Tsunami

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Mi temor más grande estaba frente a mi en ese justo momento. Pensábamos que tener vacaciones en Hawaii era una buena idea, nunca creímos que la tempestad llegaría al segundo día, en la tarde, justo cuando corrí del sauna a los vestidores, comencé a prestar atención. Había terminado de ponerme la ropa interior. Las pláticas a mi alrededor cesaron abruptamente y por instinto giré hacia la puerta. Una verticalidad cristalina nos saludó. Casi un cuarto de kilómetro de mar, en posición incorrecta. Mientras las demás miraban hipnotizadas aquel espectáculo de la naturaleza, yo corrí hacía las regaderas, subí mis pies a las perillas y mis manos se aferraron al tubo metalizado. El mar volvió a su posición original, pero mortífera, arrancando palmeras, jugando con la arena, revolviendo todo. Comencé a llorar pensando en mi fin. El agua entró por completo a mis pulmones, volviéndolos pesados, quemándome la traquea. Dejé de respirar. El único sentido que poseía era la vista. Muchas cosas pasaron a mi lado: Dos chicas del sauna que intentaban nadar, una sombrilla, varias botellas de licores coloridos. Fue gracioso que el alcohol pasara por mi cabeza, en otros tiempos un buen trago me habría quitado ese ardor. Pensé que esas cosas serían lo último que llevaría en mi mente, cuando algo se acercó nadando a mi. El ardor disminuyó. Pensé en un tiburón, algo que haría mis últimos minutos más intensos, pero me equivoqué. Mis ojos, ahora aterrados miraron aquel híbrido que dejaba de nadar, para ponerse de pie: Dos metros de altura, rasgos de pez, ojos enormes, sin nariz, branquial, cola de delfín, humanoide, piel lechosa, mirándome con curiosidad. Sus ojos, clavados en los míos. Tal vez esperaba a que muriera. Estando a pocos centímetros se llevó una de sus manos alargadas a la boca, empuñando los demás dedos a excepción del índice que estaba entre sus labios.

-SHHHHH- el sonido heló mi sangre. Hizo lentamente una mueca extraña, mostrando sus filosos dientes ¿Sonreía?. Si, sonreía...por lo que estaba a punto de hacer.

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