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Yoongi estaba en el borde del colapso, porque no sabía si seguir con esto o alejarlo al menor antes de que a alguien se le ocurra entrar sin permiso al estudio, viéndolos tirados en el suelo comiéndose el uno al otro. Se sentía extasiado por la ola de sensaciones que vivía cuando el menor rozaba su cuerpo, sentía las yemas del castaño clavándose en su piel y no le molestaba, se sentía bien si lo hacia él. Gimió cuando sintió el cuerpo de Jungkook comenzando a moverse arriba de él, la fricción de sus cuerpos sólo hizo que el pálido quiera más, separó sus labios de los del contrario para poder atacar el cuello del menor, quién por alguna razón se encontraba un poco bronceado. Succionó y lamió la zona, dejando una marca rojiza allí, sonrió orgulloso por su trabajo, porque sí esto llegaba a cortarse por alguien, podría decir que al menos alcanzó en marcar la suave piel de Jeon. Levantó la cadera levemente para conseguir más contacto.

A pesar de la ropa se sentía tan bien el abdomen marcado de Jungkook, cuál había rozado múltiples veces con el suyo. Se sintió algo apenado, él no tenía un cuerpo como el del menor, pero no se permitió comenzar con inseguridades.

La tensión que tenía el menor hace unos momentos desvaneció en el momento que vió al contrario sacarse la camisa con suma lentitud, mientras lo miraba con ojos algo dilatados. El cuerpo de aquel castaño era lo más lindo que había podido ver en todo ese tiempo en esa aburrida escuela, y la sensación de adrenalina de estar por tener relaciones en un lugar dónde podrían verlos en cualquier momento, comenzó a gustarle de sobremanera. Los felinos ojos de Yoongi ya se encontraban cerrados al sentir las frías manos del menor tocando todo su abdomen pálido, y sentía como se movía con más intensidad a medida que pasaba el tiempo. Hasta sus manos temblaban porque había muchas cosas que sentía que debían hacer antes de terminar todo esto, ¿cuántas veces había soñado tenerlo al castaño encima suyo como ahora? Lo había visto en sueños sudado y demandante, como cuando le marcaba cómo debía hacer un baile con sus cabellos pegados en su frente, y cómo los músculos de sus muslos se marcaba sobre las telas de sus jeans cuando lo veía pasar por los pasillos, cómo empujaba su mejilla con su lengua mientras lo veía en los recesos o sonreía cuando estaba cerca de él en las prácticas.

las piernas de Yoongi hicieron aún más presión en las caderas de Jungkook por instinto cuando el menor comenzó a moverse contra él con más rudeza, pero seguía preciso, parecía que estaba bailando al frotar su pelvis contra el miembro de el pálido, los gemidos del mayor inundaron sus oídos.

El menor ya quería ver la piel de su hyung desnuda a su vista, hasta sentía su cuerpo demandando más contacto, piel contra piel. Miró en forma de súplica al mayor, y después miró la camiseta que aún lo tapaba. Éste le sonrió algo apenado, se sentó en el suelo por más libertad haciendo que el contrario haga lo mismo, con sus grandes ojos en las manos del pelinegro mientras se sacaba suavemente la prenda, dejando a su vista la piel pálida que éste tenía, su abdomen plano pero tampoco marcado; era simplemente perfecto. Relamió sus labios deseoso por comerlo entero, tenía ganas de morder suavemente cada parte de su abdomen, succionar, lamer como si fuese alguna clase de dulce. Agarró la nuca del mayor, dándole un exigente beso que dejó sin aliento al contrario, era tan húmedo y rudo que lo hacía delirar. Suspiró sintiendo las manos de su menor yendo de arriba a abajo contra su sensible piel, se estaba perdiendo nuevamente en sensaciones.
El mayor se acostó nuevamente sobre el suelo, dejándolo al contrario hacer lo que quiera con su cuerpo, porque aquel día, sería suyo. Sin interrupciones, sin arrepentimientos. Quería disfrutarlo y que lo disfrute como habían querido hace tanto tiempo.

Jungkook ya estaba sintiendo sus manos picar, y con una media sonrisa acercó sus rojizos labios hacía el pecho de Yoongi, dando cortos besos hasta la pelvis del mismo. Siempre mirándolo a los ojos, viendo cada reacción que éste hacia. Los rosados e hinchados labios del pelinegro se encontraban entre abiertos viendo los grandes y brillantes ojos del castaño mirando fijamente los suyos mientras besaba cada parte de su piel, lamía y succionaba. Se limitaba a observar y largar pequeños suspiros que hacían poner aún más a Jeon, éste al terminar pensó que había hecho una obra arte en la palidez de su mayor, había algunas marcas en su pecho, se dispuso a tocar el elástico del pantalón deportivo que llevaba y comenzar a bajarlo.

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