Capítulo 3.

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Aunque pudiera parecerlo desde fuera, Theodore Nott no estaba espiando a Lunática Lovegood. En absoluto. Simplemente la estaba observando sin que ella lo supiera, lo cual era algo completamente diferente.

Vale, tal vez que estuviera oculto tras uno de los enormes árboles de Navidad que el guardabosques había plantado pudiera dar que pensar, pero aún así, aquello no era lo que parecía. O sí, pero tenía una explicación.

Luna Lovegood le intrigaba. Él era considerado diferente en Slytherin, pero lo de Lovegood no tenía comparación con nadie que Theo hubiera visto. No le importaba en absoluto lo que los demás pensaran de ella, sino no iría por ahí con ese collar de corchos y esos pendientes de…¿era muérdago eso que colgaba de sus orejas?, de hecho, sí.

Salía del Gran Comedor tras un grupo de chicas de su casa, distraída, pasando con entusiasmo las hojas de un libro de desgastado cuero granate que era casi tan grande como ella. En la cabeza, entre el largo y despeinado pelo rubio, una diadema con cuernos de reno se sostenía precariamente, iluminándose cada vez que ella se detenía o se ponía en marcha.

Theodore vio cómo Lovegood se detenía, cerraba a su libro y miraba a las chicas que caminaban delante de ella, que se habían detenido sumidas en su conversación. Desde su posición, le llegaban retazos de sus palabras.

—…cumpleaños de Cho y todavía no sabemos qué regalarle —decía una chica de pelo rizado que si Theo no se equivocaba, se llamaba Marietta Edgecombe.

—¿Qué tal una túnica de gala?—sugirió otra.

—Túnicas de gala no, Julia, ya sabes que le recuerdan a Cedric—apuntó una tercera, y las cuatro chicas se sumieron en un silencio incómodo.
Luna abrazó su libro y se acercó al grupito.

—¿Y un…?

—Yo sé qué pueden comprarle —dijo Luna asintiendo suavemente. Las cuatro chicas la miraron como si acabara de brotar del suelo y mostraron una expresión escéptica.

—¿El qué? —dijo la cuarta chica con hostilidad, una rubia.— ¿Un puniper de esos?

Julia y la morena que tenía al lado se echaron a reír por lo bajo, pero Marietta golpeó en el hombro a la que había hablado y se volvió hacia Luna con expresión amable.

—Te lo agradecemos, Lovegood, pero no creo que puedas ayudarnos —dijo educadamente.

—Déjala hablar —sugirió Julia aunque sonreía irónicamente.—Tal vez pueda darnos alguna idea.

Luna sonrió dulcemente y se acercó un poco más a ellas, y Theodore se dio cuenta con fría ira, de que la tal Julia sólo pretendía reírse de ella. Se aplastó un poco más contra el árbol para poder escuchar mejor, irritándose cuando las ramas del abeto le arañaron una mejilla.

—El otro día la vi en la biblioteca, fue a pedir Las mil y una noches y se puso muy triste cuando Madame Pince le dijo que no lo tenían en Hogwarts —
explicó Luna.

—¿Las mil y una noches? —repitió una de las Ravenclaw desconcertada.

—Es un cuento muggle —apuntó la rubia larguilucha mirando a Luna con otros ojos.

—¿Ese cuento que su abuela le leía? —preguntó Marietta con aire pensativo e incómodo.— Creo que le gustaría. —Se tocó los labios dubitativa y miró a Luna con agradecimiento.— ¿Sabes?,  pienso que es el regalo perfecto, gracias, Luna.

Luna se limitó a hacer su sonrisa más amplía. Porque no la había llamado Lunática, ni Lovegood como hacía en las reuniones del ED, sino simplemente Luna.

—Bueno —la tal Julia parecía incómoda y Theo dedujo que se sentía avergonzada por haberse reído inicialmente de Luna, pero a él le seguía cayendo mal.

—Tenemos que irnos, gracias.

—Adiós —respondió Luna despidiéndolas con una mano, mientras las cuatro chicas se alejaban hablando por lo bajo.

Volvió a abrir su enorme libro y Theo decidió que ya era hora de dejar de comportarse como un acechador y regresar a su sala común, pero justo en ese momento, otro Ravenclaw salió del gran comedor y avanzó hacia Luna. Pasó por su lado y en un movimiento rápido y fluído le quitó la diadema de cuernos de reno y se la puso sobre el pelo castaño y abultado. Theodore frunció el ceño.

La Luna y La Serpiente [Theodore Nott Y Luna Lovegood]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora