Durante todo el viaje en bus, me la pasé pensando en una historia. Intenté que mi mente creara alguna buena excusa que le explicara a mi padre donde me había metido, y porqué no contestaba mi móvil.
Pero nada. Mi mente parecía incapaz de formular alguna mentira o excusa y, en cierta forma, eso me aliviaba. El destino me había obligado a contarle lo que sucedía. Ya no podía esconderlo más. Las cosas debían ser así, es decir, debió ser así de un principio. Sin embargo, me conformaba con tener una calma conversación con mi padre.
Detengo el paso cuando estoy frente a la puerta principal, e introduzco las llaves con cuidado, como si hacer ruido fuese perjudicial. Abro la puerta y camino hacia la casa, mirando a mi alrededor. La luz no está encendida, pero veo la silueta de mi padre en la silla de la cocina. Su cabeza está apoyada sobre sus manos y tiene los ojos cerrados.
— Papá...— murmuro avergonzada.
— No.— me interrumpe con tono autoritario.— No te molestes en mentirme.
Apoyo las llaves en un pequeño cuenco contenedor y mi abrigo sobre una silla. Me acerco a él lentamente, pero el levanta una mano. Ese gesto me da a entender que no me acerque, que me quede justo donde estoy.
— ¿Planeabas decirme que habías terminado con Logan?— pregunta levantando la vista.
Sus ojos marrones perforan los míos. En la penumbra del lugar, noto que sus facciones están tensas. Está muy enojado, incluso más de lo que jamás lo he visto.
— Yo... lo dejé hace poco.— digo en un susurro.
— ¡No!— su puño golpea la mesa.— ¡No, no, no! ¡Deja de mentirme maldita sea!
Me muerdo el labio con fuerza, tanto, que probablemente me lastime. Una lágrima se desliza por mi mejilla y sollozo.
— ¡Te di tu espacio Alana! ¿Y así me pagas? ¿¡Mintiéndome!?— brama furioso. — ¡Sabía que algo te pasaba, pero no quería ser pesado!¡Jamás me imaginé que estarías yendo a altas horas de la noche a Dios sabe dónde!— se pasa las manos por el rostro.— ¿Que hice mal? ¡Yo confiaba en ti! ¡Confiaba en que ya eras adulta, que podías tomar tus decisiones y no ponerte en peligro!
— Tu no hiciste nada mal.— respondo entre sollozos.— Perdón, no quise...
— ¿¡Que no quisiste que!? ¿¡Mentirme en la cara!? ¡Soy tu padre! ¿¡En que mierda pensabas cuando me mentiste!? ¡Si algo te pasaba...!— se muerde el labio.— Si algo te pasaba, yo jamás me lo hubiese perdonado.
Se queda callado durante un segundo y me mira. Puedo notar que está a punto de llorar.
— Cuando tu madre se fue, yo... prometí que te protegería.— suspira con cansancio.— Me dije a mi mismo que te cuidaría con mi vida y... ¿Por que me mentiste hija? ¿Porqué no me dijiste que ibas con tus amigos a una fiesta? ¡Yo te hubiese permitido ir!
— Lo lamento, lo siento mucho...— digo sentándome en una silla junto a él.— Supongo que... el amor me cegó.
— ¿El amor? — sus ojos se abren de sorpresa.— ¿¡El amor!? ¿¡Revolcarte con un chico que ni conoces es amor!?
Siento una punzada de dolor en el pecho. Mi inseguridad se reafirma con su comentario. Yo si conozco a Seth. Maldita Taylor que no pudo mantener la boca cerrada.
— Si le conozco, papá...
— Cuando me encontré con Logan en la calle y lo saludé, me hiciste quedar como un auténtico imbecil, ¿Acaso no sabe que Alana y yo terminamos?— dice imitando la voz de Logan.— ¡No tenía ni puta idea! Me dijo que... ¿Tu lo engañaste?
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Dime Que Me Deseas (1)
Teen FictionAlana es una adolescente de diecisiete años con una vida promedio: una mejor amiga divertida, un novio amoroso, buenas calificaciones y un trabajo de medio tiempo en el bar de su padre. Pero todo cambia cuando conoce al intrigante y misterioso Seth...