Capítulo 4

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Scorpius. Él me miraba, no: me acosaba con su mirada y me saludaba con un ademán de mano. Estaba en la fiesta ya que al ser tan populares todos querían asistir, incluso los de Slytherin, y lograban hacerlo sin importar el posible castigo con McGonagall que podían tener.

—Deja de mirarme, asustas—le dije.

— ¿Qué? No te miraba a ti, no eres el centro del mundo, Lilianne—parecía ofendido. Seguramente lo estaba, por la escenita de hace un rato en el Gran Comedor.

Pero yo estaba más enojada ahora.

— ¡NO ME LLAMO LILIANNE! ¡SOY LILY! —grité con los nervios de punta.

¿Por qué nadie parecía conocer mi nombre? Annabeth era la única además de mi familia (exceptuando mis primos y hermanos que lo hacían para molestarme) que no me había dicho ni una vez Lilianne, ese horrible nombre.

Scorpius me miró pasmado y señaló hacia atrás mío al tiempo que replicaba:

—Como sea, estaba saludando a Rose, Lily—hizo énfasis en la última palabra.

Me giré para corroborarlo, y efectivamente era cierto. Mi prima estaba mirándome conteniendo la risa. No le salía muy bien, soltó una carcajada.

—Ah, sí, claro —pensé cómo zafar de ese incómodo momento, hasta que se me ocurrió engañarlo— ¡Mira! ¿Ese es Albus con una chica?

— ¿Qué? —Se dio vuelta para registró el lugar en busca de mi hermano— ¿Dónde está? ¡Esto es nuevo!

Aproveché y salí corriendo entre la multitud. Estaba siendo algo cruel al usar la vida amorosa de mi hermano como ejemplo para distraer a su mejor amigo, pero había sido un buen engaño. Se la había creído y todo. O sea, ¿quién no? ¡Albus era muy tímido!

La fiesta estaba tan llena de gente que apenas podía abrirme paso. ¡Casi me sacan un diente! Además, la música estaba muy fuerte como para que me escucharan decir "cuidado", "permiso" o "mueve tu trasero" millones de veces en mi intento de pasar.

Cuando logré salir de ese mar de personas (de una forma muy poco glamorosa, a decir verdad) avisté al chico más guapo del mundo contemplándome caer muy estrepitosamente.

Así que ese era Tyler Wood. En un milisegundo pude ver que era igual a como todos decían: un chico muy lindo y despreocupado, siempre feliz y amable.

Ahora, FRED ME HABÍA PUESTO EL PIE, POR ESO ME CAÍ.

—¡¿Qué te pasa?! —solté furiosa a ese simio pelirrojo que tengo como primo. Le pegué un puñetazo en la pierna con toda la fuerza que pude. Creo que a mí me dolió más que a él.

La verdad me llevaba bastante bien con mis primos. Los quería mucho y todo eso, pero odiaba cuando yo era el blanco de sus bromas.

— ¡Pegas como una niña! —contestó entre risas en tono de burla.

—Freddie, es una niña—terció James apareciendo de la nada. Me ayudó a levantarme tomándome de la mano y me arrastró a un costado de la sala. —Justamente por eso, ¿qué haces aquí, Lilianne? —ahí estaba de vuelta ese nombre. Él hizo un gesto de autoridad y cruzó los brazos—Te dije que no vinieras.

—Yo hago lo que quiero, James. Tengo la edad suficiente para decidir por mí misma qué hacer y qué no.

— ¡Tienes once años, Lily! —se agarró de los pelos y me miró fijamente. Como odiaba que mis hermanos hicieran eso... Si no estaban tirándose del cabello, se lo estaban revolviendo, y era exasperante. — ¡Deja de hacerte la madura!

—No me iré. Deja de sobreprotegerme.

—Entonces seguirás mis reglas —contestó—. No chicos, no alcohol, no hacerte la linda y no Tyler Wood. Veo tus intenciones jovencita, y no me gustan—ups, ¿tan obvia era?

Señorita ProblemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora