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Regla nº1 de un rollo de una noche: despiértate el primero. Eso es esencial. Si te despiertas el primero, eres quien maneja la situación.

Tienes cuatro opciones:

Puedes decidir si quedarte en la cama y tener un coito mañanero.

O puedes ducharte con la esperanza de que se despierte y se vaya antes.

O mejor, salir de la escena medio vestido y bajar al desayuno del motel.

Esa mañana, Vadim se decidió por la última opción. En ese momento solo puede pensar en un café cargado junto a un plato repleto de tortitas con sirope de arce. Le ocurre esto cuando tiene una mala resaca, su cuerpo le ruega abastecerse de carbohidratos.

En el bufé vacío, Vadim bebe café mientras lee el único periódico del motel.

—¡Vadim! —le llama Joaquín cuando sube a recepción—. Que mala cara traes, ¿noche movidita? Tranquilo, la costa está despejada. Tu ligue de anoche acaba de irse—. Vadim se mira el reloj. Es mediodía—. Enhorabuena, no sabía podías llegar a tener buen gusto. ¿Era una prostituta de lujo? Dímelo, anda. ¿Lo era? Porque te puedo asegurar que puedo distinguir a unos tacones Prada con los ojos cerrados.

—¿Y yo que sé? No me cobro así que lo dudo.

No añade que es una mujer casada, algo que no debería molestarle tanto. En cambio, le ha dejado un regustillo amargo en la boca, y no solo por el tequila, sino como si hubiese hecho algo verdaderamente malo a una familia, a unos hijos, a ella...

Normalmente no le gustaba meterse en problemas de parejas. Alguna que otra vez se había acostado con mujeres casadas porque ellas lo querían así. Se acercaban y le rogaban hasta que él se enconía de hombros y las invitaba a su cuarto. Jamás se lo había ofrecido a una. Pero ella parecía tan triste bebiendo en esa barra a solas, vestida de negro en ese tugurio, que Vadim quiso proponérselo. Para saber si aceptaría o no. Y ella había parecido asqueada por la idea. Así que Vadim le susurró una mentira, que él podría hacerla feliz. ¿Por qué había mentido así? Acostarse con un extraño no le iba a traer más que remordimientos y lo peor es que se le estaba pegando a él.

Su vestido negro había sido lo primero que le había llamado la atención. Le recordaba a los vestidos negros que llevó su abuela durante toda su vida después del asesinato de su abuelo por el NKVD. Además, mientras la observaba desde el extremo contrario de la barra, se sintió incapaz de apartar los ojos de su forma de observar el fondo del vaso. Parecía ajena al mundo, ni siquiera dándose cuenta de quien la acechaba por detrás; los indeseables que se sentían atraídos a ella como polillas a la luz.

No había podido contenerse cuando vio a ese tunante ponerle algo en la copa. Primero se acercó a ese indeseable y le amenazó hasta que se fue con el rabo entre las piernas. Cuando volvió, ella tenía la copa en su mano, y Vadim no tuvo más remedio que intervenir.

—¿Le estabas haciendo un favor? —le pregunta Joaquín.

—Al contrario, el favor me lo hizo ella a mí —le contesta con un guiño.

—Entonces avísame alguna noche para hacerme a mí el favor.

Joaquín se ríe enseñando los diente de arriba.

El motel Gran Paraíso** es para quedadas entre homosexuales. O personas como él que han decidido hacer del motel su morada temporal. Era un lugar discreto en mitad del centro. Además, Joaquín y Vadim se habrían hecho amigos al segundo. Sobre la primera mañana cuando él apareció a desayunar con solo una toalla.

—¿Qué tal ayer?

—Horrible, Joaquín, no sé si debería haber ido.

Esa tarde había asistido al funeral de su sobrino segundo.

—Vadim, si necesitas animarte... estaré todo el día en mi cuarto.

—Más quisieras.

Al llegar al tercer piso andando, Rosita estaba saliendo con su carrito de la limpieza.

—¿Por qué apesta tu habitación a tequila?

Rosita es una mujer de mediana edad, un poco encorbada. Más de una vez le echa la bronca por dejar el cuarto hecho una leonera. Y eso ocurría todas las noche. Por eso ella sabía que debía venir a la una de la tarde, para evitar situaciones incómodas como la semana pasada.

—Siento lo de anoche. ¿Quieres que te ayude a recoger?

Rosita niega con la cabeza.

—Deberías salir más con esa mujer, al menos ella recoge el destrozo por donde pasa. No como las otras. O tú.

Como de costumbre, Vadim le da un billete de cinco euros. Al entrar, el cuarto se lo encuentra recogido, incluso su chaqueta está colgada en el armario.

Vadim se echó sobre la cama después de cerrar las persianas. Su piel huele a ella, a tequila y perfume caro.

Su cabeza volvía a molestarle y se fue al baño a por una jarra de agua.

Entonces, se acuerda de sus ojos vidriosos. Por más que quisiera acordase de cada detalle, no llega a saber que ocurrió después de que él la abrazada en la cama y la acunase hasta que terminó de llorar.

Aunque...

En un algún momento de la noche, sin saber como, se había encontrado envuelto en ella como una mantis ardiente mientras ella bajaba su boca por su tórax hacia abajo... después de eso no se acordaba de nada más. El tequila 'Patrón' había hecho sus estragos. Sabía que no debería habérselo ofrecido. Ni tampoco beberlo con un estomago vacío.

Sabor A Tequila BaratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora