Prólogo: Desdoblamiento

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- Ayuda, por favor. Necesito ayuda. - Una joven de veinte años aproximadamente, corría desesperada por las calles de Seúl, aclamando por un poco de atención; a juzgar por su rostro y tono de voz, se podía deducir que su situación era grave, más las personas que caminaban a su lado, simplemente pasaban de ella y ni siquiera volteaban a mirarla. - ¡Por favor, necesito ayuda! - Gritó en medio de un desgarrador llanto, el cual tampoco fue capaz de centrar las miradas sobre sí; Resultaba bastante increíble la crueldad de los ultraseuntes.

- Disculpa... - Una voz masculina se escuchó detrás de la afligida chica, quien no demoró en voltear, quedando sorprendida de que al fin alguien le ayudara. - Yo puedo ayudarte. -

El joven no era destacado por su estatura, más el vestuario que utilizaba le hacía destacar en demasía; Una fina camisa de color coral cuyas mangas yacían dobladas hasta por encima de los codos, un pantalón negro que daba un toque elegante, zapatos recién lustrados y cabello perfectamente peinado componían una imagen digna de alguna revista de sociales.

El chico cuya piel parecía estar hecha de la más costosa porcelana, le dedicó una sonrisa cálida a la menor, quien no hacía más que llorar de la desesperación y el miedo que sentía en ese momento.

- Por favor, sígueme. - No sabía porque, pero algo en ella le decía que ese chico no le dejaría sola, por lo que sin esperar respuesta, salió corriendo, cuidando de no chocar con nadie. Por su parte, el rubio soltó un sonoro suspiro, su condición nunca fue buena para las actividades físicas, más no tuvo más opción más que seguir a la fémina.

No estaba seguro de cuantas cuadras había recorrido o tan siquiera sabía el lugar donde estaba, más una cosa era segura, las calles de esa zona se notaban en extremo solitarias. El rubio se detuvo por unos segundos, el oxígeno le estaba faltado, haciendo que sus pálidas mejillas adoptaron una coloración rojiza, y todo ello por culpa de no saber respirar adecuadamente mientras corría.

- ¡Rápido! - Escuchó a su acompañante, a quien perdió de vista en cuanto ella doblo en la entrada del callejón más cercano.

- ¡Espera! - Sin reponerse del todo, corrió en busca de la azabache, adentrándose en aquel sucio callejón, más ya no vio a aquella bella y desesperada señorita, en su lugar encontró un cuerpo inerte y frío en medio de un gran charco carmesí. Un nudo se formó en la garganta del rubio, quien rápidamente se acercó al cuerpo, revisando de inmediato sus signos vitales, aun manteniendo la esperanza de encontrar un pequeño rasgo de vida. - Lo siento. - Se apartó de ella, dejando un par de pisadas rojas sobre el pavimento. - En verdad, lo lamento. -

- Tranquilo, no fue tu culpa.- La joven apareció nuevamente, mirando con tristeza el cuerpo que yacía en medio de ambos. - Es decir, no fuiste tú quien me disparó. - Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de la joven. - Honestamente, me sorprendió mucho que alguien pudiera verme. Gracias. -

Una pequeña sonrisa se firmó en los labios del varón, a pesar de no haber podido hacer nada por aquella señorita, al menos le quedaba el consuelo de que no falleció siendo ignorada. - Tal vez si hubie-- -

- ¡Al suelo y con las manos detrás de la cabeza! - El estridente grito de un tercero hizo eco sobre las paredes del frío y húmedo callejón. El mortal y el ánima voltearon hacia aquel extraño, percatándose que este vestía el típico uniforme de policía, su tez poseía un broceado ligero haciéndole ver más atractivo, sin duda aquel hombre parecía más un modelo sacado de algún calendario erótico que un oficial real. Sin embargo, había algo que llamaba más la atención que lo bien parecido del tercero en el lugar, y es que el castaño oficial apuntaba al rubio con un arma. - ¡Ahora! -

- Bien. - Habló con fastidio el de menor estatura, no era la primera vez que se metía en esa clase de problemas por ayudar a las almas en pena. Tal como había pedido ese oficial, llevó sus manos a su nuca, sólo que se mantuvo de pie, ni loco iba a ensuciar su ropa por otro estúpido mal entendido. - Sólo tengo que decir que yo no tengo nada que ver. Además, si yo la hubiese asesinado, no estaría aquí. -

- Eso lo dirán las investigaciones. - Respondió cortante, mientras se acercaba al más bajo. - Al suelo. - ordenó.

Por su parte, el vidente ni se inmutó ante la presencia del castaño. - No tengo armas conmigo y tampoco intenciones hostiles. Iré contigo a la comisaria, responderé el interrogatorio y todo lo que conlleva el protocolo. -

El más alto se limitó a suspirar y a guardar su arma, ciertamente, el chico en cuestión no parecía peligroso, por desgracia, el encontrarlo en una escena del crimen lo hacía el principal sospechoso. - Sí es así, supongo que sabes el siguiente paso. -

- Lo sé, lo sé. - Con cuidado, colocó sus manos delante de sí, y a los cinco segundos, sus muñecas se vieron decoradas con un lindo par de esposas.

La fémina se limitaba a observar todo con una expresión de angustia y preocupación, lo que menos quería es que encarcelaran a ese chico por su culpa. - ¡Él no hizo nada! - Se quejó, parándose frente al joven policía, aunque fue ignorada por obvias razones. Al no recibir respuesta, la chica giró hacia el rubio, quedándose estática ante las palabras que éste le dedicaba, claro, estas fueron sólo gesticuladas para no parecer un loco frente a una autoridad.

- Camina. - Ordenó el castaño. El presunto culpable no se molestó en responder, sólo acató la orden, caminando a un lado del peculiar policía, dejando a la azabache con un nudo en su garganta.

« Descuida, no estoy molesto. Desde ahora, busca la luz. » Esas palabras hicieron eco en SunYoung, la joven de veinte años que fue brutalmente asesinada en lo más profundo de un callejón. - Resulta increíble la bondad que hay en ti. -

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Hasta aquí la introducción a esta historia.

Siendo honesta, esta idea de fanfic la he tenido desde hace mucho en mi cabeza, pero no encontraba a la pareja que se adaptara bien a la historia, hasta que di con el KaiHo, y ¡Boom! cumplía con todos los requisitos.

Si les llamó la atención esta historia, por favor deja un voto o comentario, así me alentarás a continuar con el siguiente capitulo.

Muchas gracias por tu lectura y ¡Hasta pronto! <3

Beauty in the Darkness ♦ KaiHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora