Las alas de un ave pueden aletear las veces que quieran y así viajar tan lejos como les sea posible,
las rocas de una colina pueden desprenderse en las cantidades que la gravedad victimice y así irse cuesta abajo a lugares a los que la estática y leyes inerciales propusieron nunca; algo de materia está destinada a ir más allá de las expectativas.
Vamos, las expectativas humanas son una basura, de todos modos.
Un cuerpo está sometido a expectativas, regulando así sus posibilidades sin darse cuenta, nunca nos damos cuenta, o sólo cuando ya es tarde.
Tenemos una colección de la ropa que no usamos,
de los discos que no escuchamos,
de los zapatos que no ocupamos,
de los libros que no marcamos,
de las personas que no amamos,
de las fiestas a las que no fuimos,
de las lágrimas que no dejamos escapar,
porque quizá esperábamos más y aquello fue lo único que obtuvimos y no tomamos.
Un corazón roto.
Nadie con sentido común preguntó por uno, sin embargo enamorarse es una locura, pero peor que amar y susurrarle a la luna por haberlo hecho, es imaginar una realidad en la que nunca lo hiciste,
las expectativas que si cubriste,
la ropa que usaste cuando viste sus ojos la primera vez,
de los discos que no escuchaste para tararear una estrofa en especial,
de los zapatos que ocupaste para combinarlos con tu camiseta y su piel,
de los libros que marcaste para deletrear las letras de su nombre,
las personas que amaste, la persona que amaste
las fiestas a las fuiste para bailar a su ritmo y derramar licor saborizado en sus muñecas,
las lágrimas que no dejaste escapar cuando tu corazón fue roto,
pequeña mente confundida con pecas en la nariz y migajas en la barbilla.
(v.a.)
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disparate en la cafetería.
Poesía« Si la poesía no nace espontáneamente como la hoja de un árbol, es mejor que no nazca de ningún modo. » John Keats ©cmrenxcid