Capítulo 5

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Decidimos dejar la bicicletas unas calles antes para evitar que los demás vieran nuestro medio y quisieran llevárselo para jugarnos una mala broma. Raissa, solo logró ponerse una labial un tono rojo pasión y escondió su bolso de maquillaje entre las plantas decidida a no entrar con ello por que sería un estorbo.

Llegamos a la puerta y vimos que habían compañeros de nuestro salón de clases negociando para entrar utilizando un paquete de marihuana dentro de el y pues al parecer les funcionó su modo de estafar a los guardias y lograron entrar con un estrechón de manos entre ellos lo cual me pareció bastante ridículo.

Raissa arreglo con sus manos un peinado improvisado.

—¿Qué tal me veo?—espero mi respuesta algo emocionada con las manos a la cintura.

—Pues,  yo diría que bien—respondí con algo de inseguridad en mis palabras.

—Vamos, Adam. Eso no es suficiente cómo para que esos grandotes caigan—respondió desilusionada.

—Bueno, si fuera hetero serías mi novia—respondí con entusiasmo frustrado.

—No, pero lo tendré en cuenta cómo un: "¡Te ves preciosa, Raissa!".

Puse los ojos en blanco y ella me jaló de brazo hasta la fila del bar. 

Nos saltamos algunos grupos de amigos de atrás que estaban distraídos pensando en como engañar a aquellos guardias también pues estos no eran  tan tontos ya que sabían que habrían muchos menores que intentarían pasar sobre ellos. 

Llegamos frente a ellos con una gran sonrisa en el rostro y ellos sin nada más que decir solo dijeron que no podíamos estar aquí, pero Raissa no se daría por vencida a la primera.

—¿Cómo de qué no? ¿A caso viste lo grande que somos ya?—respondió en un tono amargo Raissa.

El guarda acerco su cara junto con la de ella y repitió que teníamos que irnos o llamaría a la policía. 

Caminamos hasta el otro lado de la calle y nos dimos cuenta que por la parte de atrás había un pasillo por donde entraban músicos para aquel show así que caminamos detrás de ellos sin hacer ruido. 

Llegamos hasta un pasillo donde las luces eran tono rojo y habían muchas parejas fumando y conversando. La cara de Raissa y la mía al entrar era como dos niños pequeños puesto que era primera vez donde íbamos a un lugar así. 

Había gente drogándose por todos lados, unos inhalando cocaína, otros fumando cocaína y lo normal: gente tomando unos tragos de wiski.

Todo pasaba muy rápido y Raissa se separó de mi, esto no me preocupó porque la conocía muy bien y sabía que nada malo le estaría pasando, sabe cuidarse sola. Sin embargo, yo, me encontré con un viejo amigo de la primera llamado Rick. Se veía bien, pero para ser específicos: guapo. 

Hablamos un poco durante la noche y me contó que anhelaba con ser escritor y se le veía muy serio con su propósito y de un trago pasamos a muchos tragos más y terminamos jugando a confesiones.

—¿Ah sí? ¿Con qué eso es vergonzoso para ti? Pues, vomité encima del niño que me gustaba de pequeño—dije tomado.

Analicé mis palabras y pensé dos veces si realmente había mencionado la palabra "niño".

—Pues, ese niño de allá parece que te está tirando los perros—volteó la mirada sobre aquel muchacho con grandes brazos que nos saludaba con una cerveza en mano.

—¡Ay, ni me mires!—miré a Rick con fastidio. 

—¿Y cómo está eso de: "vomité al niño que me gustaba"? Porque si mal no recuerdo un día en quinto de primaria me vomitaste—dijo entre risas.

—¿Vomito? ¿Niño? No tengo idea de que hablas—intenté mantener sereno aunque algo bebido aún.

Por un momento escuchamos como una chica gritaba eufórica super tomada por encima del escenario mientras una banda salía y ella gritaba en el micrófono "¡¿Quieren más rock, hermanos míos?!" Y sí, justo como pensé: Era Raissa con el alcohol saliendo hasta por los poros. 

—Ay, Dios mío—murmuré. 

Corrí hasta en frente del escenario. 


La Maldición De Adam GreyWhere stories live. Discover now