Despierto gritando, la sangre desapareció, pero el dolor no, al revisar mi costado derecho me doy cuenta de algo, tengo un alfiler atorado en la camisa.
-auch, como llego esto aquí?
Al instante lo quito y lo tiro a la basura, me levanto de la cama, me pongo los pantalones, las botas y me cambio la camisa, entro en la cocina, tomo un vaso y me sirvo agua, mientras bebo agua me doy cuenta de algo.
-ya salio el sol.
Entonces lo comprendo, ya es tarde, muy tarde para ir a la escuela, pero aun puedo aprovechar el día, rápidamente tomo mi chamarra, algo de dinero y me subo al autobús, mi destino? Mi antiguo hogar.
Al cabo de un rato el paisaje cambia, las casas comienzan a ser más pequeñas, maltratadas, a medio construir, se puede notar a simple vista que está parte de la ciudad apenas comienza, es joven y por eso mismo más insegura, aquí es donde nací y crecí, donde apenas unos días atrás pasaba mi tiempo con mis amigos, por la hora que es solo se pueden observar a los típicos pandilleros comenzando su rutina diaria, beber y fumar, intentando sacarle algo de dinero a los conductores de autobús y extorsionando a quien se deja, por lo general jóvenes de apariencia débil que se ven intimidados de manera fácil.
Finalmente el autobús llega a la base, desciendo de este, dirigiéndome hacia el borde de lo que queda de ciudad comienzo mi caminar, apresurando el paso pero sin correr avanzo sobre la calle que poco a poco comienza a volverse un camino de terraceria, con mi pasar la tierra seca levanta polvo el cual se acumula en mis botas, a mi alrededor se pueden observar las pocas casas de gente que a duras penas sobrevive habitando entre cuatro paredes improvisadas con láminas y vigas de madera, después de tiempo finalmente dejó atrás la ciudad, apenas unos metros pasada la última casa de aquel camino observo a lo lejos un árbol, no es cualquier árbol, es mi punto de referencia hacia lo que se convertirá en mi mejor arma.
Uno, dos, tres, cuatro, pasos pasado el árbol, miró mi reloj y alineó el árbol con el número 6, camino en diagonal de tal forma que ahora sigo en lo que mi reloj sería el número 2, avanzo un par de minutos y encuentro un desnivelno muy grande, bajo y sigo por toda la orilla hacia el lado creciente de este, al cabo de media hora de caminar finalemte llegó, ahora estoy en la entrada de lo que era nuestro escondite, entró el la pequeña semiformada cueva, me dirijo hacia una piedra que es casi de mi tamaño ubicada en el fondo, con sumo cuidado uso todas mis fuerzas para mover la, una vez apartada del lugar donde se encontraba me arrodillo y comienzo a cavar.
Con las manos algo lastimadas, por fin logró encontrar lo que buscaba, la caja, la caja que prometimos no volver a abrí, la sacó del suelo como si de un ataud se tratase, miró detrás de mí para asegurarme que nadie me vea, tomó una piedra pequeña pero filosa y comienzo a golpear los candados que la mantienen cerrada, después de tiempo estos se den finalmente, respiro hondo, me cercioro una vez más de que nadie me esté viendo, tomo valor y abro la caja.
-se supone que solo cuando los tres estuviéramos de acuerdo la volveríamos a abrir, así que espero una muy buena explicación para lo que acabas de hacer Haru.
Reconozco la voz que me habla, sin voltear respondo
-pero ya no estamos los 3 y tu mejor que nadie sabe que nunca vamos a volver a estar.
-en eso tienes razon, pero no creo que sea motivo suficiente para romper nuestra promesa, debes estar muy desesperado para venir en busca de eso... O me equivoco?
Introduzco la mano en la caja, saco de ella un paquete de cigarrillos y un encendedor.
-tienes razón, estoy entre la espada y la pared, la necesito, en especial ahora que estoy solo y lejos del barrio.
-no deberías usarla y menos sin consultarlo, la última vez... Bueno ya sabes como terminó.
-si lo se, la última vez que alguien la tomó sin permiso, por eso ahora solo quedamos dos.
Volteo bruscamente, mi mente me volvió a engañar después de tanto tiempo, en realidad solo quedo yo.
