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Es el perfume del deseo que te trajo hasta aquí y te acompaña, se te escapa por los poros el deseo que tienes de mis dientes, de mis dedos desgarrantes y mis atrevidas manos, que te buscan más allá de la piel y el espacio en que hueles a piel tostada.
Me sabes, como los buenos vinos después de unos minutos de abiertos, plena, y entre tu pelo el aroma del día que te persigue, entra en mi cama tu cuerpo pequeño, buscando mi calor. Te degusto, palpo las telas, los encajes, los botones y los tirantes que uno a uno, desgarro para llegar hasta el fondo de ti, y a veces me contengo las ganas.

Te miro, es como si estuviese en un mercado comprando nuevas telas, te miro y el disimulo me permite lo que tantos quisieran admirar con estos ojos ahora tuyos, mis manos me guían en el camino de tu cuerpo, mientras absorbo el aroma que proviene del aliento tuyo, te devoro un poco a cada beso, y asimilo cada espacio de tu cuerpo como si fuese mío.
Es el perfume del deseo que emana de tu cuerpo, soy el catador de los aromas que la tierra ha vertido en cada cepa que nos alimenta cuando vienes a que te consuma un poco.
Hay mucho más que temperatura y deseo, son cosas naturales, hormonas convertidas en figuras, que dan juego al deseo y la pasión, que se retroalimentan para no autoconsumirse a la mañana siguiente, en que vuelvas a casa con tu perfume, a darme un poco del alimento que me significas.

Hay mucho más que temperatura y deseo, son cosas naturales, hormonas convertidas en figuras, que dan juego al deseo y la pasión, que se retroalimentan para no autoconsumirse a la mañana siguiente, en que vuelvas a casa con tu perfume, a darme un p...

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»(sin censura III)«

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