando soldados ocultos hicieron estallar todos los medios de transporte cercano y huyendo en los restantes. Lambo había sido bien protegido por Ryohei y a su vez la pequeña Mai estaba bien

El llanto desesperado de Mai mató el silencio que se formó tras el caos, ese doloroso llanto que significaba que el cielo de nuevo fue atrapado. Nagi sollozaba al ver a la pequeña criatura cuyas manitas se elevaban al cielo buscando a su progenitor. Lambo lloraba en silencio porque no pudo hacer más que proteger a la bebita y solo observó como Hibari se llevaba al que consideraba su hermano mayor



—no es tiempo de lamentarse – dictaminó un hitman que limpiándose el polvo se levantó

—ya llamé a los refuerzos – habló Yamamoto que salía con la espada rota y un corte profundo en su pecho – no dejaremos que vaya lejos

—Mai, cálmate... traeremos a Tsuna – sollozaba Lambo acunando a la pequeña

—ya no habrá piedad – rugió el hitman mirando a todos – aun si Tsuna me odia después...

—¿Qué quieres decir, ex arcobaleno? – gruñía un frustrado Mukuro que escupía el líquido rojo acumulado en su boca

—la nueva orden es... matar a Hibari Kyoya y a todo aquel que se interponga

—si queremos destruir al friki de las peleas – hablaba Hayato quien era atendido por Ryohei y sostenido por Yamamoto – debemos... matar a ese tal Yasu primero

—hay que hacerlo – bufó Reborn y ocultó su mirada debajo de la fedora recuperada 



Continuará... 



Notas finales:

¡Tengo gripe! Es horrible y aun así actualizaré XD

Bien, ya me llevó un comentario en dónde discutían mi salud mental (eso fue en "Poblemas de clase")... así que... ME REÍ.... ME REÍ JUERTE... ok. No sé que tan loca creen que soy... ¿en serio piensan que estoy loca?... me gustaría saberlo

Solo diré que la explicación a un par de cositas, estarán en el siguiente capítulo, el final y que consta de dos pequeños extras ^^

Yo solo quise ver todo este amor desde una perspectiva exagerada y diferente. 

Muchas gracias si es que alguien logró llegar hasta aquí, y tómense su tiempo para leer lo que falta

Muchos besos~

Mi adorable obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora