Empieza la Temporada

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No sé cuánto tiempo estoy tocando el violín.

No sé cuánto tiempo he estado viajando en mis recuerdos.

Al apartar el arco de violín, noto mi respiración agitada, aparto el violín del hombro, mi pulso esta acelerado.

A lo mejor he estado unas dos horas aproximadamente.

Me quedo mirando el suelo unos segundos, luego escucho aplausos viniendo de la tía Antonia.

Ella me está mirando con ojos llorosos, ella al ver mis ojos que conectan con los suyos se acerca a mí con los brazos abiertos, se acerca a mí con sus ojos reteniendo las lágrimas. Ella se pone delante de mí, no tardo ni un segundo en abrazarme con todas sus fuerzas, no tardo en sacar las lágrimas que se mantenían en sus ojos.

-Seguro... que lo han...oído –deshace el abrazo, pone sus manos calientes en mis mejillas, mirándome directamente a los ojos –estoy segura que al escuchar tu melodía están sonriendo –mira al cielo

-Sé que están contentos –sonrió y sale una lagrima de mi ojo derecho, el cual aparto con mi mano rápidamente –seguro te están mirando a ti también en cómo te tomas tu tiempo ayudando a los niños.

Nos abrazamos de nuevo, dos lágrimas caen más,resbalan por mis mejillas hasta llegar al hombro de la tía Antonia, donde laslágrimas desaparecen, pero aun así las dos gotas están marcadas.

-Bueno ¡Basta ya! Estas lágrimas tienen que desaparecer, los abuelos no nos pueden ver llorando por su muerte, si no tu melodía no serviría de nada –deshace el abrazo -¡Pero mira tus ojos! Se están poniendo rojos, ves a tu habitación a descansar a las siete en punto vendré a ayudarte a prepararte y a las ocho nos vamos ¡No podemos ir con estos ojos!

Una risa se me escapa de los labios al escucharla y su forma de expresarse exagerada para cambiar el ambiente.

-Está bien, está bien –paro de reír –que descanses tita –le doy un beso en la mejilla.

Abro la puerta de cristal, entro en la mansión, de camino a mi habitación respiro un par de veces para calmarme, aún tengo ganas de llorar, pero sé que si el abuelo o la abuela estuvieran aquí me regañarían.

Llego a la puerta de madera de mi habitación, la abro y la cierro, dejo el violín guardada en su funda junto con su arco, la cierro y la guardo en el gran baúl que está delante de la cama. Me quito el vestido y me pongo un camisón, de color crema casi transparente, abro las mantas de la cama, me acuesto y cierro los ojos.

Alguien llamando la puerta haciendo que poco a poco abra los ojos.

-Adelante –digo dormida

Me siento en la cama, miro a tía Antonia, entrando ya arreglada para la velada de esta noche, conocida para la primera fiesta que da la iniciación a la temporada.

-Vamos, vamos, vamos –aplaude emocionada –es hora de prepararse, primero el baño, que ya está preparada como a ti te gusta –se acerca a la cama quitando las mantas que me cubren –vamos

-Voy...

Me levanto de la cama, camino descalza hasta el baño, cierro la puerta, me quito el camisón y me meto dentro, me meto debajo del agua y salgo, me empiezo a levantar, tomándome mi tiempo todo mi cuerpo luego el pelo, me gusta ducharme con agua caliente y con esencia de flores, del invernadero.

Sin ganas de salir de la bañera, me pongo la bata y salgo, encontrándome a tía Antonia poniendo unas joyas en el tocador. Cierro la puerta y ella se gira mirándome de arriba abajo sonriendo.

El Caballero MisteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora