Tocó la puerta de aquel bien ubicado departamento. La luz del pasillo alumbraba de manera tal que era posible distinguir fácilmente los números en cada puerta de color blanco. Llegó al que buscaba y tocó, no pasaron muchos segundos antes de que un hombre muy bien parecido, bien formado y de ojos verdes le abriera. Sonrió de lado, pero no con la misma seducción con la que solía hacerlo, más correcto era decir que se trataba de una sonrisa forzada, algo fingido.
-- ¿Llego a tiempo? – preguntó Braulio esperando ser invitado a pasar.
-- Por supuesto, galán, pasa – haciéndose a un lado, el hombre permitió que su invitado entrara.
-- Bonito lugar, eh – giró la cabeza hacia la derecha e izquierda para poder apreciar el sitio, estaba muy pulcro, bien iluminado, quizás podía llegar a ser tan ordenado como lo era Mario, justo en ese instante el rostro de su amigo se hizo presente logrando sobresaltarlo, de repente sintió unas varoniles manos enredarse en su cintura.
-- Y mi recámara es mucho más acogedora – le susurró al oído. Al estar de espaldas, su cita no pudo ver la cara de incomodidad que se formó en Alanís.
-- Claro – fue lo único que respondió para permitirse guiar a donde el de ojos color verde lo llevaría.
No tardaron mucho en llegar a la habitación, una espaciosa y bien decorada habitación. Sonrió, algo parecida era a la de Mario, solo que nunca había dormido en ella, porque cuando lo intentaba, su amigo le lanzaba una almohada y le cerraba la puerta en la cara, recordaba como le decía que no iba a perder su reputación por dormir con 'Braulio Follatodo' y él le contestaba que jamás en su vida tendría tan mal gusto como para follarse a alguien como él, luego de ello las risas estallaban, pero aun así no le permitía la entrada.
-- Pues, a lo que has venido...– se acercó a los labios de Braulio y el dueño del lugar lo besó con desenfreno, lujuria, con pasión propia de un abstemio cuando tiene una botella de licor en la boca. Alanís cerró los ojos y se dejó llevar, sintió la lengua de su acompañante buscarle hasta el último rincón de su cavidad bucal. Era incómodo, nunca le gustaban los besos 'tan profundos' sin embargo no lo retiraba, necesitaba de ese contacto, necesitaba olvidar por unos momentos, cuando a su mente llegó esta última idea acerca de 'necesitar olvidar' sus ojos se abrieron como platos.
-- Aguarda, aguarda, aguarda – con delicadeza empujó a su cita para apartarlo de él. Una vez libre del peso del hombre ojiverde, se sentó en el borde de la cama, suspiró y miró a su alrededor pensando, analizando lo que se había dicho unos segundos antes.
-- ¿Qué pasa? – preguntó el otro hombre con cierta sorpresa impresa en la mirada.
-- Nada... solo que... – suspiró de nueva cuenta.
-- Si quieres te puedo servir un trago para relajarte, la primera vez que tienes sexo casual es complicado, luego ya te acostumbras – le decía el otro.
-- No amigo, tu no entiendes, soy el rey en estas artes, de hecho se me conoce como 'El follatodo' y te has de imaginar el por qué, es solo que... no, no sé – seguía sentado, pensando.
-- Oh ya, entonces eres hetero y tu mujer embarazada de siete meses te espera en casa – le habló su acompañante.
-- No, eso tampoco, es que... – volvió a quedarse sin ideas.
-- ¡Ya sé! Entonces eres virgen del culo y tienes miedo que te robe tu castidad esta noche – expresó el dueño del departamento como si hubiera hecho un gran descubrimietno.
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El plan B
RomansaNada en la vida es tan lógico como muchos piensan ¿O qué lógica tiene una relación entre amigos completamente diferentes? ¿Qué en común tienen un chico que sueña con el príncipe azul y uno que se acuesta con todo lo que tenga pantalones? Mario y Bra...