Ven a cenar conmigo

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Conner lo observó desde lejos bajando la limusina con total elegancia, no podía creer que Lex Luthor estuviera embarazado, por lo poco que sabía Lex era el único Omega del planeta que no quería nada que ver con niños. Bueno, no estaba frente a Lexcorp para cuestionar el instinto maternal de su progenitor, estaba allí parado con una misión... Invitar a Lex a cenar por el día de las madres.

Talvez​ sonaría ridículo pero después de conocer a la madre de Damian se le ocurrió que Lex no podía ser tan terrible, y quería conocerlo bien. Pasó un mes sin poder sacarse de la mente el tema, tratando de investigar sin ningún resultado interesante, y lo había decidido.

Ensayó sin parar frente a su novio Tim y ahora tenía un ramo de margaritas. Respiró profundamente y corrió hasta la entrada del edificio para que Lex lo viera.

—¿Kent? —preguntó el adulto completamente extrañado— ¿Qué haces aquí? ¿Te envío Clark?

—No... Vine por mi propia cuenta, yo... Traje esto —sacó las flores de detrás de su espalda y las acercó demasiado a la cara del más bajo con bastante nerviosismo— verás yo... Es que...

Lex lo miró intensamente haciendo que se sintiera más pequeño a cada segundo, Luthor solo suspiró con fastidio y le hizo una seña para que lo siguiera, la subida por el estrecho ascensor personal de Lex fue simplemente demasiado para Conner, no es que esperara un enorme beso y un abrazo de​ oso por parte de Lex, pero... Le decepcionaba un poco el como le había mirado... Como si su presencia le desagradara.

Ya estaban en la oficina y Conner comenzaba a cuestionar su decisión aunque a estas alturas ya no podía retractarse.

—Ya estamos solos ¿A qué has venido Kon-El? Realmente no imagino una razón para que estés aquí. No he hecho nada para llamar la atención de la liga, y toda mi kryptonita fue confiscada por tu papá tan amablemente a mis espaldas.

—Quería invitarte a cenar por el día de las madres.

—No, y si eso es todo lo que tenías que decir te aconsejo salir, tengo mucho trabajo que hacer.

—¿No puedes siquiera pensarlo? —Conner parecía realmente triste pero el de ojos verdes solo bufó—

—¿Qué tendría que pensar? Si me ven cenando con otra persona que no es mi marido sería un buffet para la prensa.

—Podrías finalmente decirle a todo el mundo que soy tu hijo.

—Tengo treinta y dos años y tú pareces de dieciocho, tampoco es una opción Kon-El. Hazte un favor y esfúmate antes de que tenga que correrte de mi edificio utilizando a uno de mis amigos.

—Eres mi madre Lex... Solo quiero pasar este día contigo, ni siquiera tendría que ser en un lugar público y si te molesta hablar puedo quedarme callado... Me conformaría con que vengas a mi casa a cenar.

El Omega caminó hasta su sillón para tomar asiento y después lo volteó frente al ventanal dándole la espalda a Conner.

—Un experimento de laboratorio no te hace mi hijo, solo te convierte en el error más grande que he cometido, y si todavía no lo entiendes eres aún más estúpido de lo que pensaba. Lárgate de mi oficina ahora mocoso molesto.

Si Conner no tuviera súper poderes definitivamente habría creído esas duras palabras y se hubiera ido, también si no conociera al que le había dado la vida y no los hubiera utilizado, pero ninguna de las dos había pasado. Lex estaba mintiendo como siempre, probablemente tendría sus razones para no aceptar pero en definitiva Lex lo quería, lo sabía por ese olor ligero que a los sentidos de los demás el pelirrojo (en ocasiones calvo) ocultaba tan bien, pero que a los suyos era en extremo evidente.

Por eso estaba más que consciente de varias cosas con respecto a su madre.

1.—Lo amaba.

2.—Se preocupaba constantemente por él.

3.—Se sentía muy feliz cuando se veían.

4.—Le desagradaban el resto de los adolescentes y niños con excepción de Jon su hermano menor (lo cual era bastante sospechoso).

5.—Estaba enamorado de Clark (Aunque Superman insistía que eso específicamente eran imaginaciones suyas).

—Podrás decir lo que sea pero eres mi madre y tengo derecho a compartir tiempo contigo.

—Aún si quisiera ir, cosa que no es verdad, tengo un itinerario muy pesado porque estoy apunto de reventar —Señaló su vientre— y no tendré tiempo para eso cuando está cosa salga. Así que no, no iré contigo a ninguna parte.

—Tu instinto maternal me encanta, hablando de eso... ¿Cómo es que terminaste así?

—¿Qué? ¿Superman no te explicó sobre las abejitas y las flores?

—Estoy bien informado mami. Me refiero a tú claro odio por los niños y que ahora vayas a tener uno al cual piensas criar.

—Un accidente lo tiene cualquiera.

—Los accidentes no te pasan a ti, todo siempre está fríamente calculado cuando tiene que ver contigo.

—Bueno, ¿por qué tengo que justificarme ante ti? Además no es tu problema, mocoso.

—¿Paso por ti a las ocho? —Lex finalmente le dió la cara a Conner y lo miró con aparente odio—

—¿No piensas dejarme en paz hasta que acepte, verdad?

—Exacto.

—No pases por mi, yo iré y será a las diez. Ahora lárgate.

La máscara de LexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora