Capítulo XCII

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Todo fue tan rápido, que Alicia ni siquiera pudo percatarse de que Tarrant ya no estaba junto a ella. De repente, se encontró ascendiendo a una velocidad imposible por aquella madriguera en la que tantas veces había caído. Antes de que pudiese pensar en nada más, la mitad de su cuerpo ya estaba fuera del hueco. Se encontraba en Londres otra vez.

Se incorporó rápidamente, aún tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. Sin embargo, mientras estaba sumida en sus pensamientos y en tratar de ubicarse en tiempo y espacio, un repentino mareo hizo que tuviera que apoyarse en el árbol más cercano.

«Creo que ya había olvidado lo horrible que es el viaje de vuelta a este lugar» pensó la joven, volviendo a incorporarse lentamente.

Una vez de pie, observó el horizonte. Allí estaba la mansión Kingsleigh. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde su desaparición? Decidió no hacerse más preguntas que no podía responder y comenzó a caminar en dirección hacia su antiguo hogar.

No había nadie en los jardines, de modo que entró sin ser vista. 

Apenas abrió la puerta principal, se encontró con Adeliza, una de las criadas.
-¡Señorita Alicia!- exclamó la mujer, acercándose a ella. -Hace varios días que no sabemos nada de usted. ¿Dónde ha estado?

La joven suspiró al oír esas palabras. ¿Días? Había creído que tal vez habían pasado semanas o, incluso, meses.

-Es largo de explicar- se limitó a responder la muchacha. -Si volví, es porque necesito hablar con mi madre. ¿Puedes decirle que estoy aquí?

-Casualmente, hace un momento estuve con ella. Dijo que bajaría pronto, así que no creo que tarde.
-Está bien. Aquí la esperaré, entonces.

Adeliza asintió, echándole un vistazo a la menor de las hijas de Helen. No había duda de que era una hermosa muchacha, aunque demasiado extraña. Llevaba exactamente el mismo vestido con el que la había visto por última vez. ¿Dónde se suponía que había pasado todo ese tiempo?

-Me incomoda preguntarle esto, señorita, pero...¿usted se fue porque no quería casarse con Lord Hamish? Su madre está muy furiosa con respecto a eso.

Alicia no pudo evitar llevarse una mano a la cara. Había olvidado por completo el asunto de su compromiso con aquel idiota con problemas digestivos. Probablemente ese sería el centro de la discusión con su madre, durante un buen rato.

-No es esa la razón por la que me ausenté durante todos estos días. Me surgió un asunto importante que ya le explicaré a mi madre cuando baje- respondió, luego de un momento.

-De acuerdo. Mientras tanto, ¿puedo ofrecerle algo?

-No, gracias- negó Alicia, con su mirada algo ausente. 

Adeliza se detuvo a observar el rostro de la joven. Algo no estaba bien con ella, definitivamente.

-¿Se siente bien?- le preguntó.

-¿Por qué lo preguntas?

-Porque se ve algo pálida, señorita- respondió la mujer.

-Tal vez estoy algo nerviosa, es todo.

-Bueno, mientras la señora Helen baja, ¿por qué no deja que le prepare una taza de té? De paso...puede sentarse un momento, para tratar de relajarse.

Alicia finalmente asintió. No le apetecía una taza de té en ese momento pero ,ciertamente, no se estaba sintiendo demasiado bien. De todas formas, no creía estar tan nerviosa. Lo único que quería era volver junto a su amado Tarrant, lo antes posible.

Alicia: El Retorno al País de las MaravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora