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Odio llorar frente a la gente, pero cuando siento que ya no logro aguantar más. Me escondo en algún lugar.

Y en eso estoy.
Estoy escondida en los camarines de hombres.

¿En serio mi suerte en el amor tiene que ser tan mala?

Creo que la culpa es de mi segundo nombre.

– ¡Afrodita! – grito una voz en los pasillos.

– ¡Aquí! – Anna entro al camarin y me abrazo.

Acarició mi cabeza de una forma lenta y cuidadosa, como siempre.

Creo que sería una gran madre.

– ¿Qué pasó? – dijo besando mi cabeza.

– A Demian le gusta otra chica – dije entre lágrimas.

– ¿Qué chica? – pregunto enfadada. – Porque esa tal  por cual se las verá conmigo...

– Tu – la interrumpí.

– ¡Yo! – dijo confundida.

Si esto fuera una situación, en la que no estoy llorando, diría... me burlaría de su confusión.

Pero, ahora no estoy bien.

– Si – me límite a decir para que ella, siguiera demostrando su apoyo en un abrazo.

Mi nombre es AfroditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora