-Demonios fue el mejor día de mi vida dattebayo.-dio un largo suspiró después de haber contado la historia a sus amigos a toda velocidad (en las que emitió algunos detalles) y casi se había quedado sin aire, quería que ellos sintieran la misma emoción que él.
-¿Y no dijo nada? –kiba renegó.-No puedo creer que no le hayas sacado ni el saludo.
-¿Ni el saludo? ¡CORRÍ CON ÉL CARAJO! –le dio un zape a Kiba.-Tienes envidia. –entrelazó los dedos tras su cabeza, subió los pies al escritorio de adelante y se recostó en su asiento, como si estuviera en el sofá de su casa.-Pero no te sientas mal, no eres el único. Corrimos toda la tarde, incluso fuimos a llenar juntos –(poner gasolina)-, y llegué con él a los piques, ¿qué crees? Todos se morían de envidia. –Cerró los ojos recordando ese viernes pasado.-Cuando me estacioné y él empezó a correr... Me hablaron muchas personas desconocidas preguntándome que qué sabía de él y un poco de mierda-
-Qué lamentable.-kiba sonrió zorrunamente.-...porque igual no sabes nada ¿o acaso qué sabes de él?
-..-naruto abrió un solo ojo y lo miró.-¿tú es que quieres pelea o qué?
-Buenos días.-dijo el maestro al entrar.
-No loco, solo quiero que te enteres de que aún no has logrado nada.
-¿Y qué es "lograr algo"? ¿Acaso quieres que se levante el casco? No viejo, no me interesa saber qué esconde tras el casco, a mí me encanta es su habilidad y verlo sobre la moto datteba-
-¡DIJE BUENOS DÍAS! –le gritó en la oreja a la pesadilla Uzumaki.
-Sí sí, ya...-naruto se levantó de la silla con las manos en alto como si lo estuvieran apuntando. –Ya me voy a mi asiento.-Se tiró en su pupitre y levantó la mano.-Presente, querido profesor.
Unos minutos después y Naruto estaba preguntándose algo muy seriamente:
¿Quién dijo que si lo aceptas no te afecta?
Lo había aceptado pero seguía afectándolo hasta el carajo.
Tomó una profunda respiración después de estar fingiendo varios minutos que le prestaba atención a Iruka, y aún con esa sensación de dolor en el estomago, se atrevió a mirarlo.
-Joder...-quitó la mirada.
Mirarlo dolía.
El amor es un dolor físico.
Después de tanto creyendo que las ganas de cogerse a sakura (entre otras), era: "estar enamorado", venía un chico a golpearlo con su mera existencia, y a mostrarle que el amor no era un cosquilleo en el pene, era un golpe en el cerebro.
Sus mechones negros le cubrían la cara pero alcanzaba ver sus ojos dormilones consumiendo las letras de su estúpido Corán.
-...-en un instante las pupilas de sasuke se detuvieron, y unos segundos después, sin mover el rostro ni un milímetro, éstas chocaron con los ojos azules haciendo la pregunta. Estaba tan seguro de que el Uzumaki iba a hacerse el idiota como siempre e iba a quitar la mirada para concentrarse dramáticamente en Iruka, o que iba a insultarlo; que el hecho de que se quedara ahí, con sus ojos azules tranquilamente estáticos en él, le hizo sentirse intimidado; Sasuke frunció el ceño y volvió al libro, pero sin sentirse capaz de seguir leyendo.
-... Sasuke... -susurró el rubio.
-... Si quieres la tarea solo dilo, no te quedes mirándome como imbécil. -tragó saliva a pesar de la apatía que mostraba al hablar. No era como si no hubiera estando escuchando al rubio gritando que había pasado el mejor día de su vida... a su lado.