5. Busan, año 1790

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— Au... — murmuro Seung Hyun medio dormido, ya había amanecido, casi despierta por sí solo, hace algunos minutos que estaba en ese delicado estado de seminconsciencia antes de abrir los ojos, pero un pequeño golpe en su rostro lo termino por despertar.

Cuando miro se encontró con su visión obstruida, Ji Yong se había movido a su lado de forma tan escandalosa que termino con una mano encima de su cara. Seung tomo la mano ajena y la quito con delicadeza para no despertarlo, la acuno entre las suyas contra su pecho y miro a su hermoso rubio que dormía profundamente a su lado, se dedicó por varios minutos a mirarlo dormir, su respiración era muy sonora por el resfriado que lo estaba atacando, Seung estaba muy preocupado, comenzaba a pensar que había algo más ahí, llevaba ya un mes resfriado y la enfermedad no parecía disminuir.

Besó la mano y la deposito con cuidado en el colchón, se levantó muy lento para no despertarlo, aprovecharía y seria él quien preparara el desayuno ese día, siempre Ji estaba muy preocupado de hacer todo en la casa, lo cuidaba demasiado, así que el mayor pensó en aprovechar su día libre y que la enfermedad tenía más somnoliento a Ji para levantarse primero y prepararle el desayuno.

Era verano, los rayos del sol entraban furiosos por el ventanal de la sala cuando Seung Hyun llego a ella, camino a la ventana y la abrió, miro un momento el exterior con las manos posadas en los costados, el cielo era muy azul, podía ver algunas copas de árboles y uno que otro pájaro pasar, dio un suspiro feliz, el cielo era hermoso como Ji Yong, después de dos años viviendo juntos y amándose como a nadie Seung Hyun asociaba todo lo hermoso a Ji, todo lo bueno, todo lo dulce, toda su vida giraba a su alrededor y se sentía pleno de tenerlo a su lado.

Dong Wook lo había regañado hasta el cansancio diciéndole que ese niño lo haría sufrir, que era mejor estar solo, él tenía la acertada creencia que sus trabajos como ángeles de la muerte era una especie de pausa para sus almas, sus pysches estaban congeladas en esos cuerpos prestados, solo debían hacer sus trabajos y ser pacientes hasta que sus años se cumplieran y poder continuar con su camino, no debían echar raíces o crear lazos tan fuertes con otros, eso solo causaría sufrimiento. Dong Wook creía, otra vez de forma muy acertada, que Seung sufriría por culpa de Ji, por culpa de su mortalidad y es que sus años como parca le habían enseñado muy bien que la muerte era la fuerza más grande del universo, ni el amor, ni dios, ni nadie podían con ella.

Seung Hyun tenía claro que el día de despedirse de nuevo de Ji llegaría y que teniéndolo cerca probablemente lo mandarían a él a recoger su alma una vez más, trataba de no pensar en eso, pero los dos años que llevaban juntos habían pasado tan rápido que lo hacían alarmarse, el tiempo parecía volar a su lado y temía un día despertar y ver a un anciano agonizante junto a él, temía no aprovechar bien el tiempo.

Seung reflexionaba sobre todo aquello mientras preparaba el desayuno, el resfriado de Ji lo hacía ver frágil y eso lo tenía sensible respecto al tema.

— Seung — salió Ji de la habitación frotándose un ojo — preparaste el desayuno.

— Si, siéntate, está listo — el mayor le sonrió mientras dejaba algunos utensilios sobre la mesa.

— Debiste haberme despertado — se agacho en el suelo frente a la mesa, enseguida el otro le puso una taza humeante de limonada en frente.

— Te veías muy bonito durmiendo — se sentó frente a él y acuno una taza de café entre sus manos sonriéndole — además estas enfermo...

— Es solo un resfrió — dijo y levanto con ambas manos su taza, le dio un muy pequeño sorbo para no quemarse.

— Pero puede empeorar, debes cuidarte.

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