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La miré mientras entraba tambaleándose por la puerta principal y se quitaba los tacones. Su pelo estaba hecho un desastre y su vestido estaba arrugado.

-Venga, vamos a llevarte a la cama- hablé, haciendo que diese un pequeño saltito.

-¿Qué haces despierta?- habló arrastrando las palabras.

-Son las seis de la mañana. Estoy a punto de irme al instituto. El autobús llegará en cualquier momento Estoy en época de exámenes, estaba estudiando de unos apuntes cuando has llegado- la cogí por debajo del brazo y la llevé a su cama.

Sus ojos se iban cerrando mientras que se subía a la cama, con toda la ropa.

-¿Quién habría dicho que había parido a una empollona- se acurrucó junto a su almohada, ignoré su comentario.

-Gimió, y se sujetó la cabeza con ambas manos.

-¿Me puedes dar las aspirinas porfa. Tengo un dolor de cabeza de mil demonios. Y si de verdad me quisieses, me harías el desayuno antes de irte.

Odio cuando dice;"y si de verdad me quisieses"... no puedo siquiera acordarme de la última vez que me dijo que me quería, pero parece que tengo que demostrar mi amor constantemente.

-Tengo literalmente siete minutos para llegar a la parada, no tengo tiempo- cogí mi mochila, mirando al reloj encima de la puerta del dormitorio.

-No puedes ni siquiera, gastar siete minutos de tu tiempo mara hacerle a tu propia madre un poco desayuno. Eres tan egoísta. ¿No ves la condición en la que me encuentro?- escupió con sus ojos tan rojos como la sangre.

Perdí el autobús esta mañana.

No hice el examen esta mañana.

Pero a mi madre no le faltó el desayuno.

Cogí mis libros cuando la campana para la tercera clase sonó. Los pasillos se llenaron rápidamente y fue un completo desastre pasar hacia mi clase. Los pasillos estaban verdaderamente llenos esta mañana. Todos se apretujaban en burujos de gente mientras que iban en direcciones diferentes.

Pero luego todo el mundo se paró en un círculo, mirando fijamente a la escena que se estaba desarrollando ante sus ojos,. No me importaba lo que estuviesen viendo, yo estaba intentando ir hacia mi casillero.

Empujé y pasé por la multitud, hasta que vi lo que estaban observando.

Everest.

Estaba murmurándole rápidamente a Cara, una sudadero gris cubría su cabeza. Estaba en un ángulo en el que solo se podía ver el perfil de su cara.

M e sentí como si estuviese viendo un fantasma. Incluso aunque supiese que el no había muerto, nunca creí que iba a volver. Han pasado dos semanas desde el primer día de colegio, y el drama de Everest estaba empezando a calmarse.

Pero ahí estaba.

En carne y hueso.

Cara tenía una mueca de asco en su cara- Tienes huevos para haber vuelto aquí.

Él intentó coger su brazo, pero ella lo echó hacia atrás lo suficientemente rápido- No me toques.

Everest miró al rededor de la multitud ahí reunida y vi que sus ojos estaban empezando a ponerse rojos y húmedos. Rápidamente volvió su rostro hacia Cara.

-Mirad, está a punto de llorar- alguien se rió lo que provocó que otros también se rieran.

-¿Es así como me vas a tratar?- su voz estaba llena de enfado. Nunca había visto a Everest enfadado antes.

Cara encogió los hombros y cogió algunos libros de su casillero con us rubio pelo tapando su cara.

Nash se presentó frente Cara y Everest, con una expresión tan seria como nunca le había visto.- Vete de aquí, no perteneces aquí.

Sus palabras se clavaron en mi corazón, así que solo podía imaginarme como se sintió Everest.

Su cabeza se volvió hacia el suelo, con la sudadera tapando su rostro. Tiras de su pelo sobresalían de la parte superior. Levantó su cabeza asintiendo con lentitud antes de girarse y salir corriendo del instituto.

Profesores llegaron al pasillo y rompieron la multitud, y por segunda vez, mi corazón se rompió por Everest.

Saving EverestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora