Capítulo 3:

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Estaba hiper enfadada con Jimmy por lo que me había hecho, que tampoco había sido nada fuera de lo común, mi hermana tenía siempre facilidad para ligar, a mi por desgracia no se me daba nada bien.
Hacía que no me drogaba una semana y, aunque me hacía demasiada falta no iba a caer tan fácilmente.
Yo no era ni de lejos la chica perfecta, puede que fuera una niña rosa y todo pero he tenido mi pasado oscuro.
Me puse unos pantalones largos pero antes admiré mis marcas. Era suicida, pero lo mejor para aparentar era desfogarme, como yo lo llamaba, en la cadera, justo donde tapaba la linea del biquini llenos de cortes y finas lineas, por eso más que bragas siempre llevaba shorts para tomar el sol y que nadie me pudiera ver eso.
-Follen a todo el mundo-dije gimiendo de pura desesperación mientras veía que mi hermana se iba con Jimmy.
Saqué de mi mesilla un pequeño artículo que tenía bien escondido y sonreí un poco acariciando la pequeña superficie plateada poniéndole énfasis en el pequeño agujero donde iba un tornillo, si, usaba la cuchilla de un sacapuntas y funcionaba muy bien, además hice añicos mi pequeño calendario en el cual tenía de fecha la última vez que me había cortado, 28 de Mayo de aquel mismo año.
Añadí una leve linea a mi colección y miré aténtamente como salía la sangre. Me tranquilizaba, se que suena raro pero eso me relajaba y no poco.
Necesitaba algo más fuerte, un jodido chute, solo uno, cuando acabe el verano y vuelva a mi rutina se acabó el Jimmy Sullivan.
Cogí el teléfono y llamé a un número.
-Johnny, necesito que nos veamos-dije dándo vueltas como un leon enjaulado.
-No se como dejo que seas mi cliente Kel, me preocupas-dijo.
-No necesito lo de siempre-le dije- quiero probar el caballo.
-Oh no, ese si que no-dijo asustado.
-Ese si que si, ¿Nos vemos donde siempre?
-Esta bien-dijo en un gemido y colgó.
Es raro ser amiga de tu propio camello pero lo era.
Vi un montón de mensajes de Jimmy pero le dejé en visto y borré su número y la conversación.
Lo mismo ni volvía a casa, de la heroína había escuchado cosas muy buenas y cosas muy malas.
Mientras no abusara todo sería bueno.
Me llevé una de las jeringas de mi neceser médico en mi bolso y me fui andando hacia llegar al descampado de siempre, que me pillaba a una media hora de camino.
-Hola nena-dijo una voz nada más llegar y le vi, con su cresta y su metro sesenta y ocho de estatura además de su pearcing en la nariz, Johnny Christ, como era conocido era un hombre guapo.
-No pienso darte caballo-dijo mientras se cruzaba de brazos-vendo pero no te lo voy a dar.
-100$- dije sacándomelos del sosten y al final sabía que todo hombre tenía un precio.
-Toma anda, espero que lleves tus propias jeringas, a mi se me han acabado.
-Llevo Llevo, voy a ser enfermera, ¿recuerdas? Gnomo desagradecido-le dije con una sonrisa y agarré el polvo de color marrón. No me cabía duda de que era la dama blanca tipo 3.
-Pensé que te gustaría empezar con la Brown sugar- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y la Tailandesa?-dije mirándole.
-Mira tía tengo los huevos en la puta garganta porque no se si aguantarás esto como para que encima preguntes si te puedo dar de la Tailandesa, no me jodas.
-No me mates-dije mirándole y puse el polvo en una cuchara que me había sacado del bolso, dudo que mi hermana la echara en falta porque siempre era yo la que lavaba los platos. Johnny me dio un limón del cual le eché algunas gotas, no demasiadas y un poco de agua natural y encendí un mechero debajo de la cuchara dejando que todo se diluyera bien y con un pequeño algodón liberé la droga de las posibles imperfecciones que pudiera tener. Quité el émbolo de la jeringa y vacié el contenido de la cuchara en su interior volviendo a poner el émbolo donde estaba.
Dejé la jeringa entre mis dientes con cuidado mientras me hacía el torniquete con una cinta para los análisis de sangre de color rosa y di algunos golpes para que saliera la vena.
-¡Ahí estás pequeña- dije sonriendo de medio lado mientras clavaba la aguja en medio de la pequeña vena sobresaliente. Cuando apreté el émbolo para abajo me quedé prácticamente igual.
Lei que hacían falta por lo menos unos 5 o 10 minutos antes de que esta mierda funcionara y es que, si se mezclaba con coca el resultado era bestial.
-Gracias nene- dije con una sonrisa mirándole y él se me pegó suavemente.
-Sabes que soy la jodida reina de las vírgenes así que-dije mirándole.
-Creo que si no fuera porque te vendo ni te acercabas a mi-dijo poniendo cara de perro mojado.
Johnny vendía de todo pero no consumía ni alcohol,era un hombre super sano.
-Bueno, tal vez-dije besándole su mejilla izquierda.
-Ya nos veremos Kel- dijo y desapareció con el coche dejándome sola por ahí.
A los 10 minutos empecé a escuchar como un zumbido y supe que me había subido. Empecé a tener unas arcadas terribles y terminé vomitando en medio del descampado, al menos Johnny ya se había ido.
Empecé a caminar de regreso a mi casa con la bolsita transparente. Ahí había al menos para tres días. Como estaba sola o eso creía empecé a cruzarme, me hacía gracia eso, como ahora, puesta hasta las cejas de heroína, me hacía gracia todo.
Noto un pitido y unas luces blancas y me desoriento por completo. Tengo frio, bastante frio,tanto que tengo unos temblores involuntarios.
Noto que una persona me abraza con fuerza pero no distingo quien es. Un reguero pequeño de sangre cae por mi brazo. ¡Mierda! No me taponé la herida, al menos me quité la aguja y el torniquete.
-Kelly, ¿Estás bien?-dijo una voz vágamente conocida-soy Jimmy ya lo sabes-dijo a lo que yo reí.
Esto era lo mejor que había probado nunca, lo jodido malo fue la puta luz.
-Te llevaré a tu casa-prosiguió y me llevó al coche.

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