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Ashes and Dreams

El mundo había seguido girando sobre su eje, recorriendo a una velocidad de 28,8 km por segundo la órbita elíptica imaginaria que marcaba su camino alrededor del Sol. Y con el movimiento de rotación llegó la noche poblada de nubarrones grises que vaticinaban una lluvia torrencial, probablemente la peor del año.

JungKook podía decir que anochecía deprisa, llovería pronto, el mundo continuaba su imperturbable recorrido, pero las esquirlas de su corazón yacían junto a las flores que marchitaban en sus manos, detenidas en el tiempo.

Él nunca llegó.

«Season change us, this moment envisions eternity. I see slowly the shadows belong to me. Feel my emotions, believe me, It's just like a summer breeze. Sorrow change us. This moment envisions eternity»

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Cliché

Un golpe constante de cuatro tiempos marcados con la mano derecha sobre el charles, acompañado del bombo y redoblante. Era un ritmo básico, que solo servía para distraerlo de la acalorada discusión que se desenvolvía con airadas palabras entre Seung Wan, la vocalista principal de su cambiante banda, y YoonGi, el bajista de aspecto pálido y letárgico. Sentado en el sofá de cuero gastado que servía de asiento, cama y escritorio, se hallaba Jimin, el segundo vocalista y a veces tecladista. Como de costumbre, TaeHyung, su guitarrista, aún no llegaba al ensayo. Era viernes por la tarde, hacía un calor húmedo que estaba drenando la energía de todos ellos y solo contribuía a calentar los ánimos de por sí caldeados entre ellos.

Seung Wan agitó su larga melena oscura en un gesto despectivo que distaba de su usual comportamiento, con las mejillas rojas y los ojos peligrosamente entrecerrados dio una última mirada a YoonGi; el bajista no se amilanó, en realidad nada podía amedrentarlo, así que cruzándose de brazos sobre el pecho se enfrentó a la ira de la única mujer de Ashes and Dreams (el más ridículo nombre que consiguieron ponerle a su banda).

—Bien — espetó ella —, si tanto te parece que mis habilidades como compositora son una mierda, no vas a tener que seguir soportándolas. ¡Me largo, Min!

—¿Estás bromeando? Te comportas como una mocosa, Wendy.

Las palabras de YoonGi solo lograron enfurecer más a la mujer, quien levantó la mano, como si estuviera a punto de golpear el rostro impertérrito del otro. Pero pareció meditarlo y volvió a bajarla. Jaló los bordes de su ajustada camiseta de tirantes y retrocedió un paso, dándose espacio para irse.

—Como digas, Min. Pero sin mí, no tienen nada decente con lo que presentarse en el concurso.

Wendy dejó su destartalada sala de ensayos con pasos furiosos, el tacón de su zapato siguió repiqueteando en el suelo de loseta amarillenta por un par de segundos. Y solo cuando volvió a hacerse el usual silencio fue que Jimin se levantó de su sitio, con el cabello rojo despeinado y la musculosa negra algo sudada a causa del clima y el cuero. Su pinta de niño malo chirriando con su suave voz.

—Así que... estamos jodidos, ¿no?

—Yo consideraría que estamos progresando — puntualizó YoonGi, cogiendo el bajo de su estuche a medio abrir, o medio cerrar, JungKook ya no estaba seguro de si harían algo más esa noche.

—Sin una vocalista, no estoy tan seguro de que sea la mejor decisión que hayas tomado, Min Suga.

El aludido se sacudió de hombros, no era un simple gesto de restarle importancia al asunto, porque era consciente de que efectivamente no había sido ni la manera ni el momento de pelear con Wendy. Sin embargo, aquel día parecía haber agotado su paciencia y recato mucho antes del ensayo, por lo que la sugerencia de cantar y hacer algunos arreglos — mucho más que eso, pensó YoonGi — a una de las peores canciones que Wendy hubiese escrito, se le había antojado irritante, tedioso y sin sentido. En otras circunstancias podría haber razonado con la chica, la canción en realidad había sido escrita entre ella y su novio, lo que había cegado su juicio. Y cada embate hacia la letra mal garabateada, fue tan efectiva como insultar a su madre.

Canciones para JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora