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A veces me digo, ándele por perra, pero otras me hago la víctima. Tarde tanto tiempo en darme cuenta que nadie me mata más que yo. O sea en pocas palabras les eche la culpa a todos cuando yo era la maldita insensible que gustaba de jugar con todo. Jugar con el mundo entre mis ingles como si no me importara lo que estuviera ahí fuera un plumón o tu pene. Mil veces te preferí a ti, pero sabes que yo no te lo iba a decir, ¿Qué querías, que llorara para que me la metieras? Qué horror que gata, no me importa ser puta pero arrastrada como cualquiera, no. A veces si me digo: que normal eres creyéndote diferente cómo si en cada esquina alguien no lo intentara. Sé que hay putonas como yo con mucha imaginación y con poca vergüenza. La vergüenza que nos queda nos hace destruirnos y muchísimo, cada vez que estoy sola empiezo a sacar mis traumas y más ganas me dan de putear y lastimarme. Mi terapeuta me dijo que si estoy consciente de que vivir así me lo he ganado. Claro que sí, güey. Yo sé que soy una maldita y que muchos quisiera oír: perdóname que estoy confundida. Pero, perdón que la octava parte de confundida que tengo es cómo puedo ser tan hipócrita, y ya lo demás es a sangre fría. Que la única razón por la que puteo es porque quiero y no por ausencia de voluntad. Elijo destruirme, elijo ser el pecado que no quieres confesar por vergüenza, elijo la mala vida para una buena muerte. Salud

🐘Sociedad de los poetas muertos🐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora