Capitulo 6

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vamos a casa-dijo gelidamente.

¿y su sonrisa?¿desapareció? ¿no me esperaría con los brazos abiertos?

¡basta, ilusa!

No me abrazó, no me preguntó nada, ni siquiera me sonrío.

-vamos a casa...- dijo secamente, como si no le interesara, como si fuera una obligación llevarme a su casa, como si le diera fastidio.

-¿puedes ayudarme con mi maleta?-le dije, visto que no se ofreció a ayudarme.

¡pero que crétino!

¿donde quedo el chico tierno y timido eh?

Me miró con una expresión seca y tomó la maleta, resignado, sin ganas.

No hablamos durante todo el camino, hasta llegar a su casa.

-camina hasta el séptimo piso...-dijo, con el mismo tono de siempre, como si me diera ordenes, como una persona que solo esta haciendo su trabajo, pero que al mismo tiempo lo odia.

Me permitió que yo caminara adelante, no por caballerosidad, sino porque quería verme las piernas, yo endosaba un vestido de flores corto, y podía darme cuenta de que me miraba morbosamente, sin embargo no decía una palabra.

Sentí miedo.

Me dio la llave para que abriera la puerta, eso hice.

Era un apartamento realmente pequeño,en donde solo había una recamara, el baño y la cocina eran muy pequeños y en la sala había un sillón, un librero y al fondo, un balcón, la vista era increíble, se podía ver un puente a lo lejos y a la gente que pasaba, casi podía respirar la tranquilidad del lugar.

Stefano se dirigió hasta el balcón y me llamó.

-ven...-me dijo, sonriendo, sin ese tono gélido que hasta el momento había mantenido.

-¿hueles eso?- me preguntó.

-si...respondí.

aquel aroma era de pasta, o quizá de pizza, en ese momento, no sabia a que pertenecía, sin embargo tenia mucha hambre, recuerdo que Stefano me dijo que cuando yo llegara a Firenze tendría algo preparado para mi, así que pensé que me diría que había cocinado algo.

como si me hubiese leído la mente, me pregunto si tenia hambre.

-si, le dije.

-no he cocinado nada, pero vamos afuera.

¿me llevaría a un restaurante?- me pregunte.

cuando salimos, esperaba que me dijera algo, que por lo menos me preguntara como había sido el viaje, pero no lo hizo, así que pensé que quizá quería sorprenderme cuando llegásemos al restaurante y comiéramos pasta bajo las estrellas, en algún restaurante de Firenze.
Oh por dios! Que cosas digo! Qué tontería!
Pero en el fondo, anhelaba que así fuera.
Caminamos hasta llegar a la piazza della repubblica, luego fuimos al ponte vecchio, al duomo, y pasamos por la Galleria degli uffizi, era media noche y sin embargo los novios tomados de la mano caminaban como si fuese medio dia, como sino tuviesen noción del tiempo.

Pero nosotros no éramos esos novios.

Yo estaba ansiosa por llegar a ese lugar para comer pasta y ver las estrellas, caminábamos en silencio, como dos desconocidos, como dos simples transeúntes vagando por las calles de una vieja ciudad, llena de monumentos y de puentes, que seguramente tenian un nombre, pero yo no los conocía, y Stefano no me hablaba, ¿era yo quien tenia que romper el hielo?¿era posible que aquel chico de mirada indiferente, era el mismo que me había prometido la mejor experiencia de mi vida?. En aquel momento ya lo dudaba.

Esa noche regresamos a casa a las 3 de la mañana, no fuimos a ningún restaurante, no hablamos siquiera. solo caminamos y caminamos como dos errantes sin rumbo.

BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora