A Theo debería haberle dado igual que Luna estuviera en la biblioteca cuando él entró.
Podría haberse limitado a saludarla y pasar de largo, e incluso podría haber fingido que no la había visto, ella no se enfadaría. Pero de algún modo, sabía que no iba a hacer ninguna de las dos cosas porque lo cierto era que se alegraba de habérsela encontrado allí. Aunque probablemente eso significaría que no aprovecharía en absoluto la tarde, al menos en el sentido académico.
Tampoco se sintió mal al acercarse a su solitaria mesa, porque ella no estaba estudiando sino que leía el último ejemplar de El Quisquilloso, al revés.
A Theodore no le pasó inadvertido que las tres estudiantes de tercero que había una mesa más allá se reían por lo bajo de Luna, así que las miró fijamente hasta que se sintieron incómodas y volvieron a sus apuntes. Excesivamente irritado, dio un tirón de la silla que había frente a Luna y se sentó en ella. Luna no bajó el periódico, así que Theodore no supo si le había visto hasta que su fina voz le llegó a través del papel y la tinta.
—Hola, Theodore Nott —le saludó.
—Lovegood —replicó él relajándose un poco sobre el asiento.
—Luna, llámame Luna —dijo la Ravenclaw y bajó el periódico parar mirar al Slytherin con sus saltones ojos. —A no ser que prefieras llamame Lunática.
Theodore titubeó unos instantes, analizando las implicaciones de las palabras de la chica. No le parecía que su último comentario fuera irónico y no tenía ninguna razón para decirlo con maldad. Para empezar, porque ella no tenía maldad. Así que no le quedaba otra que pensar que lo había dicho sinceramente, porque realmente no le importa que la tomaran por una chiflada.
—Yo nunca te llamaría así —declaró Theodore con cierta sequedad y volvió a tensarse en la silla.
Las pestañas prácticamente blancas de Luna se agitaron como las alas de una libélula cuando cuando le miró fijamente.
Después subió el periódico y volvió a ocultarse tras él, y Theodore se preguntó si no habría sido demasiado brusco con ella. A fin de cuentas, Luna era completamente diferente a todas las chicas que había conocido y nunca se sentía seguro de sí mismo con ella. Lo cual era irritante,pero extrañamente agradable.
Esperó pacientemente durante unos segundos a que Luna dijera algo, pero parecía tan concentrada en lo que quiera que estuviera leyendo en el periódico que Theodore se preguntó si no se habría olvidado de que él estaba allí. Y pensar eso no le gustaba, así que carraspeó sonoramente, sintiéndose estúpido por llamar así su atención.
Luna bajó el periodico y Theodore pudo verle el rostro al completo por primera vez en ese día. Su finos labios sonreían dulcemente.
—¿Si?
Theodore buscó algo inteligente que decir.
—Oye Luna, ¿por qué lees el periódico del revés?.
Luna abrió aún más los ojos y Theodore se sintió estúpido por su ingenioso comentario.
—¿Sabes?, Theodore Nott, eres el primero que me lo pregunta—dijo soprendida y después sonrió con indulgencia y una chispa de inteligencia en los ojos de límpido azul. —Normalmente fingen que no se dan cuenta o se ríen por lo bajo.
Theodore aguardó a que ella le diera una explicación, sintiéndose extrañamente halagado por las palabras de la chica.
—Lo leo así porque mi padre me envia mensajes ocultos en los crucigramas —musitó Luna con aire confidencial, inclinándose hacia él. — Y sólo se ven leyendo el periódico del revés.
—¿Cómo un juego? —inquirió él haciendo lo mismo. Sus rodillas se rozaron fugazmente y algo cosquilleó en el estomago de Theodore.
—No exactamente —Luna se cubrió la boca con una mano bajando aún más la voz. Theodore se aproximó aún más para oírla.— Se comunica así conmigo, para que no lean nuestros correos.
—¿Leer sus correos? —repitió Theodore frunciendo el ceño, confuso.
—¿No has oído lo de la Conspiración Roftang? —preguntó ella con aire confidencial.
—¿La Conspiración Roft…?
—¡Chist! —Luna le pusó un dedo sobre los labios y Theodore se silenció en el acto. El dedo de Luna estaba frío y Theodore sintió el impulso de presionar los labios contra él, pero se las apañó para fingir que no le importaba cuando ella lo apartó. —Los aurores están en el ajo, quieren hacer caer al Ministerio y leen todos los correos que entran y salen de Hogwarts. Por eso mi padre se comunica conmigo en secreto.
—Entiendo —murmuró Theodore reprimiendo la desilusión cuando ella se apartó, sentándose de nuevo erguida en la silla.
—¿Guardarás mi secreto? —le pidió.
—Por supuesto, eso hacen los amigos.
Luna se quedó paralizada unos instantes mirándole como si hubiera dicho algo muy impactante. Después sus ojos se enturbiaron por el brillo de las lágrimas y su sonrisa se hizo muy amplía.
—¿Eres mi amigo? —repitió con una voz tan cargada de emoción que Theodore se sintió incómodo. No sabía como comportarse ante chicas que parecían a punto de llorar. Y menos ante Luna.
—Claro, si tú quieres —respondió con prudencia.
Luna apretó los labios y asintió energicamente con la cabeza como si no tuviera fuerzas para hablar. Los pendientes de rábanos se agitaron en sus pequeñas orejas y uno de ellos se enredó con un mechón de pelo.
Antes de darse cuenta, la mano de Theodore estaba apartando las hebras de cabello rubio del tubérculo como si tuviera vida propia. En cuanto liberó el pendiente, Theodore apartó la mano a toda velocidad agradeciendo silenciosamente no ser de esos que se ruborizaban.
—Gracias —susurró Luna, él se limitó a hacer una mueca con la cabeza.— Los amigos también se cuentan secretos, ¿verdad?
Theodore asintió.
—¿Quieres qué te enseñe a leer los mensajes de mi padre?
—No sé si debería…
—Los amigos no tienen secretos —le recordó ella con una sonrisa dulce.
Y aunque no estaba en su naturaleza ser curioso, Theodore sentía curiosidad. Más bien quería saberlo todo sobre Luna y lo que la rodeaba. Así que en silencio, recogió sus libros y se sentó junto a Luna.
Ella desplegó el periódico del revés y procedió a enseñarle sus secretos.
Y Theodore olvidó que las tardes en la biblioteca alguna vez habían sido aburridas.
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La Luna y La Serpiente [Theodore Nott Y Luna Lovegood]
FanfictionHistoria Corta. Theodore Nott era un chico tranquilo. No se metía en problemas, ni suyos ni ajenos. Luna Lovegood no tenía rarezas. Era una rareza, era diferente. Todos los personajes son propiedad de J.K Rowling. Los derechos de esta historia le p...