VI

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Adoration

Era de madrugada, hacía frío y tenía una cefalea de esas que constriñen el cráneo y bajan por los hombros, muy probablemente por todo el estrés que estaba viviendo, por la presión de saber que el día del concurso se acercaba y ellos continuaban sin tener algo que pudieran denominar como Canción Ganadora. Por supuesto, cada una de las melodías compuestas por YoonGi y Jimin eran buenas, adictivas y fuertes, sin embargo la voz de SeokJin seguía apagada y aquella vitalidad que transmitía en un principio, incluso si su voz fallaba en algunas notas, ya no estaba. No podías soltar una apasionada canción sobre el fuego y el amor anhelante dispuesto a todo si tu voz era gélida. No tenía mucho sentido.

Aunque esa era la menor de sus preocupaciones, sabía que todavía tenía trabajos que entregar para la universidad, profesores a los que dejar conformes porque no podía ofrecerles nada mejor que solo cumplir. Claro, no quería agobiarse con la vida escolar, con los problemas que acarrearía que no aprobara ese año, o con su rendimiento que bajó otro poco desde que volvió a alejarse de Jin. O los chismes que aumentaron después de haber perdido su cotizada virginidad — el que oda la universidad dijera que él follaba con todas y todos, no los hacía sordos, ellos en el fondo sabían que aquello no eran más que habladurías — por tanto, que esa mujer corriera la voz de que pasó la noche con él, JungKook suponía que pruebas debió sacar para que le creyeran, le granjeó la atención indeseada de más féminas que no dejaban de arrinconarlo en cuanto veían la oportunidad.

Pateó las cobijas con las que se encontraba cubierto y permitió al clima templado de su habitación posarse en sus muslos desnudos, en sus brazos y sobre la tela de la musculosa desgastada que utilizaba de pijama.

El recuerdo de Jin besándolo en el antro quemaba sus labios, bullía en su pecho y ese calor era suficiente para él. Se permitió rememorar la forma coqueta en que Jin batía sus pestañas cuando quería algo, gesto que utilizaba con TaeHyung, su peculiar risa que bien podría imitar si quisiera al limpiar un vidrio y hacerlo rechinar, como llenaba sus mejillas cual ardilla al comer. Ese recuerdo era especial puesto que fue cuando JungKook cantó para él, cuando Jin pagó por la comida y lo obligó a darle pastel en la boca a modo de compensación, podía pensar en ese día como una cita, si él lo hubiera sabido habría disfrutado más del momento, habría correspondido la broma del mayor al embadurnarle la mejilla con chantillí. Si pudiera regresar el tiempo, habría cambiado de papeles con su yo ufano y habría cogido la cara sonrosada de Jin para besarle la punta de la nariz, lo hubiera sentado en su regazo, escondido la cara en su cuello, le habría pedido que una explicación de por qué actuaba como si no lo conociera. Desearía que eso hubiera sucedido, haberle confesado que seguía queriéndolo, incluso un poquito más. Porque sus sentimientos hacia Jin solo podían ser superados por el mismo Jin, por nadie más. Que lo suyo no era un simple capricho adolescente, aunque tampoco sabía si existían diferencias entre el amor a través de las edades.

Necesitaba abrazarse a su espalda amplia, tomarlo de la mano, recostarlo en su pecho y susúrrale cuánto lo necesitaba. Quería ser egoísta y terminar por arrebatarle lo que pudiera quedarle a TaeHyung. Borrarlo del subconsciente de Jin, no podía conformarse con reemplazarlo, porque esa idea le parecía repulsiva y mediocre. Una minúscula parte de él le decía que no tenía por qué sentirse culpable ni rastrero por el hecho de tomar a Jin para sí, no se lo estaba arrebatando a TaeHyung, porque nunca había sido de él. Tenía la oportunidad, quizás.

Mas como buen ser humano que era, JungKook prefería ahogarse antes que arriesgarse. Moralmente hablando era incorrecto el luchar por Jin, pero éticamente... bueno, ni siquiera estaba seguro de poder decir que discernía el bien del mal.

—Quiero creer que estamos unidos por algo más fuerte que el mero destino — murmuró, sintiendo que la inspiración para crear su propia canción iba tomando forma dentro de él. Entonces escuchó su celular vibrar contra la madera de su mesita de noche, la pantalla se iluminó y JungKook no pudo imaginar quién le hablaba a esa hora.

Canciones para JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora