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Aunque no quiero, me quedo pensando durante toda la semana en lo que Seth ha dicho. No ocupa mis pensamientos todo el día, pero si gran parte. No logro quitar de mi cabeza sus ojos verdes y gran sonrisa. Eso, sumado a su aire misterioso y su frase tan poco feliz, me ha dejado sin saber que creer de él.

Quiero golpearme en el rostro cada vez que lo recuerdo. No sólo por sentirme como una colegiala hormonal, sino por serlo. Admito que mi experiencia con hombres es casi nula, y es que jamás he estado con ningún otro chico que no fuese Logan, quién por cierto parece querer darme mi espacio y dejarme terminar con mis exámenes. Aún me siento mal por mentirle de esa forma, pero no se cómo manejar la situación.

Taylor fue muy clara: no hablar con nadie de su trabajo y nada de comentarios al respecto en voz alta. Hasta ahora he seguido su pedido, pero estoy dudando si debería hablar con Logan. Si le digo la verdad, tal vez lo comprenda. Aunque lo dudo mucho, él es una persona muy recta: si algo está mal, debe resolverlo y ayudar a los demás. Si se entera del trabajo de Tay, lo más probable es que le diga a mi padre para intentar protegerme.

Por lo tanto, volvemos al punto inicial: no puedo decirle porque es una mala idea y debo mentir al respecto. Miro a Tay, quién revuelve su comida como si fuese un guiso.

— Oliver no me ha llamado.— dice Taylor con comida en su boca.— Probablemente no le gusto lo suficiente.

Ruedo los ojos:— Vamos Tay, cualquier chico con dos ojos piensa que eres bonita.

Ella sonríe:— ¿De verdad?

— De verdad.— alzo las cejas sugestivamente.— Yo me haría lesbiana por ti.

Ambas reímos sonoramente durante unos segundos, y luego la preocupación invade su rostro otra vez. Tay es bellísima, pero ella nunca se cree suficiente. Piensa que si tal vez modifica algo, encontrará al chico de sus sueños.

— Tal vez piensa que mis senos son pequeños.— suspira.— ¿Por que no puedo tener los tuyos?

Abro los ojos como platos:— Ay por dios, ¡No!

— Amaría tener los senos grandes.— pone una mano sobre el suyo.— ¿Piensas que se volverán mas grandes?

— Creeme, Tay, yo querría tener tus ojos en lugar de mis senos.— suelto con sinceridad.

Y es cierto.

Tener senos es bueno, pero no en exceso. Tay es delgada, pero yo no tanto. Me gustaría ser mas delgada, en lugar de tener senos. Pero supongo que siempre queremos lo que no tenemos.

— ¿Crees que me llamara? — pregunta con curiosidad.

Una bocina resuena a lo lejos y observo el carro de Donna, la madre de Tay. La saludo con un ademán, y ella me lo devuelve. Esta montada en su pequeño Ford y tiene la misma sonrisa que su hija.

Taylor es hija única, y Donna la ha criado siendo madre soltera. Ellas son muy unidas, tanto, que Tay se ha metido en todo este lío de las peleas para poder darle una mejor vida, una que no tendría nunca siendo enfermera.

— Ya debo irme.— me da un beso en la mejilla y sonríe.— Gracias por subirme el animo, te quiero.

Se levanta y sale corriendo hacia su madre. Va a toda prisa, y se baja la falda que se vuela con el viento.

Dime Que Me Deseas (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora