Capítulo 7.

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No, no me pregunten si en algún momento pensé en lo que hice, porque no, no lo pensé.

Pose mis manos en su cadera, ayudando la a moverse sobre mi. Aferrando mis manos a sus glúteos, apretándolos con la yema de mis dedos suavemente, apegando la más a mi entrepierna. 

Esos movimientos tan jodidamente calientes, modo vaivén, bien pegados,con lentitud y a su vez con desesperación. Sentía como sus dedos apretujaban mis hombros. 

Maldita sea, era la puta gloría.

Sentía como sus manos se aferraban a mis hombros, apretujando los con lentitud y fuerza. Como aquellos gloriosos jadeos inundaban el espacio. 

Solté su trasero con lentitud dejando que ella se siga moviendo y comencé a subir lentamente mis manos por su espalda, arrugando su ropa, al compás que subía y bajaba mis manos por sobre ella, buscando la manera de que mis manos se deslicen bajo esas prendas y acariciar su tersa piel.

---- No ----. Murmuré, manteniendo mis parpados cerrados, y apretujando mi labio inferior entre mis dientes.

Mis manos  mantenía sujeta su cintura, apegando su pecho contra el mío.  Mía, continúa moviéndose sobre mi, con mucha lentitud. Simplemente sentir como la tela de mi ropa y el peso de ella rosaban mi miembro ya erecto me prendían demasiado. Al abrir mis ojos la vi. Sus labios mínima mente abiertos, soltando aire tibio de su boca. Sus ojos completamente cerrados. Sus manos aún apretujando mis hombros, bajando y subiendo por mi pecho con lentitud. Su cabello alborotado, joder era malditamente sensual.

---- Por dios, d-detente ----. Murmuré. Con la más mínima cordura que quedaba en mi. 

Ella simplemente detuvo sus movimientos, abrió sus ojos y me miró. El aire salia acelerado de lo más profundo de su ser. Su pecho subiendo y bajando exageradamente la delataban.

Mirar aquellos ojos perlados,  clavados en los míos. Estar consciente de que era mi hija y aún  así tener un gran bulto bajo mis pantalones. Saber perfectamente que eso estaba mal y aún estar prendido como un volcán, a punto de explotar.

 ---- P-papi ----. Susurró, sus labios se mantenían rosados, al igual que sus mejillas. Cerré mis ojos con fuerza y sin abrirlos dije.

---- Por dios, por dios levántate ----. Supliqué. La hubiera quitado yo mismo de no ser que temía de mis propias manos, las cuales se mantenían alejadas de su cuerpo, jodidamente ardiente.

Sentí como sujeto mis manos y las estampo contra su busto.

---- Tócame, por favor, hazlo ----. Suplicó.

Mis ojos se abrieron como platos ante su acción. Mi respiración acelerada y la erección que traía no ayudaban para nada a la situación.

---- ¿Q-qué... ----. Sentí como ella misma apretó mis manos con las suyas, provocando que las mías se cierren sobre su busto, apretujando sus pechos con lentitud. El jadeo que sus labios soltaron me estremeció. Me había vuelto loco por un momento, uno más de esos y mi miembro rompería el pantalón. No exageré para nada.

Pero reaccioné a tiempo. Tal vez...

---- No. Por dios basta ---- . Quité mis manos y como pude la quité de encima mío. Me puse de pie y me alejé a una distancia considerable.  

No, no, no. 

¿Qué acababa de hacer? ¿Por qué siempre te arrepientes tarde Horan? Bueno, no  tan tarde. Por mucha suerte.

---- No, no, no ----. Comencé a restregar la palma de mis manos por mi rostro con desesperación. Quería sujetar mi cabello y jalar de el hasta quedarme calvo. Lo juro.

Mía | Niall Horan /EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora