All of my life, I've been frozen

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Greg había dispuesto todo para no tener que moverse de su habitación por un buen rato. El video en vivo comenzaba en breve, y no quería perderse detalle alguno. Sus auriculares estaban conectados a su tableta, y tenía snacks para pasar el rato mientras intentaba relajarse. A su derecha, un anotador y una lapicera descansaban con cierta impaciencia, listos para anotar la nueva información. Y también esperaba sacar algunas capturas de pantalla memorables, porque con las fotos que robaba de Instagram no le alcanzaba. Odiaba que Mycroft Holmes, su youtuber preferido, fuera tan poco amante de tomarse fotografías. El pelirrojo, nueva sensación del mundo de las redes, apenas si tenía imágenes suyas en su cuenta, que se basaba principalmente en portadas de libros, películas, discos y juegos de video; por lo que debía ingeniárselas con capturas de pantalla de sus videos en vivo o de los que posteaba en YouTube para hacerse de imágenes de él. Lestrade estaba perdidamente enamorado del chico, pero jamás se había animado a comentar absolutamente nada. Sólo repartía likes esporádicos en sus perfiles de las diferentes redes, soñando en vano con ser notado por él. Sabía que jamás llegaría ese momento; Mycroft tenía miles de seguidores y jamás había respondido a nadie. Sólo saludos generalizados, nada demasiado particular. Suspiró algo melancólico mientras observaba el reloj cambiar. Faltaban sólo cinco minutos para que la transmisión comenzara.

Mycroft Holmes lo había cautivado por su pasión. Cada tema que abordaba, lo hacía con intensidad y dedicación, aprehendiendo absolutamente todos los detalles necesarios. Parecía un erudito sin importar qué argumento estuviese tratando. Era más que claro que los libros eran su pasión; el pelirrojo parecía tener la biblioteca de Alejandría en su cuarto y aparentemente había leído todos y cada uno de los ejemplares que decoraban su habitación, ordenados de forma impecable. Mycroft había dedicado el primer video de su canal a explicar la composición de su biblioteca, haciendo hincapié en los autores de renombre y en la cantidad de primeras ediciones con las que contaba, explicando con maestría los movimientos literarios a los cuales pertenecían, evocando fechas y situaciones históricas para contextualizar. Greg cayó rendido ante su facilidad para explicar las cosas, su increíble memoria para las fechas y los nombres y la devoción con la cual parecía manipular los ejemplares, acariciándolos suavemente con sus delicados dedos, procurando no desmerecerlos con su tacto. Greg se preguntaba si Mycroft sería tan intenso en todas las situaciones de su vida, y deliraba en soledad cuando pensaba en las respuestas. Se imaginaba en la habitación del pelirrojo, observándolo fijamente mientras él editaba videos sus videos o leía algún libro, adorándolo en silencio. Pero sólo podía fantasear. Sus posibilidades de acercarse a él eran completamente nulas. Mycroft no parecía salir de su casa, ya que no existían fotos de él con seguidores o postales de vacaciones. Greg esperaba con ansias que algún día su pelirrojo posteara algo referente a lugares que frecuentaba o algo así, pero no. Mycroft parecía vivir en otro planeta, o en algún sitio completamente alejado de la sociedad.

La hora llegó y finalmente su móvil vibró con la notificación que anunciaba el comienzo del video en vivo. De inmediato abrió la aplicación de Instagram y se puso los auriculares, sonriendo como un tonto cuando el rostro del pelirrojo apareció en la pantalla. Llevaba una camiseta blanca y sus perfectos lentes de lectura, que tan bien le sentaban, y parecía bastante animado. Greg siempre se había sentido curioso sobre la decoración de la pared que estaba detrás de él en cada video. Parecían cuadros bastante antiguos, pero no alcanzaba a divisar con claridad cuáles eran. Otra de las peculiaridades del pelirrojo que tanto le gustaban. Por su parte, Mycroft repartió un par de saludos a quienes iban uniéndose al stream. Entre ellos nombró a Greg, el cual sólo podía sonreír como un tonto. Cuando contaba con un número considerable de espectadores, comentó que tenía un gran anuncio para hacer. Debido a la gran cantidad de seguidores que tenía en sus diferentes redes sociales y por pedido de muchos de ellos, algunos productores se habían contactado con él para ofrecerle ser parte de la London Comic Con; y él había aceptado encantado, por lo que dentro de exactamente un mes, todo el mundo podría acercarse a él y tomarse una fotografía.

Greg casi deja caer el móvil por la emoción. Finalmente podría conocerlo. Podría acercarse a él, tomarse una foto, quizás llevarle un regalo y escribirle una carta. ¿Qué le diría en ella? ¿Acaso a Mycroft Holmes le importaría lo que él tuviera para decir? ¿Confesar sus sentimientos en un pedazo de papel era tan tonto como él creía? Quizás pudiera pensarlo mejor. Al fin y al cabo, era seguro que todos y cada uno de los asistentes también llevarían un regalo. Él no marcaría ninguna diferencia, pero no quería desanimarse por ello. Sabía que el dinero era un impedimento. Tendría que trabajar turnos extra en la pizzería para poder comprar los boletos y el pase para tomarse la fotografía, pero de verdad no le importaba. Por una vez en la vida, podría cumplir uno de sus sueños.

Terminó de observar el video en vivo, donde Mycroft respondía preguntas al azar de los afortunados fans seleccionados. Nada demasiado personal, como siempre. El pelirrojo sólo respondía a preguntas sobre sus intereses a nivel de fan; así Greg pudo descubrir que era un obsesionado con Doctor Who. Quizás pudiera llevarle algo de la serie, para demostrarle que prestaba atención a lo que él decía en sus vlogs y posteos. Para cuando Mycroft se despidió, él ya había pensado unas quince alternativas de regalo diferentes. Dejó el móvil a un lado y se recostó, observando el techo sin mucha atención. Sólo quería que ése día llegara y poder finalmente perderse en la profundidad de esos increíbles ojos color cielo.

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