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     Me acomodo en el asiento del acompañante y suspiro. Se suponía que sería un sábado por la noche tranquilo, donde me sentaría a tomar un café y ver una maratón de Tom y Jerry junto a Logan, como me gustaba hacer usualmente.

Pero Tay no pensaba lo mismo. Prácticamente me había obligado a subirme al auto, ponerme un vestido corto y secuestrado hacia la fiesta. No es que no quisiera pasar tiempo con mi mejor amiga, era que simplemente estaba en contra de mentir y ocultar donde estaríamos para escabullirnos a una estupida fiesta. Y si, eso era lo que hacíamos constantemente: mentirle a su madre, mi padre y a Logan.

En cuánto ella sube al carro, arranca. Ninguna dice ni una sola palabra. Sin embargo, yo giro mi cabeza hacia ella para observarla. Está bastante seria, y deduzco que su rostro es de preocupación. La conozco demasiado bien que, con una mirada, se lo que está pensando.

Hemos sido mejores amigas desde que tengo memoria, aunque no tenemos ni de cerca los mismos gustos. Nos conocimos en la preparatoria y, desde ese momento, nada volvió a ser igual. Sin embargo, somos muy distintas, como el agua y el aceite.

Taylor es una rubia alta, de ojos azules, que le encanta vestir cosas de fiestas con tacones y cosas brillantes. Y yo, bueno, soy morena y con una estatura promedio, que le encanta quedarse en casa. Pero mi paz se terminó cuando encontró este trabajo. Hace unos meses, ha comenzado a trabajar para una banda de luchadores clandestinos, y se encarga de manejar las apuestas.

Ella dice que gana dinero, gran parte del cuál necesita, pero a mí no me agrada, ni tampoco apruebo lo que hace.

Antes de que se metiera en aquello, le había ofrecido millones de veces si quería trabajar para mi padre en el bar, como suelo hacer yo al volver del instituto, pero no aceptó.

Taylor dijo que "sentía que estaba robando mis propinas", "quitandome el pan de la boca" y no se cuantas cosas más sobre que yo también necesitaba el dinero.

Ella sabía que jamás lo habría sentido de ese modo; pero no aceptó. Le pareció mejor idea trabajar una vez por semanas, y ganar el triple que trabajando un mes completo, un sólo día. No la culpaba, su madre trabajaba demasiado, y las cosas no se pagaban solas.

Claro que también me había metido en ese lío. Aunque le repetí miles de veces que me mantuviese al margen de aquella situación, me hizo mentirle a mi padre y mi novio, diciendo que íbamos a "estudiar a casa de Taylor". No me agradaba que fuese sola allí, así que acompañarla cada tanto calmaba mi conciencia de amiga.

Logan fue el primero en creerse semejante mentira... aunque mi padre no. Sospechó de mí al instante y, para mi suerte, tuve que dejar de ir un tiempo a ese lugar. Claro que con el tiempo la confianza volvió, y mi excusa para no asistir a aquellas peleas se evaporó.

Me sentía fatal mintiéndole a Logan. Solamente podía verlo los días de semana entre el instituto y mi trabajo de medio tiempo en Dina's, el bar de mi padre. Necesitaba pasar más tiempo con él, pero no podía. Sabía que ambos necesitábamos más tiempo como pareja, más tiempo a solas. Sólo que por lo general, cuando nos veíamos, siempre había alguien de por medio: mi padre, Taylor, sus amigos del instituto, sus padres... parecía que el mundo estaba en nuestra contra cuando se trataba de pasar tiempo de calidad juntos.

El teléfono vibra en mi bolso y lo saco.

Logan:

¡Hey! ¿Como va la noche de estudio?

Leo el mensaje en el móvil y suspiro. No se por cuánto tiempo más pueda hacer esto, y tampoco quiero involucrarlo. Sé que intentará protegerme y le dirá a mi padre. Y si este se entera, no me iré de rositas.

Alana:

Aburridaaa. Me gustaría estar contigo :)

Sonrío con mi propio emoji. En verdad quiero verlo, me gustaría recostarme en el sillón junto a él y hablar durante horas, como solemos hacerlo. Luego de Taylor, es la persona en quién más confío. Naturalmente, nos conocemos muchísimo y adoro pasar tiempo con él.

— Al.— dice Taylor trayéndome de vuelta a la realidad.— Dime que no estás hablando con Logan... ya conversamos sobre si decirle o no todo este asunto.

Suspiro:— Tranquila, sólo me preguntó como estaba.

— Tu novio se preocupa por ti, que linda.— responde con una sonrisa.

— Estás celosa.— canturreo con una sonrisa satisfactoria.

— No tienes idea de cuánto.— suelta sarcásticamente.— Sobre todo por el buen sexo que has tenido con él, la debe tener muy...

— Detente, por favor.— la interrumpo.– Sabes que no ha sucedido nada porque...

— No estás lista aún, lo sé.— termina mi frase y rueda los ojos.— Pero no entiendo eso.

— ¿Qué cosa?— pregunto sin entender.

Se encoge de hombros:— Ya sabes, como, a pesar de tener a alguien tan ardiente como Logan junto a ti, tu aún no estas lista.

Quiero responder, pero no parecer una estúpida. Me he preguntado muchas veces cuál es la razón por la cuál sigo siendo virgen, y ni siquiera yo lo sé. Logan es increíble: siempre está ahí para mí, me dice cuanto me quiere y lo demuestra todo el tiempo. Sin embargo, sé que falta algo en nuestra relación.

Pasión.

Supongo que es el resultado de tener de novio a quien ha sido un amigo por tanto tiempo. Se necesita algo de pasión para hacer algo tan importante en una relación como tener sexo; y aunque desee que exista, eso no está.

Que si, nos besamos y en repetidas ocasiones nuestras manos han tocado... bueno, algunos lugares, pero eso es todo. Nunca hemos llegado ni siquiera a segunda base, siempre nos hemos quedado ahí atorados.

— A ver, no te confundas, hay chicas que inician su vida sexual antes y otras después, y eso no es nada malo. — aclara. — Pero tú me dices que estás muy enamorada de él, y sé que él te quiere. Soy tu mejor amiga, y esto me preocupa.

Asiento: — Si, lo sé es sólo que... pasará pronto, sé que sí.

Y ahí estaba yo otra vez, mintiéndome. 

— Es que se quieren tanto, yo... no es mi asunto.— repite algo avergonzada.

— Se que no, pero... tal vez algún día hable de eso contigo.— suspiro.— Aunque hoy no es ese día.

— Está bien, cuando tu quieras. Para eso estamos las amigas.

Sabía que no sucedería porque bueno, no existía ese calor que se supone debería estar. Pero me daba mucha vergüenza decirle eso Taylor, más teniendo en cuenta que hablaríamos de Logan, quién también es un muy buen amigo suyo.

— Perdona, no he querido ponerte mal, no era mi intención. — se disculpa.

Niego con la cabeza: — No es tu culpa, de verdad. Estoy bien, tranquila.

Pero no lo estaba. Me preocupaba, y mucho. Siempre me preguntaba si era yo quién no se sentía así, si nadie más podría alguna vez hacerme sentir eso, o si había algo mal conmigo. Solo que me lo guardaba para mi.

— Llegamos.— sentencia Tay con una sonrisa y luego baja su mirada hacia mis senos.— ¿Por qué no pueden los míos ser así de grandes?

Cierro los ojos:— Haré de cuenta que no oí eso.

Lo oigo reir, acompañada de un portazo. Vuelvo a abrir mis ojos y desciendo del auto, acomodando mi vestido e intentando no tropezar con los tacones. Me siento como una tonta usando esto, pero lo hecho, hecho está. Rezo internamente porque todo transcurra normal y camino detrás de mi mejor amiga.

Sería una noche muy larga, podía presentirlo.

Dime Que Me Deseas (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora