Era sábado, y, como todo sábado, la abuela Pam durmió hasta las 11:00 y yo, sin embargo, me levanté a las 8:00, tomé un plato de cereal con leche y encendí la televisión, no había nada interesante que ver, así que decidí poner el DVD de mi serie favorita I Love Lucy, eso sí que es comedia.
Yo estaba muy concentrada mirando la tele que no me había dado cuenta de que la abuela Pam me estaba llamando.
—¡EUFI! —me gritó histérica.
— ¿Sí? ¿Me estabas llamando?
— Que si te estaba llamando, casi me quedo sin voz de tanto hablarte.
— Ya abuela, está bien —yo todavía seguí distraída con la TV
— Eufi, EUFI, ¡¡EUFI!!
— ¿Sí?
— Ve a comprar comida china y tráeme un wantón.
— ¡Abuela, son 5 cuadras!
— Comida china o panza recalentada.
— Ok, voy en 5 minutos.
Salí a comprar la comida china y me encontré con el señor Lustan, uno de los exesposos de mi abuela.
— ¡Eufi! ¿cómo estás querida? ¿cómo está tu abuela?
— Muy bien señor Lustan, gracias.
El señor Lustan me preguntó con un tono de intriga y un tanto picaresco a la vez.
— ¿Está casada?
— ¡Ah! no, no lo está.
— Qué bien, entonces le haré una visita, ¿qué te parece? ¿eh?, no respondas, ¿chocolates o flores? Sí, sí las dos cosas, adiós Eufi, un gusto verte.
Yo quería ayudarlo, en verdad, quería advertirle que la abuela Pam estaba un poco susceptible, ¿un poco?, bueno tal vez demasiado, pero él no me dejó decir ni una sola palabra, no señor. Pensándolo bien, aunque le dijera algo, no me haría caso.
Una cuadra antes de llegar a la comida china vi como si una estrella del mismo cielo hubiera caído y no dañara la vista a nadie. Un poco poético ¿no?, bueno, la verdad es que Esteban estaba al otro lado de la calle y el brillo era por su espléndida sonrisa.
De pronto miró donde yo estaba ¡wow! Y yo no había hecho nada raro o curioso que causara risa, estaba superemocionada, tres segundos más tarde alzó la mano y me saludó, yo, obviamente, sin hacerme de rogar, hice lo mismo, y de pronto él estaba cruzando la calle ¡ay! Dios mío, es tan lindo, simpático, encantador y se viene para acá.
Yo no sabía qué hacer, estaba nerviosa, me acomodé el cabello, la ropa. Las manos me sudaban y las rodillas me temblaban, a decir verdad no sabía si sonreír o parecer sexy.
Pero de pronto todo aquel mundo lleno de felicidad se desvaneció y todos mis sueños se rompieron. Esteban estaba saludando a un chico que venía detrás de mí.
— ¿Por qué me tomaré las cosas tan en serio? ¿Por qué? ¿Por qué?
Mientras me estaba castigando a mí misma por lo inocente que soy, alguien me tapó los ojos y por un momento mi fantasía volvió a invadir mi mente y pensé que era Esteban que se había vuelto y que me quería tomar por sorpresa para darme aquel beso tan lindo y especial que he esperado por tanto tiempo.
La situación se estaba poniendo más interesante cuando Esteban me pasó por la mejilla y mis labios una pequeña margarita, pero ¿cómo es que Esteban sabía que la margarita era mi flor favorita? ¿Acaso el chico más popular de la escuela se había tomado la molestia de averiguar mis gustos? Pues bien, todas mis preguntas fueron respondidas en las próximas palabras, ¡era Ricardo!
ESTÁS LEYENDO
Eufi, el secreto mejor guardado
Ficção AdolescenteNo hay secreto que el tiempo no revele, pero ¿cuánto estás dispuesto a esperar a que la verdad salga a flote? Cuando vives una realidad que no es cierta y tus sospechas crecen más y más, te das cuenta que la burbuja en la que estás es solo una caden...