Capítulo 2: Un acercamiento

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Al bajar las escaleras de metal en forma de caracol que te llevaban de aquel cuarto lúgubre a la planta baja, sentiste que otra vez respirabas aire "limpio". Por alguna extraña razón, tu ritmo cardiaco estaba acelerado y el sudor recorría tu frente y parte de la mejilla. Además de que se podía apreciar, como la sangre circulaba con mayor velocidad en tus mejillas provocando un leve rubor. Quizá no eras la persona más atlética que podría existir, pero sabías que bajar unas simples escaleras no causarían tal sensación. No, pero sí quizá un incremento en la adrenalina de tu cuerpo, que el pequeño gran susto que tuviste en aquella habitación con un enorme olor a humedad era el causante de esta situación.

Una vez con los pies sobre la tierra nuevamente, fuiste en busca del primer empleado que tuviera la buena o mala suerte de cruzarse contigo. Aquel pobre desgraciado fue un chico de aproximadamente veintidós años. Llevaba unos lentes con armazón metálico de diseñador, junto con una camisa azul de cuello polo y unos jeans de mezclilla de color oscuro. El chico mantenía una posición medianamente erguida mirando al celular, posición que compuso apenas te vio acercarse a él.

—Lo siento, no tenemos servicio por el momento. —Te dice apenas distrayéndose de la pantalla de su celular.

El local estaba vació debido a que la gente no podía pasar por aquella zona. Por esa situación, todos los empleados estaban aglomerados cerca de la caja de cobro, pero aquel chico era el único apartado del resto.

—Busco al gerente del lugar —dices mientras le muestras tu placa que te acredita como policía Judicial.

—¡Oh!, oficial. —Ves al chico ponerse tensó después de que descubre quién eres en realidad—. Claro, permítame un momento.

Sin divagar, aquel chico que por un momento había mantenido una postura firme, se encorvo y salió presuroso en busca de su patrón. Lo viste perderse entre los pequeños pasillos que hay en el local.

Mientras el joven regresa o el jefe atiende a tu visita, te asomas a la calle observando como el perito ha llegado a la zona. Observas como ahora en la escena del crimen ya hay algunos carteles diminutos con un numero escrito en ellos. El mayor número que aprecias es el doce, y aprecias que cinco de estos están un poco alejados del cadáver; y lo que en un primer momento piensas que pueden ser parte de los disparos extras que dio, rápidamente lo descartas al ver la separación que hay entre el cuerpo, una bala estaría más alejada y no a escasos metros de este. Todos los siete números restantes están demasiado cerca del cadáver, que pareciera se cayeron de él apenas pereció. Pero te percatas de algo que en el momento que tu viste el cadáver, no estaba. Los últimos tres números son tres balas sin casquillo con unas leves manchas de sangre en las puntas, balas que se encuentran al nivel de la boca del cadáver que ahora se mantiene abierta.

Ibas a acercarte a ver cuándo escuchas pasos acercarse a ti. Al girar ves a un hombre sin nada de cabello en su cabeza, dejando ver una calva brillosa como si la pulieran diario. Lleva un traje sastre de color café Oxford, demasiado parecido al que llevas puesto.

—¿En qué puedo ayudarlo oficial...? —Te dice aquel hombre mientras extiende su mano.

—Emanuel Yáñez. —Ofreces tu mano para estrecharla con aquel hombre—. ¿Con quién tengo el placer?

—Hugo Juárez, gerente de este local.

—Un gusto, Hugo. Pues como supongo ya conocerá la situación —señalas hacía la esquina en donde ocurrió el percance mientras que te inclinaste levemente para ver la escena junto con Hugo—, uno de sus empleados se ha suicidado y es nula la información que tenemos de él. ¿Quería ver la posibilidad de que nos proporcionara parte de esta?

—Pensé que para eso querían subir a donde vivía.

—Así es, pero lo que hemos encontrado es casi nulo debido al desorden que almacenaba junto con él.

El rostro de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora