Es algo desalentador empezar cada historia con las mismas letras. Me siento a esperar y a esperarte como una manifestación quimérica en mi cuerpo. Me cansé de ser perfecta, y te busco a ti y a tus manos para que me descubran a través de tus ojos, para poder encontrar en tu mirada las partes de mí que se han ido quedando en el camino. Sólo quiero verte e ignorarte como si no muriera de ganas de verte, como si a través de mis ojos pudiera cambiar la imagen de ti que se ha quedado a vivir entre mis huesos. Quiero sacarte de mi cuerpo, de la única manera en la que lo creo posible y me encuentro una vez más transformándote en letras, para que en el fondo no mueras y puedas crearte en cada voz que te pronuncie y cree ecos de tus manías por todas partes. Asesinando mi paz. Me veo perdiendo el control de mis palabras tratando de complacer a un ente inexistente que me ignora, a mí eterna imperfección que me devora en cada letra mal escrita, y en cada acto que sea visto como mundano. Yo sin ti y tú conmigo. Yo sin ti y sin tus manos y el eco de tu recuerdo que me impide avanzar a alguna parte, que me deja en una esquina mirando a las partículas de polvo que se vuelan con el viento, la ventana abierta de mi casa. Y yo solo quería el final perfecto, con el beso y la pierna al aire.
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