Tania

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Tania quería ser artista desde que tenía cinco años. Su sueño era recorrer Europa, ser fotógrafa, pintora y escritora. Pero vivía en un pueblo rústico, a muchas horas de la capital.

Su madre le dijo que cuando cumpliera los veinte años y terminara de aprender algún oficio para sostenerse económicamente, podría ir con el viejo Santiago, el único gran artista del lugar. Así pues, aprendió corte y confección a regañadientes. Esperó año tras años, anhelando, sabiendo que cada puesta de sol, era un día más cerca de su destino.

Cuando llegó el cumpleaños esperado, la madre le regaló una cámara fotográfica, un cuaderno forrado de piel y muchos bolígrafos. -Quise regalarte pintura, pero no sabía cual- Tania sonrió amable y la abrazó -Con esto es más que suficiente- -Ahora, te daré la dirección de la casa- y así, esa misma tarde llegó a su destino.

La casa estaba hecha de cantera roja con puertas y ventanas de roble. Al tocar, su corazón latió con fuerza. Un hombre bien vestido, calvo y con barba salió a recibirla.

-¿Qué desea jovencita?-

-Buenas tardes Don Santiago, mi nombre es Tania y quiero ser artista-

-Dime Santiago. ¿Quién te habló de mi?- en ese momento recordó lo que le dijo su madre sobre alabarlo

-Todos hablan de usted. Todos saben que es el gran artista del pueblo-

-Bueno, bueno, entonces pasa, no haré esperar a una discípula- la llevó de la mano, pasando por la sala hasta llegar a su estudio lleno de cuadros, libros y una chimenea. Las pinturas eran ya viejas y mientras Santiago preparaba el té, observó en la mesa las miles de fotografías de aquel artista, notando que faltaban de los años actuales.

-¿Por qué ya no se ha tomado fotos?- el hombre, que había dejado la bandeja con té y galletas, se acercó a su cámara y comenzó a limpiarla

-¿Las miras? Todas son falsas. Esa era mi realidad. Pero no es la tuya. Ni la de nadie más. Es mi visión. Y se torna peor con las fotos de mi persona- sacó de su cajón un cuadro. -¿Puedo yo, capturarme feliz? ó ¿Tengo que sonreír y parecerlo? Cualquiera que viera esto, pensaría que estaba tranquilo. ¿Lo estaba? No puedes saberlo. Muy pocas personas pueden leer el alma de las fotos...Esa es la realidad-

Ella lo miró comprendiendo la razón total del porque después de esa foto, solo se dedicaba a capturar paisajes. Esa era la última vez que le habían roto el corazón. -¿Puedes ver el alma de esas fotos?- -Si- dijo con seguridad -¿Has capturado algo con esa pseudo cámara que tienes?- -En el camino tomé algunas fotos- -Entonces permíteme revelarlas en mi cuarto oscuro- Tania esperó el veredicto mientras tomaba el té. Santiago llegó con rostro pasmado.

-Bueno, esperemos a que se sequen. Hablemos de tu voz de escritor-

-¿Mi voz?- tomó un poco de té y siguió

-Si, niña, se necesita voz para escribir. La voz se crea a partir de lo que lees. Al leer mucho, te das una idea de la estructura de como redactar. Y luego, tus pensamientos te van guiando-

-Oh, yo no sabía- Santiago comenzó a ponerse impaciente

-¿Has leído a Tolstoi?-

-Si-

-¿Nietzche?-

-Un poco- -Bien, espero no te hayas llenado de su odio, ¿Bukowski?-

-No-

-Mejor todavía, no lo leas. No llenes tu cabeza con autores tan conocidos y alabados por todos. ¿Escribes?-

-Muy poco-

-Déjame leer algo-

-No tengo en este momento- la miró estupefacto. -Vienes aquí y dices que quieres ser escritora, pintora y fotógrafa. No tienes idea de la proporción, no sabes usar una cámara, no conoces la diferencia de pinceles ni de técnicas y no has escrito nada en veinte años. ¿Estás bromeando? ¿Qué te hace creer que serás artista?-

-Tengo mucha ilusión y sueños-

-Niña, te doy una hora. Escribe algo, vamos, mueve mi mente- Tania se sintió acorralada ante la realidad. Aquel hombre se sentó en su sofá a contemplar el fuego bailando en la madera, mientras ella escribía con un nudo en la garganta. Jamás pensó que sería tan difícil. Los recuerdos de ella paseando por Francia, sonriendo mientras pintaba, escribiendo con un café en la mano se hacían borrosos...¿Y si todo el tiempo se engañó? Entonces se dio cuenta que quizás y su madre no se había opuesto al sueño, porque pensaba que Santiago era un loco y la desanimaría. ¿Osea que ella no creía en su sueño?

-El tiempo se acabó- brincó al sentir la alargada mano de Santiago

-¿Qué?-

-Ya pasó una hora, no voy a esperarte más- Comenzó a leer las cuartillas que hizo. Tania sintió frío por la respiración fuerte que tenía detrás de su hombro.

-Eres un caso perdido. Mi religión me prohíbe ayudarte. Pero puedo asesinar a aquellas pobres palabras que uniste, intentando escribir-y al decir esto, le arrebató las hojas, para tirarlas en la chimenea. Ella lo miró aguantando las lágrimas.

-¿Por qué es tan cruel? ¿Por qué quiere destruir mis sueños?-

-Porque los sueños no solo se piensan. Los sueños se pelean, los sueños lastiman. Los sueños nacen del momento más difícil. ¿Te duele? Ya estas entendiendo. No todo será fácil. Y menos si deseas ser artista. Estarás sola. La mayoría de la gente te pedirá que recapacites, busques un empleo y los olvides. Los "colegas" pisotean a los nuevos. Tendrás que soportar críticas destructivas. Espero tengas amigos de verdad, porque los que no lo son, se irán apenas te escuchen. Te llamarán loca. Pero en lo que llaman locura se encuentra la felicidad. Si deseas realmente aprender, si quieres seguir el camino, estaré encantado de enseñarte. Si no, puedes volver a la vida real, aburrida y cuadrada- Tania tomó otra hoja y volvió a escribir. No había mejor respuesta que esa.

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