La cabaña de invitados se convierte en el refugio de Vadim Shabunin. La casa de invitados de Vladimir está dividida por la mitad como si fueran dos apartamentos independientes. El apartamento de Vadim tiene una cocina, pequeña pero cómoda, con una isla como bar y un salón adjunto con un sofá cama y una televisión de ultima generación.
Vadim no se crio viendo la televisión, como los niños de ahora, pero no puede apartar los ojos cuando ponen una película de vaqueros antigua. Son las mismas historias que le contaba su padre cuando era pequeño y él creía que se las inventaba en su cabeza.
A cada lado de la televisión hay una estantería vacía, con objetos de decoración sin mucha personalidad, como un jarrón blanco y un jarra con piedras negras. Al llegar, lo primero que Vadim colocó fueron sus dos libros favoritos en ruso original que lleva consigo desde los dieciocho. Desde la antología de Pushkin a las Memorias de un Cazador de Turguénev. Vadim nunca ha tenido la concentración de Vladimir para leer tomos enteros y por eso prefiere las historias cortas. Aunque por supuesto, al haberse criado en Georgia, su favorito son las leyendas de Aleksandre Qazbegi y sus relatos de las montañas del Cáucaso. Subiendo las escaleras sin barandilla, el dormitorio es una bajo cubierta con dos velux donde mirar las estrellas y disfrutar del aire fresco de España.
A pesar de saber un poco de cocina, la señora Marín le prepara cada día un plato preparado con esmero y cuantas más semanas pasan, más depende de sus cuidados; dejándose mimar. La mujer sabía cocinar.
A veces decidía comer con Vladimir en su despacho en el hospital y otras veces comía con sus nuevos amigos madrileños. Entre esos amigos está Joaquín y algunos empleados del hotel. Aunque sin la menor duda, con quien más tiempo pasa es con los empleados de Vladimir, que viven detrás del garaje, en una caseta mucho menos hogareña que la de Vadim. A Vadim le gusta pasarse por su caseta, ya que tiene una sala común con toda clase de distracciones, desde una mesa de futbolín hasta televisión de plasma con toda clase de VHIs y DVDs. La caseta utiliza bien el espacio. Encima del garaje hay tres pequeños dormitorios idénticos con su propio cuarto de baño. A veces, cuando la asistenta externa no pasaba desde hacía una semana, la caseta daba asco y la Señora Marín no entraba por ahí para limpiar ni a tiros.
La primera noche, Feofan le retó con vodka importado a jugar una partida de durak. Al final, el tonto del durak fue Borya y acabó bebiendo casi media botella en menos de un minuto. El juego le recordaba a Vadim su vida durante la guerra de Abjasia. En ese entonces no se le daba tan bien contar cartas.
De entre los empleados de Vladimir, con quien menos congenia es con Ilya quien actuaba como un ermitaño hosco. Mucho mayor que Feofan y Borya, no pega en ese entorno desenfrenado. Feofan y Borya le ignoraban cuando Una noche, Vadim le preguntó a Vladimir cual era su rol y él simplemente contestó que era el chofer de Ghazalia. Aunque por su tono parecía indicar que era su cuidador.
Y es cierto, de las pocas veces que se topa con ella, la mujer de Vladimir se porta extrañamente cercana con el empleado, como si compartiesen un secreto. En una ocasión, cuando creían estar solos en el jardín, les observó sentarse cerca del agua, sus pies descalzos dentro del estanque mientras jugaban a salpicarse. En otra ocasión, cuando Ilya estaba ofuscado arreglando un motor en el garaje, ella se acercó por detrás y le asustó besando su calva llena de pecas.
Vadim se cuestiona a veces si son amantes.
No le sorprendería.
La mujer de Vladimir parece vivir en el limbo. A veces la contempla mirando las nubes, y pocas veces leyendo bajo la sombra de un árbol; su vientre más pronunciado con cada mes de embarazo. La atisba desde las ventanas de la casa principal cada martes y jueves dando clases particulares al sobrino del chofer y cada día otras persigue al perro de la familia o juega con sus hijos en el jardín.
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Sabor A Tequila Barato
RomanceEL TEQUILA NO DEBERIA MEZCLARSE CON LÁGRIMAS Ghazalia Sorelle está casada con Vladimir, jefe secreto de la sede de mafia rusa en España, traficante de organos. Casi vendida como mercancía por su padre, sabe que podría poner en peligro a sus hijos si...