-Mi estar encantada de conocerla criatura a otro planeta. Este ser planeta tierra, hora 8:00 de la mañana, lugar: aquí mismo.
No sé que bicho le habría picado a esa muchacha que con sus acciones me empezaba a dar miedo, mientras seguía hablando como robot, alienígena o lo que sea. Empecé a dar pasos disimulados de reversa con intención de volver por donde había llegado.
Vanos fueron mis intentos por disimular aquello ya que la muchacha terminó por estrecharme entre sus brazos son dejarme escapadoria.
-¿A dónde vas? Sabes que sólo bromeaba.
-Ehh, si... claro.
Aflojó su agarre sin soltarme totalmente para mirarme a la cara. Con un gesto algo confuso y cuestionandome con sus ojos terminó por decir:
-¿Qué pasa contigo hoy Lila? ¿Por qué estás tan aguafiestas?
-¿Aguafiestas Yo? ¡Para nada! Ehh... Es sólo que...No dormí bien...
Realmente la excusa era cualquiera, pero me sentí bien de que se me haya ocurrido al vuelo y pareciera algo creíble aunque sea por mi mismo. Gracias a ello pude hablar con más confianza para seguir con mi mentira.
-Sí, ehh...ayer no pude dormir.
-Qué raro... usualmente sabes dormir más rápido que flash, y quedarte dormida como un oso... ¿No será por...
Su frase quedó incompleta por la interrupción de una voz femenina e imperativa, pero algo ronca. Una de las llamadas religiosas o monjas había llegado hasta nosotras y con el ceño fruncido nos miró a las dos.
-¿Que se supone que hacen ustedes dos? ¿No deberían estar en clase?
Inmediatamente la muchacha me soltó, la sentí nerviosa y como confirmando mi sospecha miró al suelo antes de dirigirse a la mayor, y sin despegar esa mirada del mismo dijo en un tartamudeo:
-Eh...nosotras...llegamos tarde...
-¡Oh vaya! Así que las señoritas llegaron tarde, ¿Y qué pasa cuando llegan tarde?
-El castigo...
-Muy bien dicho señorita.
Miré a la muchacha de piel trigeña que se notaba muy asustada, luego de ver ello intenté digerir ello y respirando hondo me atreví a hablar intentando recurrir a la diplomacia.
-Espere por favor, nosotros estábamos aquí cuando tocó el timbre, pero el maestro sólo cerró la puerta.
-Eso no es posible, no creo que le haya cerrado viendo que estaba frente a la puerta.
-Pero señorita... (la monja sonrió encantada por mis palabras por un momento) ya le dije lo que pasó, si quiere usted podemos ir a preguntar al aula, es la que está en frente nuestro.
-Bien, pero ¿son conscientes de que no les estoy dando la razón verdad?
-Sí señorita, sólo le pido que pregunte amablemente a los alumnos y al maestro por si lo que decimos es real. Así confirme que estábamos allí.
La monja suspiró, se dirigió a la puerta ya antes mencionada y se dispuso a tocar la mismas con suaves golpecitos.
-Ustedes saben que cuando toca el timbre no se entra, ¡no me molesten niñitas! Que estorban la clase.
La voz del maestro hacía notar su nivel de estrés y molestia, pero la monja sólo frunció el ceño ante la falta de respeto que había mostrado aquel maestro.
- ¿Niñita quien?
Dijo sonando ofendida para proseguir.
-Profesor Smith, no toleraré esta falta de respeto, salga en este momento por favor.
El profesor parecía dudar, ya que demoró unos segundos antes de disponerse a abrir la puerta.
-Superiora Sym, no sabía que era usted, ¡Cuánto lo siento!
-No sería conveniente hablar del tema en este momento, sin embargo estas señoritas dicen que usted les cerró la puerta sabiendo que estaban frente a la puerta.
-Eso no es sierto superiora, ellas no estaban frente a la puerta.
-Entiendo.
Dijo sin cambiar su semblante y cruzando los brazos dijo sin dejar de ver al profesor:
-La estudiante que está al frente, tercera silla desde la derecha, favor de levantarse.
-¿Yo?
Dijo una chica pelirroja algo despistada de lo que pasaba en ese momento, se notaba que de seguro no habría notado nada del tema planteado. Agradecí que no haya sido ella la que la superiora pidió levantarse.
- Desde la derecha dije.
-¡Oh! Lo lamento
Cuando la pelirroja se sentó, una joven de pelo más oscuro a puso de pie sin decir palabra alguna, la monja miró recién a quien a había levantado para hablar con ella.
-Si, usted misma, De casualidad ¿Vió a estas dos señoritas en la puerta antes de que el maestro cerrara la puerta?
-Sí maestra, estaban cerca de la puerta.
La monja devolvió la vista al maestro quien intentó defenderse.
-Les dije que es mi método de trabajo, odio que no lleguen mis estudiantes a la hora dicha...
-Método o no, en esta institución de imparten valores, y les habíamos dicho a todos los maestros que queríamos que fueran el ejemplo, y usted acaba de romper ese contrato verbal que existía, acaba de mentir.
-Pero superiora...
-Al toque de receso necesito verlo en mi oficina.
La dicha superiora no escuchó nada más de lo que aquel maestro quería decir, sólo nos metió en el aula y se fue sin mirar atrás.
El maestro se veía algo confundido y con rencor a la que le había vendido hace un momento, y ¿por qué no?, a mí y a la de piel trigeña nos miraba de igual manera.
-Abran su libro en la página 42, quiero que pasen a la pizarra las madrugadores y resuelvan los cinco ejercicios propuestos.
Su voz era baja por el rencor que en ella manifestaba. Yo había logrado entrar a la clase, pero el remordimiento por meter en problemas al maestro no se hacía esperar en mi cabeza.
Luego de algunas horas de clase tocó el timbre de cambio de hora, las chicas salieron del salón y sólo quedé yo con otras dos muchachas, la Trigueña y una muchacha de piel más clara y de estatura superior a las otras dos que estábamos con ella.
-¡Que bueno que llegaron a tiempo! Ya me estaba preocupando por ustedes dos.
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En Cuerpo Ajeno
Fantasy¿ una segunda oportunidad.? No es exactamente eso... quizá ¿es sólo un cambio de cuerpo? Ven y acompaña a conocer que les pasó realmente, que harán con su vida, y cómo debe vérselas la propietaria para intentar tener una vida normal.