Cap.16

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– _____ – Harold posó una mano en mi hombro –, ya está todo listo, ¿subimos?

– Sí, claro.

Me eché mi mochila al hombro y caminé junto a Harold por el recibidor del hotel. En cuanto nos montamos en el primer ascensor que vimos libre, él pulsó el botón de la séptima planta y comenzamos a coger altura cada vez más rápido.

– Toma, esta es la llave de tu habitación – dijo tendiéndome una tarjeta dorada –. Queda justo al lado de la mía.

– ¿No me quedaré contigo?

– Supuse que necesitarías intimidad. Ya sabes no quiero entrometerme en nada – se alzó de hombros mientras sonreía.

– Pues en ese caso, gracias – murmuré algo resignada. Dos habitaciones implicaban el doble de dinero de lo que se gastaría en una sola. Y encima eran habitaciones de las caras.

Tan solo unos pasos tuvimos que caminar hasta llegar frente a nuestros respectivos lugares de descanso.

– Ahora duerme un rato. Yo mismo te llamaré a la hora de la cena para bajar al comedor – me dio un beso en la mejilla y un casto abrazo –. Si necesitas algo, ya sabes, toca la pared – rió.

– Está bien – comenté con una sonrisa de medio lado.

Abrí la puerta con la tarjeta y ante mi vista quedó una impresionante y lujosa habitación de hotel digna de las cinco estrellas otorgadas que tenía. Los muebles eran muy sofisticados y modernos, de colores claros y agradables a la vista. El aire estaba impregnado de una fragancia suave y fresca, acorde con la imagen que daba todo el conjunto del mobiliario. Era todo muy elegante, como Harold. Él era fiel a su estilo. 

Avancé por un pasillo de apenas un metro y me topé con una cama de matrimonio demasiado grande para mí. Frente a esta había una puerta que daba a un vestidor –el cual no utilizaría–, y a un lado un enorme ventanal, incluso más grande que el que tenía Harry en el hospital.

Me acerqué al ventanal y, al abrir las ventanas de par en par, el piar de innumerables pájaros procedentes de un frondoso parque llegó hasta mis oídos. Aquella era la imagen más bella que tenía en semanas, quizá hasta en meses incluso.  

Dios, aquello era demasiado para mí.

Tiré mi pequeña mochila al suelo y en menos de un segundo, me dejé caer pesadamente sobre la mullida cama. Llevaba sin dormir bien bastante tiempo y supe que, por una vez en semanas, conseguiría hacerlo plácidamente sin ninguna interrupción.

                                              *     *     *

– Mmm… – me revolví intentando desperezarme sobre el edredón.

Abrí los ojos desganada, apoyándome en mis antebrazos. Giré mi cabeza y me di cuenta de que la ventana seguía abierta y aún seguía siendo de día. Al parecer sólo había dormido un par de horas, lógico que aún siguiera teniendo sueño.

Me levanté, agarré mi mochila y me metí en el cuarto de baño, necesitaba un buen baño que consiguiera relajarme por completo. Normalmente aquellas cosas no me las podía permitir, pero ya que me daban la oportunidad de disfrutar, tenía que aprovechar.

Una hora después, estaba como nueva frente al espejo trenzando mi pelo recién secado. Unos golpecitos en la puerta me distrajeron.

– _____ – oí a Harold desde fuera –. ¿Despertaste por fin?

Abrí la puerta y lo saludé.

– Oh, veo que sí – me sonrió –. Espero que te hayan sentado bien estas dieciocho horas de sueño, ahora toca charla.

Vuelo 1227Donde viven las historias. Descúbrelo ahora