Capítulo 9

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El camino a casa fue más que agradable, aquella cena sobre el cofre de un auto había sido la mejor que había podido tener en toda su vida. El sonido tenue de la radio, aunado al paisaje oscurecido de la madrugada, otorgaban una calma que muchos ansían tener durante algunos momentos. Por una extraña razón Mario sentía una sensación en su estómago, era una situación que recordaba y podía ser capaz de comparar, no tenían la misma intensidad, pero se asemejaba a aquellas mariposas que sentía cuando en su juventud veía a Chris.

-- Esto es raro – mencionó en un tono leve de voz, mirando por su ventana para seguir apreciando el paisaje.

-- ¿Qué dices? – al oír solo un murmullo Braulio preguntó, no podía dejar de mostrar su bella sonrisa, era más que evidente que estaba feliz.

-- Nada... que ya tengo sueño – dejó escapar un bostezo pues realmente ya era tarde.

-- Lamento haberte secuestrado hasta esta hora, pero es cuando se pueden apreciar mejor las estrellas – volvió la vista al frente para concentrarse en la carretera.

-- Descuida, todo lo contrario, la pasé estupendo, me gustó mucho hacer esto contigo – con suavidad le palmeó el hombro a su amigo, estaba convencido que algo extraño le ocurría, pero también caía en cuenta que no era un sentimiento del todo nuevo, y quizá llegar a esa conclusión lo hacía sentir más nervioso.

-- Gracias – asintió Alanís, y continuó manejando, al menos pensaba que iba por buen camino, tal vez el plan b estaba funcionando mucho mejor que el plan a.

Luego de un rato, Braulio estacionó su vehículo frente a la casa de su amigo. Oficialmente la velada había terminado. Descendiendo ambos, el que invitó la cena acompañó al otro hasta la puerta.

-- Pues la pasé increíble, gracias – sonriendo Vanegas habló.

-- Yo la pasé mucho mejor, te lo aseguro – sin pensarlo levantó su brazo para con la mano acariciar la barbilla de su amigo, un gesto que pocas veces desde que se conocían había hecho.

-- Bue... bueno... Ya es hora de descansar – sonrió nerviosamente, ese contacto lo hizo sobresaltar más que de costumbre.

-- Si, tienes razón – su amigo lo notó y prefirió dejar de tocarlo – Te veo al rato – dijo luego de mirar el reloj de su muñeca.

-- Si... hasta al rato – asintiendo y levantando el pulgar Braulio comenzó a alejarse para subir a su auto. Esperó pacientemente a que Mario entrara a su casa, una vez ocurrido esto arrancó sintiéndose el hombre más feliz de la tierra.



Dentro, Mario se recargó de su puerta y comenzó a parpadear rápidamente, estaba nervioso, y no era cualquier tipo de nervio, reconocía sus emociones e identificaba perfectamente qué tipo de sentimiento acababa de experimentar.

-- No puede ser... No puede ser – sonreía y se preocupaba al mismo tiempo – Pero eso es imposible, completamente imposible... - avanzó a su sala, y encendió la televisión, estaba el canal de música, necesitaba pensar y analizar lo que ocurría cuando, una melodía llamó su atención...


Vuelves a mí, se acabó mi sufrir
Pero falta sentir tus manos
Sigues aquí, yo también sigo ahí
¡Qué mancuerna de enamorados!
El corazón, siempre estará esperando
¿Si sabes que soy demasiado igual a ti?

Por extrañarte tanto
Le robo fechas a mi calendario
Y por las noches vivo alucinando
Que no te has ido y que me estas mirando.

Por extrañarte tanto
Pongo tu rostro sobre el escenario
Y le comento que de vez en cuando
Estoy a punto de romper en llanto.

El plan BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora