I wasn't ready then, I'm ready now.. I'm heading straight for you

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"Querido Mycroft.

Espero te guste mi obsequio.

Gracias por alegrar mis días con tus videos.

Con amor, Greg"

No. Era demasiado cursi. ¿Cómo demonios podía escribir una tarjeta sin parecer un idiota? Desistió y aceptó que lo mejor sería quedarse con esa. Al fin y al cabo, era poco probable que el pelirrojo la leyera. Y ya había escrito otras quince opciones aún más melosas. El mes había pasado de forma excesivamente lenta, pero finalmente había llegado el momento que tanto esperó. Con mucho esfuerzo, trabajando día y noche en horarios impensados, faltando a muchas de sus clases para hacer turnos extra en la pizzería, cuidando a los niños de su barrio cuando tenía tiempo libre y perdiéndose de todas las salidas de su grupo de amigos, pudo comprar los boletos. Y también había comprado un regalo para Mycroft; una bonita remera azul con una TARDIS estampada en ella y un libro sobre Doctor Who. Además, había pagado por dos fotografías. Aún no sabía cómo le pediría a Mycroft que le dejara besar su mejilla en una de las tomas, pero suponía que cuando se encontrara en situación, el valor saldría de algún lado.

Mientras se vestía con su mejor ropa, pensaba en cómo reaccionaría frente al encuentro. Y rogaba no decepcionarse. ¿Sería Mycroft uno de esos famosos a los cuales se le había subido el ego a la cabeza? ¿Podría él soportar semejante desilusión? Greg tenía convicciones muy firmes, y siempre había sostenido el hecho de admirar a las personas que sean dignas de ser admiradas. Si Mycroft era un idiota como persona, ya no podría seguir mirando sus videos. Además, todo el esfuerzo que había hecho para conocerlo no habría valido la pena en absoluto. Pero debía pensar en positivo. Debía focalizar todas sus energías en aprovechar el momento con el cual había fantaseado durante tanto tiempo, y dejar atrás todos esos miedos. No podía ser que el hombre que lo había enamorado fuera un completo idiota; no podía tener tanta mala suerte.

Con el espíritu renovado, sintiéndose guapo y oliendo increíblemente bien, salió rumbo al predio donde se celebraría la convención. En sus auriculares, sonaba la particular voz de Thom Yorke junto a los mágicos acordes de 'True Love Waits' y Greg creía que ésa canción era una señal. Definitivamente él había esperado por lo que consideraba su verdadero amor. Porque aunque sonara tonto, creía que Mycroft era el indicado. A pesar de que no lo conocía en absoluto, no podía verse con otra persona que no fuera él. Su vida amorosa era, básicamente, inexistente. Muchos lo habían invitado a salir, pero él siempre se negaba. Sus amigos estaban algo preocupados, y creían que todo el asunto se estaba convirtiendo en una obsesión. Inclusive habían planeado varias citas a ciegas, pero él nunca asistía. Sabía que todo el mundo lo creía un loco, por lo que ya no hablaba del tema con nadie. ¿Cómo explicaba lo que sentía por el pelirrojo sin quedar como un demente? Ya estaba cansado de que se rieran de él cada vez que traía el nombre de Mycroft a colación. Nadie comprendía lo doloroso que era estar enamorado de alguien que ni siquiera sabía su nombre o de su existencia; ni tampoco nadie podía ponerse en su lugar y comprender que sentir era inevitable. De verdad quería esperar a Mycroft; conocerlo y hacerle ver que podían funcionar, porque así lo sentía su corazón.

Para cuando llegó a su lugar de destino, susnervios estaban por las nubes. Había muchísima gente caminando de aquí paraallá, riendo y mostrándose de lo más animados. Greg sentía que su corazónexplotaría en cualquier momento a causa de la ansiedad que le provocaba elhecho de saberse en el mismo lugar que su adorado Mycroft. Sacó su cámara delmorral y comenzó a tomar algunas fotografías, siendo ése uno de sus hobbies.Sonrió cuando se encontró frente a frente con una enorme imagen de Mycroft,anunciando su presencia en la convención. Pensó brevemente en la idea depedirlo o robárselo al final del día, pero la descartó de inmediato. No queríameterse en problemas innecesariamente. Caminó con paso distraído por losdiferentes puestos que ofrecían merchandising de diferentes series, libros ypelículas, paseando con las manos en la cámara, listo para capturar algunosmomentos. Compró algunos prendedores y señaladores de El Señor de los Anillos,permitiéndose un pequeño exceso en su ajustada economía. Todo sea para matar eltiempo. Aún faltaba una hora para que comience la sesión de fotos, por lo quedecidió que lo mejor sería ir a hacer fila. Quizás podría charlar un poco conalguno de los demás fans y así sentirse acompañado, aunque sabía que nadiequería a Mycroft como él. Se encaminó rápidamente hacia el sector 9B, donde yahabía gente esperando. Se puso detrás de una agradable jovencita que parecíamuy nerviosa, quizás más que él, y le regaló una tímida sonrisa. Ella sepresentó como Molly Hooper, bloguera especializada en libros de fantasía. Gregla reconoció de inmediato, ya que seguía su cuenta en Instagram. De inmediatocomenzaron a charlar animadamente sobre los videos de Mycroft y su increíbleconocimiento sobre literatura. A ellos se unió Irene Adler, quien hacía videosinformativos sobre técnicas de aprendizaje de violín, y John Watson, unagradable joven que se dedicaba a jugar al rugby y tenía interés en comenzar aescribir historias policiales, pero tenía miedo a lo que sus compañeros deequipo pudieran pensar sobre ello. Todos contaron un poco sobre sus intereses,estableciendo una especie de vínculo interesante, de esos que con el tiempopueden construir bonitas amistades. Rieron y se sintieron en una bonitacompañía, siguiéndose mutuamente en Instagram para no perder el contacto cuandola convención terminara. El tiempo pasó volando y cuando se dieron cuenta, comenzarona pedirles sus pases para las fotografías, dándoles un número a cambio paraestablecer un orden. Greg entregó sus dos pases y le dieron el número 8. Sucorazón comenzó a latir con fuerza ante la inminencia del encuentro. Sólo 7personas lo separaban de él, y se movían con rapidez. Saludó a sus nuevosconocidos cuando les tocó su turno, deseándoles buena suerte, sonriendonervioso a medida que se acercaba su momento. Desafortunadamente, la salidaestaba en otro lado, así que no pudo preguntar a nadie cómo era Mycroft;aparentemente, tendría que descubrirlo él mismo. La última en irse fue Molly,la cual parecía al borde del colapso cuando lo saludó con un rápido gesto de sumano y desapareció con paso veloz, dejándolo completamente sólo, siendo él el próximoen entrar. Podía sentir como su cuerpo comenzaba a temblar, por lo que respiróprofundo. No podía dejar que nada arruine ese momento, SU momento. Cuando leindicaron que era su turno, soltó el aire con fuerza y volvió a llenar suspulmones a medida que sus piernas lo llevaban por inercia a lo largo delestrecho pasillo que lo separaba de su sueño. Giró hacia la derecha y tuvo lavisión más perfecta del mundo al encontrarse frente a frente con su Adonispelirrojo.    

Sweetest DevotionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora