DANSE

여덟.

Los brazos fuertes de Jeon sosteniendo el cuerpo débil ante las sensaciones de Min, apoyando sus pesos en la pared del estudio mientras las canciones seguían sonando y sus labios bailaban ante cada melodía, siguiendo el ritmo lento de las mismas. Sus lenguas en continuo contacto disfrutando la danza de los labios de los muchachos, mientras sus cuerpos sudados estaban tan juntos que ya ninguno podía moverse mucho sí no querían terminar en el suelo. Tal vez retenerlo no hizo más que sus cuerpos ansiosos no esperaran mucho para juntarse y al final sentirse, aunque haya ropa de por medio, sentían aquel cosquilleo en la piel que los hacía avanzar aún más.

Los dedos pálidos de Yoongi se presionaban en la nuca del contrario, tratando de sentirlo aún más cerca aunque bien sabía que eso era imposible, y sus piernas envolviendo la cintura del menor aferrándose. Mientras que éste, tenía sus dos manos a los costados del cuerpo del mayor, sosteniéndose de la pared detrás de ellos en un intento de que sigan en la misma posición.

Pronto la playlist terminó, y lo único que se escuchaban eran respiraciones agitadas combinándose con algunos jadeos cuando sus cuerpos calientes accidentalmente rozaban, pronto el más alto se cansó de no tener más contacto, separándose de los exigentes labios del pálido, se acomodó más entre la pared y el cuerpo de Yoongi, sosteniendo ahora las piernas del mayor y así, aprovechando el pequeño espacio, atacó el cuello del más bajo, haciendo que un pequeño suspiro saliera de los ahora rojos e hinchados labios de su hyung.

—Jeon... Creo que es mejor que detengas todo esto. Sabes que ella siempre viene a ver cómo estamos yendo en la coreo, y sí no nos alejamos— las palabras salían tropezandose de la boca del pelinegro, tartamudeaba y balbuceaba por las sensaciones producidas por los mimos que le estaba entregando el más alto.

—Jamás nos ha encontrado antes.— contestó Jungkook, tratando de que la situación no terminase allí. Pero fue inevitable, simplemente, el pálido, era algo amargado para esas cosas, y también cobarde. Muy cobarde.—¿Es que acaso jamás tomarás un riesgo, hyung?— preguntó desanimado el menor, porque él solo se dejaba llevar por lo que su cuerpo le pedía; el cuerpo de Jungkook ardía por el de Min Yoongi, era inevitable.

—No, jamás.

El castaño rodó los ojos, e ignorando al mayor, colocó nuevamente la música. La verdad era que el menor no era muy conocido por no conseguir lo que quería, él iba a hacer lo más improvisado que había hecho hace mucho, él bailaría la última pieza del día, y si aún de eso Yoongi no quería nada, por él bien. Pero, por primera vez, él quería seguir sus instintos, y éstos le pedían a gritos tener el cuerpo del pálido debajo del suyo.