Capítulo 19

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Ethan:

—Lía, no cierres los ojos, nena. Aguanta un poco.

Verla toser para respirar me derrumba. Toda su camiseta de algodón está bañada en sangre rojo intenso que no deja de drenar de su estómago. Sus ojos están cerrados con fuerza y no deja pegar suebes quejidos de dolor.

—¡Hija! Mi niña, que te han hecho—Exclama el padre de Lía, acariciandole el pelo y llorando.

Su dolor es mi agonía, odio verla sufrir así y no poder hacer nada para aliviarla. Me siento inutil e insignificante. Una lagrima brota de mi ojo, y antes de lo que me pueda dar cuenta, ya estoy llorando como un imbesil.

Lía:

Resprar duele, es un dolor punsante presente a lo largo de todo el proceso. Inalar. Punsada.Cierro los ojos y me abrazo las priernas más fuerte. Exalar. Se me escapa un sollozo y el dolor me puede, es demasiado. Dejo que la inconciencia alivie esta tortura.

Tom:

—¡Mierda! se desmayó —Grito. Como si no fuera ya bastante obvio.

—Hay que quitarle la bala y revisarla, coserla y vendarla. Rápido— Dice Ethan, llorando con ira, cual adolescente furioso.

—No. Hay que sacarla de aquí. No podemos correr el peligro de que algunos de los hombres de Richie venga y nos encuentre. Tenemos que subirla al coche y conseguir a un médico .

Ethan no me retruca, sabe que tengo razón, seguro que ya hay hombres en camino para ver como está todo o el porqué de la tardanza de sus fallecidos compañeros.

Me acerco al pequeño ovillo que es Lía e intento levantarla, pero Ethan se apresura, me aparta los brazos tendidos y carga él mismo a Lía en brazos. No protesto, no tenemos tiempo.

Su preciosa cara, con sus delicados razgos están palidos, sin color. De su abdomen no deja de salir sangre. Agarro una bata que veo en el baño y la presióno en el estómago de Lía.

Nos subimos al coche de Ethan. Yo me pongo como conductor y regañadientes le pido al padre de Lía que se siente junto a mí como copiloto para que Ethan tenga más lugar para Lía en la parte de atrás.

—Llamaré a Sam y Marcus para que se encuentren con nosotros en la Hacienda, les diré que lleven con ellos a algún médico.

Ethan asiente y yo hago lo que he dicho.

—¿A dónde nos llevan? Mi hija necesita un hóspital y... y una ambulancia necesita llevarse el cuerpo de Gina— Dice el padre de Lía entre sollozos.

—Ninguna ambulancia. La prioridad ahora es ir a un lugar seguro y ver que Lía esté bien. Y luego, llamaremos a alguien para que se encargue de la otra muchacha—Digo.

—Nos dirigimos a una Hacienda que poseemos a las afueras de la ciudad. Estaremos seguros allí, Richie no tiene manera de saber de ese lugar. Iremos allí y luego veremos que hacer—Explica Ethan, acariciando la mejilla de Lía y besando su frente mientras presióna el trapo contra su abdomen para frenar la emorragia.

—¡Claro que no! Nos llevarán a un hospital y...

—Disulpe que se o diga así señor, pero su palabra no tiene valor en este momento. Si está aquí es porque significa mucho para Lía, y Lía significa mucho para nosotros. No está en posición de ordenar nada—Interrumpo, irritado mientras aprieto el volante con mis manos.

Ethan me fulmina con la mirada y sé que Lía haría lo mismo. El padre de Lía no replica y se limita en ver con preocupación a su hija.

Ethan:

Cuando llegamos a la Hacienda, Sam y Marcus ya están aquí. Se avalanzan sobre mi coche, para averiguar qué está pasando y cuando abren la puerta de la parte de atrás, vuelvo a sujetar a Lía fuertemente en mis brazos y salgo.

—Apartense, tengo que llevar a Lía adentro. ¿El médico ya está aquí?

—Si, está adentro. ¿Que mierda ha pasado con Lía y quien es este señor?— Inquiere Sam, sacudiendo frenéticamente su rubia cabeza.

—Tom les explicará—Digo. En parte porque no tengo ganas de explicar todo lo ocurrido ni de responder reguntas, y por otro lado porque me quiero sacar de ensima a Tom, quien con su mirada me demuestra su descontento por mi actitud posesiva con mi chica. Yo solo no lo quiero cerca de ella.

Me dirijo adéntro y enseguida veo a un señor canoso y delgado, con una maleta de cuero espeando en la sala. Le indico que me siga hacia mi cuarto y recuesto a mi hermosa Lía en la cama. Le saco con cuidado la camiseta blanca, desgarrándola con mis manos y la dejo en sostén frente al médico.

Que otro hombre vea el cuerpo semi-desnudo de Lía me molesta muchisimo, pero no me queda de otra. Solo espero que esté bien y que me perdone por todo.

—¡Jesús! es esta una herida de bala?— Pregunta el hombre, limpiando el torso ensangrentado de Lía. Asiento —¿Cuanto tiempo ha estado así?.

—Unos treinta y tantos minutos. ¿Ella estará bien? ¿Necesita que haga algo? Estoy dispuesto a lo que sea...

—Tranquilo, muchacho. Yo puedo encargarme de esto. Veo que tuvo una grán hemorragia, voy a necesitar tiempo para retirar la bala, ver por lesiónes y revisar órganos.

Me aproxímo a mi niña, le acaricio a mejilla, las cejas, beso su frente, ojos, mentón, labios. Verla así me rompe el corazón. No me pienso mover de aquí hasta que ella esté bien, y aun así seguire pidiendo su perdón y rogándole a dios que sea tierna, compasiva y piadosa conmigo.

Su amiga murió hoy, carajo. Y tanto ella como su padre tendrán que vivir escondidos y tomando precausiones por Mi culpa. Por mi maldita y condenada culpa.

El médico saca de su maleta de cuero una inyección de lo que supongo, es anestesia, un bisturí, pinsas, liquidos, unos guantes de látex que seguidamente se coloca y se pone manos a la obra con Lía.

—Unos de sus riñones fué ligeramente lesionado, pero no lo suficiente como para extirparlo. Sus vertebras están sanas y gracias a dios no hay ningun hueso roto. Ya retiré la bala y he cosido la herida. Dejaré  unos medicamentos para el dolor por si llega a necesiarlos. Ella tendrá que tener cuidado de no moverse mucho, tiene prohibido caminar en los próximos dias, no levantará nada pesado y alguien tendrá que ayudarla a limpiarse la herida para evitar infección.

—Yo haré todo por ella. ¿Estará bien? ¿Como puedo cuidarla?

—Ella seguramente puede tener secuelas como miedo, irritabilidad, quizá no hable mucho a despertar y estará como ida por el shock. Pero estará bien— Explica el señor —Puedes ayudarla cambiandole la venda para que no haya nigun tipo de infección, dandole de comer en caso que no quiera hacerlo, ayudando a que esté comoda. Si hay alguna mujer aquí podria ayudarla para ir al baño o ducharse, es importante no mojar mucho la herida o se abrirá.

Nadie más que yo cuidará de ella, se lo debo. Y con respecto a lo del baño, no permitiré que NADIE más que yo la ayude. Es mía para cuidarla y amarla, de nadie más.

Una vez se hubo ido el doctor, cubrí el cuerpo de Lía con una manta suabe y me acosté junto a ella en la cama. Habré dormido tres horas, cuando un chillón, desesperado y familiar grito femenino me despierta....

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