3. Seúl, año 1789

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(Han pasado 66 años desde de los sucesos del primer capítulo y 28 desde el segundo)


Seung Hyun caminaba por las calles de Seúl, estaba en esa ciudad por tiempo limitado, había una epidemia de gripe y mucha gente estaba muriendo, los ángeles de la muerte no daban abasto y mandaron a pedir refuerzos a otras localidades que no tuvieran tanto trabajo. Seung era uno de esos refuerzos, debía estar ahí durante un mes.

Había tenido mucho trabajo en la capital, recién cuando llevaba ya dos semanas obtuvo un día libre, se pudo quitar el traje y se fue a caminar por las calles solo por pasear. Era el anochecer y se dirigía a pasar la noche en la pequeña casa de madera que Dong Wook, como su jefe, le ayudo a arrendar.

Avanzaba distraído pensando en lo hambriento que estaba y en el inusual color naranja brillante del atardecer, tan solo faltaban unos minutos para llegar a su destino, la calle por donde transitaba se encontraba vacía a excepción de un hombre apoyado en una de las murallas, no le prestó atención, solo paso a su lado sin mirarle el rostro.

— Puede hacer conmigo lo que quiera la noche entera a cambio de techo y comida... — menciono la persona a sus espaldas.

Seung Hyun se paró en seco, era una voz conocida, hace muchos años que no la escuchaba, pero aquella voz podía reconocerla así pasaran millones de años, se dio vuelta y lo confirmo, su cuerpo era muy joven, no debía tener más de veinte años viviendo esa vida, su cabello era de color amarillo, los genes de ese cuerpo lo habían vuelto rubio.

— ¿Le interesa? — pregunto el joven separando la espalda del muro.

El mayor no respondió nada, solo se acercó al otro y lo tomo de los hombros, examino su cara como tratando de confirmar que no fuera una alucinación lo que estaba viendo.

— Eres tú... — dijo Seung en un susurro.

El muchacho estaba confundido, también un poco asustado, pero su rostro se mantenía serio, su vida en la calle y su trabajo vendiéndose a sí mismo le habían enseñado que nunca debía mostrarse débil, la gente solía aprovecharse de los frágiles.

— De verdad eres tu... — repitió con los ojos empañados, sin poder aguantar más la felicidad se abalanzo a sus hombros y lo abrazo muy fuerte, llevo una de sus manos a su nuca y acaricio entre sus cabellos — no puedo creer que te tenga frente a mi otra vez mi pequeño SeungRi...

Ri, quien tenía un nombre diferente en esa vida, ahora estaba más confundido, seguramente ese hombre pensaba que era alguien más, estaba pensado si debía sacarlo de su error o no, quizá podría aprovecharse de su confusión para obtener el techo y la comida que necesitaba. Como no estaba seguro de que debía hacer, solo se quedó inmóvil dentro del abrazo, después de todo el toque no se sentía tan mal, siempre tenía que soportar el asqueroso manoseo de todo tipo de extraños, pero podía sentir que ese abrazo no tenía malas intenciones, hasta era un poco cálido.

Seung Hyun reacciono al darse cuenta que el muchacho ya no era su hijo, ahora tenía otra vida y quizá lo estaba asustando con su saludo tan efusivo, lo soltó lentamente con los ojos aun brillantes por las lágrimas que acunaba en sus cuencas.

— Perdón... — dijo cuando termino de soltarlo por completo, su rostro estaba sonriente — es que te pareces mucho a otro persona.

— Me lo imagine — Ri le devolvió la sonrisa enternecido por el rostro del extraño, también porque debía caerle bien, parecía que podía ser un buen cliente y no quería perderlo — ¿Le interesa la oferta?

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